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Chillida, cien años del nacimiento del escultor universal que se decía “árbol con las ramas abiertas al mundo”

Vista de la obra escultórica 'El Peine del Viento', de Edurado Chillida

Rubén Pereda

Vitoria —

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Un 10 de enero de 1924, Donostia era una ciudad con un paisaje muy diferente al que con los años se ha plasmado en cuadros y fotografías, en los anuncios y folletos que anuncian las bondades de la otrora 'meca' de aquellos que viajaban en busca de balnearios y que ahora se postula como uno de los principales atractivos turísticos de la costa cantábrica. Aquel 10 de enero de 1924, no se peinaba el viento al final de la playa de Ondarreta. En la de la Concha, no había un homenaje escultórico a Alexander Fleming. Ni contaba la catedral del Buen Pastor con una cruz extraída de una piedra de unos 800 kilogramos de alabastro. La 'bella Easo' no estaba aún empapada del arte que se convertiría en una de sus señas de identidad más reconocibles, porque hasta aquel día no había nacido Eduardo Chillida.

Se conmemora ahora y durante todo 2024 el centenario del nacimiento de un artista universal. Porque no solo Donostia era diferente antes de que Chillida la esculpiese, sino que la falta de su arte transformador también se dejaba notar —con la perspectiva que brinda el tiempo— en otros lugares del mundo que luego se han visto agraciados con sus esculturas. El propio Chillida se describía a sí mismo como un árbol, “con las raíces en un país y las ramas abiertas al mundo”, y, en esa línea, su arte iluminó muchos y variados rincones y su obra está desperdigada ahora a lo largo y ancho del mundo. Desde el mar que baña su Donostia natal hasta Washington y Caracas, pasando por Berlín, Palermo, Londres y Munster.

Nacido el 10 de enero de 1924, Chillida, hijo de un militar y una soprano, llegaría a guardar la portería de una Real Sociedad que militaba en la segunda categoría del fútbol español durante catorce partidos, pero se vio alejado de ella por una lesión de rodilla. Si bien en un principio orientó sus estudios hacia la arquitectura, no llegó a completar la formación en esta disciplina, pues viró antes hacia la escultura con su acceso al Círculo de Bellas Artes de Madrid. En torno a la llegada de los años cincuenta, se dieron varios acontecimientos que marcarían el devenir de las dos vidas de Chillida, la personal y la artística. Conoció al multifacético Pablo Palazuelo, que se desatacaría en escultura pero también en pintura y grabados, y contrajo matrimonio con Pilar Belzunce de Carlos. Cuando Chillida descubrió por su trabajo en una fragua de Hernani las bondades del hierro, sería Palazuelo quien lo empujase a organizar en 1954 su primera exposición individual, que tuvo lugar en la Galería Clan de la capital española.

“Todas estas interrogantes y otras muchas”

Con su obra, que atravesó a lo largo de los años épocas más y menos experimentales, periodos de líneas más rectas y perfectas y otros de ritmos menos regulares, Chillida planteó —y también se planteó a sí mismo— muchos interrogantes. “Todos los hombres somos hermanos. ¿No será el horizonte nuestra patria común? ¿No será también el presente en el que vivimos otra frontera, otro límite, otro lugar sin dimensión como el horizonte? Todas estas interrogantes y otras muchas forman parte de la naturaleza y hacen que mi obra busque en ella y en sus leyes todo lo que, siendo patente, es difícil de alcanzar”, expresó él mismo.

Aunque siempre internacional y abierto al mundo, Chillida no le dio nunca la espalda a su tierra natal y de esas raíces germinó la idea que luego cristalizaría en lo que ahora se conoce como Chillida Leku, un lugar (pues 'leku' en euskera significa precisamente eso) al aire libre que hace las veces de hogar de una parte muy relevante de su corpus. Chillida esbozó la idea de darles cobijo a sus obras en este espacio codo con codo con su esposa y ambos se afanaron durante más de tres lustros en conseguir los terrenos y acomodarlos con la ayuda del arquitecto también vasco Joaquín Montero. En el año 2020, por ejemplo, más de 80.000 visitantes se acercaron al Chillida Leku para disfrutar de las obras y del entorno en el que se enmarcan.

Chillida, que falleció el 19 de agosto de 2002, dejó a su nombre una larga nómina de obras —con títulos tan coloridos como 'Homenaje a la mar', 'Yunque de sueños' y 'El espíritu de los pájaros'—, que le merecieron decenas de condecoraciones, entre las que se cuentan premios y reconocimientos como el Príncipe de Asturias y la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional y también pasar a ser miembro de la Academia de Bellas Artes de París, de la American Academy of Arts and Sciences y honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Un año plagado de conmemoraciones

La Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce ha organizado para esta fecha tan marcada en el calendario una larga serie de actos y actividades que tendrá como plato principal una cita el 10 de enero de 2024 en el teatro Victoria Eugenia de Donostia, donde el público celebrará la vida del escultor. Pero hay y habrá mucho más. Con motivo del centenario del nacimiento del artista donostiarra, se van a organizar diversas exposiciones y también van a ver la luz algunos de sus escritos y textos de otros autores sobre su figura. Lo que sigue es una lista con algunos de estos hitos:

  • Hasta el 14 de abril de 2024, hay en Chillida Leku una exposición a forma de diálogo entre el trabajo de Eduardo Chillida y el de las obras de artistas como Alberto Giacometti, Barbara Hepworth, Joan Miró y Alberto Giacometti. Se ha denominado 'Universo Maeght' porque el hilo de unión entre uno y otros es el marchante Aimé Maeght, que trabajó con todos ellos. “El marchante contribuyó de manera definitiva a impulsar la figura de Chillida brindándole la oportunidad de compartir extraordinarios momentos de creación en un espacio frecuentado por artistas, bohemios y creadores”, explican desde la página web oficial del creador.
  • El Museo Würth de la ciudad alemana de Künzelsau va a ligar a Chillida con Anthony Caro, escultor británico que también nació en 1924, y aunará en una única exposición conjunta la abstracción que caracterizó la obra de ambos. Se puede visitar hasta el 27 de octubre.
  • No solo talló esculturas, sino que Chillida también esculpió todo un pensamiento que ahora se recoge en una edición especial de sus escritos, acompañada de una fábula escrita por Bernardo Atxaga y de una cronología que recorre tanto su vida como su obra a través de imágenes.
  • En el año del centenario de su nacimiento, se van a publicar libros de variada naturaleza con él en el centro. Norma Comics repasará la obra del guipuzcoano en forma de viñetas y también con un mapa de España en el que se indicará la ubicación actual de sus obras. En otro libro, se recopilarán retratos que el fotógrafo Jesús Uriarte le hizo mientras trabajaba, aunque aún no se conocen demasiados detalles de la publicación.
  • Se puede aprender sobre la obra de Chillida viendo y leyendo... y dentro de poco también en el colegio, porque se está trabajando ya en una unidad didáctica que tiene como objetivo que los profesores puedan abordar su trabajo de “de manera transversal y transdisciplinar”, apoyándose en todo momento en sus escritos, en su pensamiento y en sus reflexiones relacionadas con el arte.

Se puede consultar en este enlace un dosier con un calendario en el que se detallan todas las actividades relacionadas con el centenario del nacimiento del artista.

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