La Casa Real le encomienda al apóstol Santiago la “sostenibilidad” del Estado de Bienestar
Ni el Parlamento, ni el Consello de la Xunta o el Consejo de Ministros. Ni el Congreso de los Diputados o el Parlamento Europeo. Ni siquiera algún organismo consultivo o un foro creado ad hoc para abordar los problemas de la agenda pública. La Casa Real y, por delegación, las principales autoridades gallegas han vuleto a pasar este lunes por encima del artículo 16.3 de la Constitución, ese que estipula que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”, para exponer toda una batería de demandas y peticiones políticas y económicas ante el altar mayor de la Catedral de Santiago, fiando a la intercesión del apóstol Santiago cuestiones que dependen en buena medida de esas mismas instituciones, como el futuro del sector financiero y del Estado de Bienestar o el debate territorial en el Estado.
En esta ocasión el elegido como “delegado regio” para continuar la tradición inagurada por la realeza española en el siglo XVII era el alcalde de Santiago, Ángel Currás. No obstante, el fallecimiento de la madre del regidor dio lugar a que lo sustituyera Reyes Leis, número dos del Ayuntamiento y una de las tres ediles del gobierno municipal que no están imputadas en casos de presunta corrupción –los diez restantes sí lo están–. A ella le ha correspondido exponer ante el “señor Santiago” y ante la plana mayor de la Xunta las “ocupaciones y preocupaciones temporales” que los y las gobernantes “sometemos a tu consideración espiritual, con la esperanza de que nos ilumines en nuestras decisiones, nos alientes en nuestros empeños o nos des alivio en las fatalidades”.
Dicho esto, las autoridades comenzaron a ponerle deberes al “santo patrón”, comenzando por reclamarle que “no decaiga” la “solidaridad” demostrada por la ciudadanía de Compostela tras el accidente del Alvia. Al apóstol le corresponde también, según el discurso, “que la atención a las víctimas no resulte corta y largo el olvido”, así como la “difusión por España del ejemplo de la cívica y espontánea reacción solidaria”. No obstante, “a pesar del accidente”, los autores del discurso le dicen al “apóstol protector” que “saben que el nombre que esta ciudad tomó de ti volverá a ser referencia en el mundo por mejores motivos”, tales como “la celebración del 800º aniversario de la peregrinación de san Francisco de Asís”.
De las cajas y el sector naval a la unidad de España
Y tras las “fatalidades”, las esperanzas y las peticiones. El rey y los gobernantes “esperan” que “en nuestra próxima ofrenda” se puedan “confirmar con gozo las primeras noticias que hoy”, a su juicio, “ya apuntan al reflotamiento de nuestro sector naval y al mantenimiento de una entidad financiera firmemente enraizada en nuestra tierra”, en referencia a Novagalicia Banco, ahora propiedad del venezolano Banesco. En esta línea, será también responsabilidad apostólica “alentar a las personas que demandan un trabajo” y “a los emprendedores”, ya que el suyo es “un empeño épico”. En tiempos de reducción de la protección social, Leis ha pedido “protección” divina para “nuestra juventud” e incluso para “nuestro sistema de bienestar”, en el que el Apóstol debe “ayudar” para “hacerlo sostenible” y “hacer ver a gobernantes y gobernados que tal sostenibilidad tiene que permitir que el sistema de oportunidades y de protección cubra también a las generaciones futuras”.
En pleno debate soberanista catalán, no ha faltado en la ofrenda la que se supone que es una de las especialidades de Santiago Apóstol: la unidad de España. “Renueva y fortalece también el diálogo, santo patrón, entre quienes creemos en el proyecto nacional de vida en común” y quienes “recelan de esto”. No en vano, advierte, la “continuidad histórica” de ese “proyecto de vida en común” está “alentada” por la “institución monárquica que tanto culto y tributo te ha rendido a lo largo de varios siglos”, recuerda. En la Casa Real se ha centrado, precisamente, el único fragmento del discurso redactado en gallego: “te pedimos que veles por la salud de su majestad El Rey” para “que pueda seguir ejerciendo sus funciones, simbólicas y representativas, arbitrales y moderadoras; funciones de incalculable valor para la nación española”. Solo falta saber si el Apóstol trabaja ya en estos asuntos o tiene otras prioridades.