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El PNV se juega el ser o no ser en Euskadi ante la oportunidad histórica de EH Bildu

Un cartel de Imanol Pradales, del PNV, pegado a otro de EH Bildu, este jueves en Vitoria

Iker Rioja Andueza

Vitoria —

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Como en la fotografía, a un lado, el PNV de Imanol Pradales; al otro, la EH Bildu de Pello Otxandiano. Hace días que -por imperativo legal- se dejaron de publicar encuestas y los últimos datos públicos abrían de par en par la puerta a un escenario político inédito en Euskadi: EH Bildu estaba en condiciones de ganar este domingo al PNV en escaños e incluso también en votos. Lo primero pasó en una ocasión, en 1986. Lo segundo sería rotundamente novedoso. De hecho, más allá de las autonómicas, en 60 elecciones celebradas en democracia los nacionalistas han ganado en 54 ocasiones. La izquierda abertzale, por el contrario, sólo lo hizo en las europeas de 1987, entonces como HB. Más que Ajuria Enea -ya que se da por hecho que el pacto con el PSE-EE permitirá dar continuidad al Gobierno actual, aunque la duda es si retendrá la mayoría absoluta-, el PNV se juega su posición histórica de hegemonía. Este duelo entre nacionalistas ha monopolizado una campaña que ha terminado este viernes con Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo arropando a sus candidatos locales y buscando sacar la cabeza, con Elkarrekin Podemos Alianza Verde y Sumar batallando por sobrevivir sin ocultar sus reproches cruzados y con Vox sin garantías de continuidad agitando la bandera de la xenofobia. Euskadi reflexionará este sábado -un cuarto del electorado ha seguido indeciso hasta el final- y se pronunciará este domingo.

El PNV es un partido viejo. Va a cumplir 129 años este verano. Y es un partido de costumbres. Repite formatos y preserva sus ritos. En cada campaña llena el Arenal de Bilbao para terminar. Este viernes, como todos los viernes antes de las elecciones, ha realizado un exhibición de fuerza con más de un millar de personas con ikurriñas al viento jaleando a Pradales, el elegido en una operación política no exenta de riesgo para relevar a Iñigo Urkullu después de tres legislaturas y sin que él nunca haya aclarado si quería o no dejarlo. Y, 24 horas antes, siempre hace un último acto en Vitoria.

Hace un año, al término de la campaña de las municipales y forales, así fue. Incluso el escenario elegido ha sido el mismo: la plaza de la Provincia, bajo la Diputación. Aquella noche de mayo de 2023, mientras los operarios de Montai desmontaban el escenario, había caras largas y mucha preocupación en los corrillos. Nunca lo confesaron en público pero ya conocían, en privado, que sus resultados iban a ser malos, particularmente en Vitoria. No se equivocaron: cayeron de primera a cuarta fuerza en la capital vasca. Este jueves, sin embargo, el ambiente era muy diferente. Casi de euforia contenida. Altos cargos y simpatizantes sienten que han dado la vuelta a la campaña en la recta final, que se ha producido un punto de inflexión con Otxandiano negándose a llamar “terrorista” a ETA. Los vídeos de las explicaciones alambicadas del candidato rival saltan de móvil en móvil entre los 'jeltzales'. Los datos internos que circulan en las últimas horas constatan esa apreciación de que el PNV ha logrado contener la caída aunque, ya de saque, se marca un objetivo más realista de llegar a 28 escaños y no a los 31 de 2020, fruto de carambolas en los restos en las tres circunscripciones.

El PNV es también un partido muy vizcaíno. En el Aberri Eguna o día de la patria vasca, pistoletazo oficioso de la campaña en plena Semana Santa, intervinieron cinco oradores y los cinco eran vizcaínos. Muchos análisis hechos desde Bilbao insistían en que la campaña no iba a arrancar realmente hasta el final porque el Athletic Club jugaba la final de la Copa del Rey y, si la ganaba, las celebraciones de la Gabarra iban a durar una semana, como así fue. Se repetía que ese tempo “plano” beneficiaba a EH Bildu, que partía con altas expectativas y la necesidad de no cometer errores.

