Cuando Feijóo prometió pagar el AVE a Lugo
Lugo, 10 de enero de 2009. faltan algo más de dos meses para las elecciones autonómicas y Galicia vive un fin de semana de plena precampaña. Para el domingo, día 11, estaba previsto un mitin de José Luis Rodríguez Zapatero en Ourense para apoyar a Emilio Pérez Touriño y, veinticuatro horas antes, el PP hizo lo propio en Lugo. Los conservadores realizaron un esfuerzo de movilización para llenar de militantes el auditorio Gustavo Freire de la ciudad de la muralla, con Alberto Núñez Feijóo y Mariano Rajoy como cabezas de cartel. En el ardor del mitin, calentado previamente por José Manuel Barreiro con munición dialéctica de grueso calibre, quien aspiraba a desbancar al bipartito acabó por prometer que, al llegar a la Xunta, garantizaría la llegada del AVE a Lugo con fondos autonómicos. Cinco años después, el proyecto languidece en los Presupuestos del Estado y, como era de esperar, ni siquiera ha llegado a aparecer en los del Gobierno gallego.
La pirotecnia preelectoral de aquel 10 de enero de hace media década llevó al actual presidente a aprovechar el desdén hacia Galicia de quien entonces era ministra socialista de Fomento, Magdalena Álvarez, para lanzar una apuesta tan llamativa como difícilmente realizable. La “pesadilla” de la coalición de PSdeG y BNG estaba a punto de llegar a su fin y, cuando eso aconteciera, el retorno del PP al poder autonómico iba a permitir que la Xunta “supliera” a Fomento, poniendo el dinero para construir una línea de alta velocidad entre Lugo y Ourense sobre cuya necesidad u oportunidad no cabía debate alguno.
“Después ya le pasaremos la factura, pero la Xunta hará el AVE entre Lugo y Ourense”, garantizó literalmente Feijóo mientras el auditorio lucense se deshacía en aplausos. La infraestructura de alta velocidad era “básica” para Lugo y su provincia, subrayaba el líder de la derecha gallega y, por eso, el PP iba “a asumir, comenzar y acabar” el proyecto. Lo iba a hacer, además, porque le “sobraban” ganas de hacerlo. La promesa copó los titulares de diversos periódicos al día siguiente. “Llevaremos el AVE de Lugo a Ourense con el dinero de la Xunta”, proclamaba el aspirante popular. Pero ese “compromiso real con el reequilibrio territorial” pareció quedar enterrado cuando, contra diversos pronósticos, el 1 de marzo de ese año las urnas le dieron la mayoría absoluta.
La realidad presupuestaria
Como suele ocurrir, la pirotecnia electoral se fue humedeciendo, poco después, por la realidad del gobierno y de las cifras. En el verano del propio 2009, Feijóo firmaba junto con el nuevo ministro de Fomento, José Blanco, el apodado como Pacto del Obradoiro, llamado a garantizar que el tren rápido estaría circulando entre Madrid y Galicia, Lugo incluido, a finales del año 2015. Pero la crisis económica se agudizó y la concordia entre el presidente y el ministro fue desapareciendo, especialmente cuando Zapatero inició la ola de recortes y, acto seguido, adelantó las elecciones generales para noviembre de 2011. A esas alturas la Xunta ya había metido el guante blanco en un cajón y defendía abiertamente que sus propios estudios indicaban que el AVE no llegaría a Galicia hasta 2018.
Desde 2012, lo que antes estaba en manos de Blanco es responsabilidad de Ana Pastor, zamorana integrada en las listas electorales del PP gallego y que acaba de confeccionar su cuarto presupuesto como ministra de Fomento. El tren a Lugo ni siquiera ha aparecido por los Presupuestos Generales de la Xunta del PP, que está a punto de presentar sus sextas cuentas públicas, y en las del Estado, que son las que le corresponden, figura con escasísimos fondos para la realización de estudios previos. En el año 2014 el Ministerio dotó a estos estudios con unos 700.000 euros y en el 2015, diez años después de su teórico inicio, se quedan en algo menos de 240.000, mientras que en la explicación de los objetivos presupuestarios el AVE lucense ni siquiera es mencionado a pesar de que, al menos oficialmente, nadie con poder lo ha cuestionado. Por parte de Adif, que sería el organismo encargado de asumir el grueso de las obras, la dotación es cero.