“Hablamos con conceptos zombis, que parecen estar vivos y no lo están. La categoría de progreso debe ser repensada”
Jorge Riechmann es es poeta, traductor literario, ensayista y profesor titular de filosofía moral en la UAM (Universidad Autónoma de Madrid) y se convirtió en un de los referentes más importantes del ecosocialismo gracias a obras como El socialismo puede llegar sólo en bicicleta o Interdependientes y ecodependientes. Este jueves a las cinco de la tarde ofrece en el Consello da Cultura Galega una conferencia titulada Hacia una cultura de la sustentabilidad en el marco del ciclo O(s) sentido(s) da(s) cultura(s).
Milita en Ecologistas en Acción y en Izquierda Anticapitalista y mantiene una gran actividad en los movimientos sociales. En los últimos años formuló la vertiente ética de su filosofía ecosocialista en una pentalogía de la autocontención que componen los volúmenes Un mundo vulnerable, Biomímesis, Gente que no quiere viajar a Marte, La habitación de Pascal y Todos los animales somos hermanos.
¿Avanza o retrocede la conciencia ambiental? ¿Seguimos viendo la naturaleza como un espacio ajeno que hay que ocupar y transformar?
Es una pregunta que intenté tratar en el libro Interdependientes y ecodependientes. Yo diría que estamos en una situación paradójica, porque por una parte hay mucho discurso ambiental y eso lleva a que incluso se produzcan reacciones de saturación y cansancio, lo que los sociólogos llaman ecofatiga. Eso se da al mismo tiempo que estamos cada vez peor, si analizamos las prácticas y no las palabras y los discursos, vivimos en una sociedad cada vez menos ecológica. Retrocedemos a pesar de que hay más discurso en el ambiente. Si echamos la vista hacia atrás, en los últimos 50 años, yo creo que hay dos décadas, los sesenta y los setenta, en las que la conciencia ambiental avanzó. Y los tres decenios siguientes fueron de retroceso. Parece raro que lo diga con Río 92 y esas cosas. Pero si observamos los hechos y no las palabras, esa es la realidad. Yo hablo de la era de la denegación, un tiempo caracterizado por negar la realidad y mirar hacia otro lado. Y esos tres decenios son también el tiempo del avance del pensamiento único neoliberal.
¿Y la crisis como está afectando? Parece que las demandas ecologistas quedan relegadas por otras cuestiones que parecen más urgentes...
Sí. Estamos viendo retrocesos ambientales muy importantes que se producen sin que haya mucho debate ni contestación social, como por ejemplo la reforma de la normativa de costas o en la política energética. Parece que la crisis lo justifica todo.
Usted defiende el concepto de autocontención frente al de decrecimiento. ¿En qué se diferencian?
No los contrapongo. Creo que la autocontención o autolimitación es un principio normativo que tendría que orientar las políticas y las conductas en una sociedad que de verdad quisiera ser sostenible. Y no sólo en las palabras, lo que los alemanes llaman Sonntagspredigt, discursos dominicales. Yo hablo de cuatro grandes principios que debe ir de la mano en el camino a esas sociedades sostenibles: autolimitación, biomímesis, ecoeficiencia y precaución. La ecoeficiencia podría encajar en las sociedades capitalistas pero los otros tres encuentran un rechazo frontal en el sistema y son descartados como cuentos de viejas. La autocontención puede entenderse como una gestión generalizada de la demanda: en lugar de poner a disposición de la economía y de la gente cantidades siempre crecientes de energía, ser conscientes de que hay límites y asumirlos. Cuando hablamos de decrecimiento habría que precisar de que plano estamos hablando. Pero de lo que habla el decrecimiento es de la idea básica del ecologismo en las últimas décadas: no se puede crecer infinitamente en un planeta finito.
También se ponen encima de la mesa conceptos como la economía verde o el márquetin verde que despiertan muchas criticas dependiendo de lo que se quiera decir con ellos y quienes los usen...
Sí. En esta sociedad de negadores el lenguaje se ve sometido a una erosión tremenda. Al igual que el 15M dijo con razón “lo llaman democracia y no lo es”, también tenemos que decir “lo llaman sostenibilidad y no lo es” o “lo llaman economía verde y no lo es”. Podemos echar la vista atrás y ver lo que significaba la economía verde en los años ochenta, por ejemplo en el libro de Michael Jacobs The green economy. Y podemos compararlo con el concepto de economía verde que defiende la ONU o las grandes multinacionales. No tienen nada que ver: Jacobs la entendía como el camino cara un modelo distinto, y estos otros el único que pretenden es mercantilizar absolutamente todo: no sólo los recursos sino también los servicios ambientales. Y esto nos lleva a un escenario terrible.
El capitalismo es incompatible con la sostenibilidad. Pero también la izquierda históricamente pecó de un culto al progreso y al crecimiento y en buena medida mantiene ese lastre...
La mayor parte de la izquierda, y a pesar de todo lo que pasó, sigue siendo productivista. Las posiciones ecofeministas, ecosocialistas o de izquierda con una gran preocupación ecologista siguen siendo muy minoritarias por desgracia. Se nos escapa la velocidad de las transformaciones políticas y sociales de las últimas décadas. Y eso nos lleva a que a veces hablemos con conceptos zombis, que parece que están vivos y que significan lo mismo que hace medio siglo pero que no es así. La categoría de progreso en particular debe ser repensada. Identificarlo simplemente con el cambio tecnológico es una barbaridad hoy en día y a lo mejor tiene sentido definirlo como una mejora cualitativa de la condición humana. Y esa noción de progreso sí se puede defender en estos tiempos y en función de ella observamos que en muchos aspectos estamos retrocediendo.
¿Cuál es el momento actual del ecosocialismo en España y que retos tiene por delante?
La asunción meramente verbal de algunos objetivos lleva a que las posiciones políticas ecologistas reales sean minoritarias en España. Pero también tenemos que destacar que España dio dos pensadores fundamentales para el ecosocialismo en todo el planeta, Manuel Sacristán y Paco Fernández Buey. En Cuba incluso quieren crear un espacio de debate llamado Paco Fernández Buey, en reconocimiento de su importancia. Tenemos que mirar a América Latina: en los procesos políticos de Ecuador, Bolivia o Venezuela el ecosocialismo tiene un peso muy importante aunque no se haya traducido en práctica política. Y seguramente el ecosocialismo no tiene en ningún país la importancia que tiene en Chile. No seamos tan eurocéntricos. Va a haber un gran encuentro internacional ecosocialista en Quito en junio, por ejemplo.