Otras voces les recordaban que Euskadi reparte 50 de los 75 escaños fuera de Bilbao y de Bizkaia y que es ahí donde, precisamente, el PNV tiene menos penetración. En Gipuzkoa, EH Bildu está muy fuerte. Podría llegar al 40% de voto. El PP ganó las generales de 2023 con un 33% en España, por ejemplo. Y Álava es una incógnita. En esas mismas 60 elecciones han ganado siete familias políticas. El PNV ha ganado en 24 ocasiones, por 54 en Euskadi. La diferencia es muy grande. Diferentes titulares han recogido la lógica conclusión de que los escaños alaveses serán decisivos para desempatar entre PNV y EH Bildu. Aunque todos los candidatos (sin excepciones) quisieron aprovechar el fervor rojiblanco, fue Pradales el único que remó en las aguas de la ría del Nervión-Ibaizabal al lado de la Gabarra y con la camiseta del Athletic. Al día siguiente ya estaba en Donostia prometiendo 50 millones para mejorar Anoeta y ha terminado la campaña recordando que la Real Sociedad también juega la final de la Copa de la Reina. Todavía en el mitin de cierre de campaña, Andoni Ortuzar dijo querer terminar a tiempo para ver al Athletic aunque, a la misma hora, otro equipo vasco muy relevante se jugaba la Euroliga de baloncesto, el Baskonia de Vitoria.

El punto de inflexión de la campaña

Sea o no efecto del Athletic, la campaña viró radicalmente en la segunda semana. Otxandiano acudió a la Cadena Ser. Ha seleccionado muy bien los medios de comunicación a los que dar entrevistas y a los que no. Entre los que eligió, una charla con Aimar Bretos en 'Hora 25'. Allí fue cuando no consideró oportuno calificar de “terrorista” a ETA. Después, en Telebilbao, un presentador amenazado por ETA, Joseba Solozabal, le lanzó una reprimenda de varios minutos en directo. Le costó 48 horas cambiar de discurso y pedir “perdón” a las víctimas. En Radio Euskadi contó que una de las patas de EH Bildu, Sortu, fue un “agente de dolor” en el pasado pero que lleva tiempo dando “pasos” para la reparación de las víctimas. Recordó después en 'El Correo' que en 2021, en Aiete, ya explicitaron que ese sufrimiento nunca tuvo que haberse producido.

ETA no es una preocupación ciudadana -diez personas de 4.998 encuestados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) lo citaron como problema a principios de mes- pero ha entrado en campaña. Automáticamente, la palabra “Sortu” empezó a colarse en el argumentario de PNV. Otxandiano pasó de ser el candidato de EH Bildu a ser el de Sortu, con todos los matices que ello comporta habida cuenta de la gran transformación de la izquierda abertzale tradicional a lo que es ahora, una verdadera alternativa de Gobierno. La situación les vino como anillo al dedo a los peneuvistas en una campaña en que han querido presentar al PNV como voto de refugio o voto del miedo. Los nacionalistas han contratado incluso a un par de actores para hacer teatrillos antes de los mítines en los que, mediante metáforas no muy sutiles, comparaban a la coalición con un 'match' atractivo de Tinder pero que luego no se ducha o con yogures “pa' cagar” y no tan buenos como los de toda la vida y a Pradales con James Bond. Pradales también ha grabado vídeos con una vaca supuestamente de EH Bildu que se negaba a seguir el camino correcto. Una vaca llamada Bittori, Victoria en euskera, que apareció en el último mitin de la campaña, aunque en una versión de cartón-piedra. Todo esto era para lanzar este mensaje: si gobierna EH Bildu, pasará como en Gipuzkoa entre 2011 a 2015, donde llegaron a imponer cuándo comer pescado o cuándo fruta.

ETA, que dejó de matar en 2011, irrumpió igualmente en mayo y julio de 2023, en las anteriores dos campañas, y no afectó al voto. ¿Ocurrirá algo ahora? El PNV interpreta que ahora sí modificará algunas posiciones porque los del pasado año fueron debates más “forzados” y “artificiales” y ahora la cuestión se ha centrado en cómo ve los derechos humanos un candidato con opciones de ganar las elecciones. Significativamente, Otxandiano volvió a la Cadena Ser para un debate con todos los candidatos y el tema ni se tocó. Hace un año, el analista Juanjo Álvarez, que ha asesorado al lehendakari Urkullu, mostró su sorpresa por este tipo de estrategias en las que el partido que va por delante es el que sale a atacar primero. “Parece que es el partido de Gobierno el que intenta promover o provocar un debate que encienda al electorado. Es algo bastante inédito”, reflexionó en este periódico vista de lo que estaba ocurriendo en las anteriores campañas.

“Vienen con todo a por EH Bildu”

Ha contado públicamente Otxandiano que ellos ya daban por descontada una segunda semana de campaña más dura. “Hay un intento desmedido por hacer un ejercicio electoralista. Voy a dar un dato. La semana pasada un representante político de un partido no nacionalista que va en las listas le dijo a un representante de EH Bildu que va en las listas que nos preparásemos para esta semana. Porque iban a venir con todo a por nosotros. ¿Eso qué significa? Por favor, saquemos este tema del ámbito electoral. Esto no trata de la convivencia o de las víctimas. Esto va de otra cosa”, manifestó.

