Feijóo se erige en guía de Galicia para salir de la crisis y pide la adhesión de la oposición
“No hace falta buscar muy lejos el camino que conduce a la salida”. El presidente de la Xunta afrontó su segundo examen parlamentario de la legislatura hablando más de política que en anteriores ocasiones y abundando en una de las tesis más frecuentes en el argumentario del PP: la identificación entre Galicia y el Gobierno que preside. El proyecto del gobierno es el proyecto de la ciudadanía, sin distinción y, así, “negar la efectividad” de la acción del Ejecutivo equivale a “negar injustamente los méritos de las gallegas y de los gallegos”. El gabinete del PP simplemente “interpreta” el que “el pueblo quiere” y “lo traduce en acciones”, una combinación de “prodigio” que tendrá como siguiente episodio a “recuperación” y salida de la crisis económica.
En una estrategia dialéctica semejante a la empleada antaño por el ex presidente Touriño el titular de la Xunta se atribuye, en el inicio del debate de política general, que Galicia “se adelantó al resto de España en la lucha contra la crisis” y por eso ahora está “en mejor situación que la mayoría de las comunidades” y “más pronto que tarde será tiempo de crecer”. “Galicia puede hacer gala de resultados” en tiempos difíciles, insiste, hay “avances innegables” que requieren el apoyo de todos. Él, por su parte, pone “todo a disposición” de la oposición, a la que sólo le queda “escoger aquello en el que se sientan más cómodos” para pactar, pero “colaboren en algo”, insiste, porque la “propuesta” del Gobierno “es Galicia”. Se trata, argumentó, de “trasladar al Parlamento” el “espíritu” del vecindario compostelano de Angrois que ayudó tras el descarrilamiento del Alvia.
Con este marco simbólico Feijóo pronunció ante los diputados y diputadas un discurso sin grandes artificios en el que el equipo presidencial quiso, cuatro días después del anuncio de la subida del impuesto de carburantes, colocar como principal titular una rebaja de medio punto en el tramo autonómico del IRPF para las rentas con base imponible de hasta 17.700 euros, semejante a la aplicada por Monago en Extremadura. Se trata de una rebaja que ronda el 5% y que, por lo tanto, se queda más de tres puntos por debajo de la prometida por el propio Feijóo en su investidura como presidente en 2009, una promesa que nunca llegó a llevar a la práctica. De aquel programa electoral de 2009 sale también otro de los anuncios de la jornada, la prometidísima ley de publicidad institucional.
La exención de pago en escuelas infantiles para familias de dos o más hijos con rentas menores a 30.000 euros fue el punto social de un discurso que el presidente adornó con la ratificación del veto a la mina de Corcoesto que este martes ya figuraba en algún periódico impreso. Esta negativa a la explotación, que autoenmienda a la propia Xunta, no implica, no obstante, un cambio de rumbo con respecto a la minería, que Feijóo sigue viendo como elemento tractor de crecimiento“ para el país. ”Galicia sería profundamente injusta consigo misma si cayese en el rechazo sistemático de toda propuesta de actividad extractiva“ a la que además se le aplicará un canon semejante al eólico.
Nuevas “racionalizaciones” en la administración o el ya manido recorte de diputados formaron parte del paquete de anuncios en un discurso que pasó con más pena que gloria por las bancadas de la oposición. Sólo destacó la exclamación de “¡bolchevique!” que la nacionalista Tereixa Paz dejó escapar con ironía cuando Feijóo anunció una ley que permitirá incluir en el Banco de Terras los terrenos que procedan de la concentración parcelaria y que estén abandonados, contradiciendo así su postura en la oposición. Menos entusiasmo suscitó el reconocimiento de que la Xunta se tiene que limitar a “opinar” en el proceso de venta de Novagalicia Banco y, cuando el presidente dijo tener “intacta la confianza” en Pemex para que la construcción de los floteis comience en noviembre, la reacción quedó en algunos murmullos. Estos sonido, en definitiva, los mimbres del cesto de un debate para lo cual Feijóo lanza un deseo genérico con un aquel de cadena de distribución alimentaria: “discutamos como gallegos”.