Como si de recuperar la imagen que enorgulleció a buena parte de la sociedad valenciana la pasada primavera se tratara, miles de jóvenes, prácticamente todos ellos estudiantes de las universidades públicas de la capital del Turia, volvieron a marchar ayer por la ciudad. Lo hicieron para reclamar a las autoridades autonómicas y estatales que no se hipoteque el futuro de nuestra sociedad con la precarización de su formación y la de las futuras generaciones que se está ahora mismo llevando a cabo.
La suya, la de una serpiente multicolor, unida y pacífica, marchando a mediodía por unas calles asaltadas a diario por la individualidad impersonal del tráfico rodado, fue la imagen de una jornada en la que compartieron el protagonismo con miles de madres y padres de la ciudad. Unos progenitores que, a su vez, sacrificaron en muchísimos casos su comodidad no llevando a sus hijas e hijos a las escuelas de infantil y primaria, con el fin de evidenciar que los recortes en educación no son un problema que solo afecta a los profesionales que los sufren, sino a toda la ciudadanía.
En particular, según la cifra ofrecida por la Confederación de asociaciones de madres y padres de alumnos Gonzalo Anaya, el seguimiento de la “huelga de padres” en el País Valencià alcanzó el 75%, con una incidencia especial en la ciudad de Valencia, y mayor, cerca del 80%, en los institutos de secundaria. La incidencia también fue muy alta en primaria y secundaria, aunque la falta de planificación de las AMPAS para ofrecer alternativas para cuidar a los menores a las familias sin recursos (como sí se realizó en otras localidades del Estado en las que también se realizó la protesta), impidió que el seguimiento se acercara más al 100%. La conselleria de Educación, blanco de la indignación ciudadana por su política de deterioración del sistema educativo, rebajó el seguimiento al 21%.
Sin embargo, pese al sacrificio y esfuerzo que las protestas y movilizaciones suponen para padres, estudiantes y ciudadanos sensibles con la causa, la protesta se hizo notar en las calles. Por la tarde, con una gran manifestación en Valencia que, no obstante, se resintió por la falta de presencia de profesorado y el esfuerzo ya realizado durante horas por alumnos y padres. Por la mañana, con la masiva movilización estudiantil ya mencionada, que tomó las calles de la ciudad y se hizo notar —como es propio en una jornada de huelga— desde primera hora de la mañana, con atascos a la entrada de la ciudad por la carretera de Barcelona que alcanzaron los 9 kilómetros.
Pese a todo, aunque desde algunos frentes se pretenda hacer de la excepción el todo, apenas hubo incidentes en una jornada —seguida también por miles de estudiantes, padres y madres en Alicante y Castellón— marcada por la protesta pacífica, sin actos violentos que ensombrecieran la violencia estructural ejercida sobre la ciudadanía mediante los recortes de servicios públicos que, por ahora, permanecen inalterables ante el malestar generado en la ciudadanía.
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