El cambio de paso del PNV no ha venido solamente por ETA. Pradales también se ha puesto la corbata. Ha hecho debates y actos con esa prenda. Se ha querido mostrar como lehendakari al mismo tiempo que iba orillando mensajes más populistas y escorados a la derecha, como todos los relacionados con 'okupas' e inseguridad. Además, ha 'fichado' a Urkullu para que le acompañe a todos y cada uno de sus mítines finales. Y Urkullu ha respondido con disciplina a pesar de su comentado final. Incluso Juan José Ibarretxe se ha prestado a sumarse a los apoyos a Pradales. El poderoso responsable de la campaña del PNV, el influyente dirigente Joseba Aurrekoetxea, sonreía este jueves en Vitoria al ver la fotografía de los dos lehendakaris vivos entrelazando sus manos con su ahijado político Pradales. En esta campaña ha fallecido el lehendakari más longevo en democracia, José Antonio Ardanza. Ha sido un golpe anímico muy duro para el PNV, pero le ha permitido recordar sus mandatos marcados por el pacto de Ajuria Enea contra ETA y los acuerdos con todas las formaciones... menos con la izquierda abertzale.

El segundo sobresalto fue un ataque sufrido por Pradales en un mitin en Barakaldo. Un hombre de 49 años, que resultó detenido, le roció gas pimienta en los ojos. Acabó en Urgencias pero llegó a tiempo al debate con más audiencia y repercusión de entre los seis que se han celebrado, el de ETB2. Quien no conocía hasta entonces a Pradales lo conoció en ese momento. Porque el PNV llevaba meses empeñado en mostrar al relevo de Urkullu, un gran desconocido para el público en general a pesar de que en uno de sus infinitos vídeos verticales para las redes sociales exhiba un doce, los años que fue diputado foral en Bizkaia. Pradales, verdaderamente, se ha multiplicado en los últimos meses. No ha dicho 'no' ni a cantar a Raffaella Carrà ni a disfrazarse de Freddie Mercury.

Hay quien piensa que los astros se han alineado para ayudar a la campaña del PNV porque el ganador de los dos últimos Tours de Francia, Jonas Vingegaard, puso un mensaje de agradecimiento por la atención recibida en Osakidetza, el gran lunar de la gestión del PNV y uno de los ejes de la campaña. Todo sirve para la causa, hasta anunciar a horas del cierre de la campaña 170 millones en obras en hospitales o que se ha desactivado la huelga de la contrata de ambulancias, ahora dirigida por excargo que tuvo que dimitir por saltarse las restricciones de la pandemia para ir a jugar al golf.

En EH Bildu una de sus estrategias ha sido exhibir perfil gestor, mostrar que verdaderamente pueden ser una alternativa. Otxandiano se ha reunido con exconsejeros del Gobierno vasco que le apoyan, por ejemplo. Pero este mismo viernes ha dejado dos fotografías más en la misma línea. Las dos han tenido lugar en Bilbao. Por la mañana, Otxandiano reunió a los alcaldes de la coalición. EH Bildu es muy fuerte en el municipalismo. Tiene más ediles que el PNV. El candidato sostiene que los regidores son “los arquitectos del cambio” y ha considerado que “el cambio emprendido” en las municipales de 2023 “se consolidará” en el conjunto de Euskadi este domingo. En realidad, EH Bildu entiende que el solo hecho de que esté teniendo opciones reales de ganar ya es un cambio. Por la tarde, EH Bildu invitó al cierre de campaña al president catalán, a Pere Aragonès. ERC ya adelantó a la derecha nacionalista en Catalunya hace años. ERC es un modelo para EH Bildu. Hasta han fichado a la misma estilista para afinar su puesta en escena. Curiosamente, Jordi Turull, de Junts, se presentó a la fiesta final del PNV.

En su giro a la transversalidad, Otxandiano se ha dirigido expresamente a aquellos que “por vez primera” van a apoyar a una fuerza como EH Bildu. “Este domingo tenemos una oportunidad. El cambio está en vuestra mano”, les hizo ver citando los problemas en Osakidetza o en el mercado de la vivienda y levantando una papeleta. “Si no es ahora, ¿cuándo va a ser posible [el cambio]?, se pregunta en voz alta el candidato, que ha contado cómo sus hijas -de muy corta edad- están abrumadas de ver las calles llenas con fotografías de su padre.

El debate de las cementeras

En esta campaña se ha hablado mucho de Sanidad pública o de vivienda. Quizás no tanto de Educación aunque Euskadi lidera el ranking de enseñanza concertada, con un 50% de alumnado en centros de titularidad privada. También se ha discutido de ayudas sociales y de Ertzaintza. Quizás no tanto del Guggenheim que Pradales apoya para Urdaibai. La politóloga Eva Silván ha escrito en 'El Correo' que es paradójico que se considere aburrida o plana una campaña que toque esos temas y que luego se critique a los partidos cuando se enzarzan entre ellos para discutir cuestiones partidistas o cuando sacan a ETA o la independencia. Un buen reflejo de lo que ha sido la campaña vasca, que ha generado cierto asombro allende el Ebro, es que Pradales y Otxandiano se enzarzaron en el último debate a cuenta de si es o no posible electrificar las cementeras.

Eneko Andueza, el candidato del PSE-EE, se ha empeñado en hacer ver que esto no es cosa de dos. Los socialistas llegan a estas elecciones golpeados de lleno por el voto dual. La misma sociedad que les dio la victoria en las últimas elecciones celebradas, las generales de 2023, ni siquiera los ubica en condiciones de estar cerca de PNV o EH Bildu. En Vitoria dieron unos datos esclarecedores: autonómicas de 2016 y 2020, 16.000 votos; municipales, 24.000 votos; generales, 37.000. Con tres visitas de Sánchez, se ha querido mostrar esta cita con las urnas como una suerte de segunda vuelta de las anteriores y se ha pedido que los que apoyaron a los socialistas en julio lo hagan también ahora.

La 'enekoneta', la furgoneta de campaña del PSE-EE, ha lucido el lema “Vota al que decide”. Si no se gana, al menos, se es bisagra en la gobernabilidad, entienden. Pero con el portazo a EH Bildu desde el inicio por motivos “éticos” -que a Andueza no le parecen contradictorios con los acuerdos con los abertzales en Pamplona o Madrid-, la única decisión posible parece la de repetir con el PNV. De hecho, el propio presidente calificó como “estratégica” esa alianza que, de hecho, se repite en las tres diputaciones y en las tres capitales, además de en otros ayuntamientos. Los socialistas han puesto en valor la gestión del Gobierno vasco... pero solamente en sus áreas. Han criticado como si fueran oposición la Sanidad o la Ertzaintza. El PNV ha llegado a decir que se sentía en un “seis contra uno” en algunos momentos, en referencia a todos los demás candidatos, aunque Pradales ve la coalición con los socialistas como el modelo más razonable a partir del 22 de abril.

El PP tiene nuevo candidato, Javier de Andrés. Y tiene también expectativas de crecimiento. Eso ya es una novedad en sí misma. Los 'populares' llevan seis autonómicas seguidas cayendo. Núñez Feijóo ha arropado a De Andrés en media docena de actos. Como al PSE-EE, las encuestas no les dan grandes crecimientos en todo caso. El resultado de Álava, su gran feudo, será el termómetro de la recuperación del PP, que podría beneficiarse si el electorado aprecia que Vox tiene riesgo de quedarse fuera y se decanta por el voto útil. Santiago Abascal ha enfadado a sus excompañeros del PP vasco al compararlos con el resto de fuerzas hasta el punto de considerar que es “un voto a Bildu en diferido”.

En el flanco izquierdo del tablero político, Sumar y Elkarrekin Podemos Alianza Verde buscan sobrevivir. Parece que la primera de las dos marcas parte con ventaja en las encuestas. Cuenta también con la estructura más antigua del espacio en Euskadi, la de IU y el PCE. Es una formación con más de cien años. Casi hasta el final parecía una consigna no confrontar entre sí. Las campañas han tenido propuestas programáticas idénticas y actos muy similares, como se vio en Eibar el 14 de abril, aniversario de la II República, o dos días antes cuando coincidieron Pablo Iglesias e Íñigo Errejón apoyando cada cual a su candidata. Pero Miren Gorrotxategi, de Elkarrekin Podemos Alianza Verde, ha pasado al contraataque en la recta final. En este periódico recalcó que Sumar no tiene estructura como tal en Euskadi y en un debate acusó a Alba García Martín, excompañera suya en Podemos, de formar parte de un conglomerado político que no tiene claro lo que es la Sanidad pública. En este contexto, EH Bildu ha buscado descaradamente pescar en el caladero de ambas formaciones apelando a que son el único voto útil de izquierdas que puede lograr lo que anhelan Elkarrekin Podemos Alianza Verde y Sumar, es decir, que el PNV sea derrotado.

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