Ve-la Luz vuelve a la huelga de hambre contra la desprotección de las víctimas de violencia machista
Las mujeres de la asociación Ve-la luz (“Ver la luz”) vuelven a la huelga de hambre. Lo harán el próximo lunes 9 de diciembre a partir de las nueve de la mañana en su local coruñés y después de la protesta que las mantuvo durante un mes en ayunas y que concluyó el pasado 14 de noviembre. Menos de un mes después, ocho víctimas de la violencia machista y miembros de este colectivo vuelven a la lucha por segunda vez denunciando la “doble violencia” que sufren: “la de las brutales agresiones a las que nos sometieron nuestros ex compañeros y la de la fría inoperancia, cuando no desprecio o prevaricación, de las instituciones supuestamente creadas para protegernos”.
Las diez mujeres que participaron en la anterior huelga de hambre -la llevaron hasta el final seis, por los problemas de salud de cuatro de ellas- reclamaban una “protección real” para las maltratadas y sus hijos, pidiendo medidas para que, en caso de que haya indicios de violencia de género, se suspendan las visitas y se impida el acceso de estos supuestos maltratadores a la custodia de los niños, así como que, de haber condena firme, se le retire la patria potestad y se suspenda el régimen de visitas al padre. Pedían también la renovación del personal de los juzgados de violencia de género cada dos años y la posibilidad de formación en la materia, así como la revisión de las sentencias de los últimos cinco años, tras el elevado número de casos de sobreseimiento.
No consiguieron buena parte de sus reivindicaciones, pero sí que el Parlamento gallego se comprometiera a crear una comisión de investigación sobre la situación real de las víctimas y de sus hijos en la cual ellas tendrán voz, algo que consideran un “hito histórico” y “una victoria” que, no obstante, creen que contrasta con el “gran número de señales que llegan desde las instituciones” que –según denuncian– indican “que la impunidad de los maltratadores y abusadores no solo no ha recibido un duro golpe, sino que parece que va a resultar fortalecida”.
Así, aseguran estar “sometidas a la barbarie” de un sistema “donde nadie parece ya querer o poder cumplir sus funciones”. Porque Ve-la Luz denuncia “las represalias” sufridas por sus denuncias y critican que la Audiencia Provincial haya decidido sobreseer “por falta de pruebas” los casos denunciados por cinco de las diez víctimas que aparecieron en un vídeo donde se censuraba la endeble actuación de la fiscalía en el Juzgado de Violencia de Género de A Coruña y tras advertir que el 31% de las denuncias presentadas en ese mismo juzgado habían sido archivadas.
“Esto provoca una clara falta de confianza por parte de las víctimas y fomenta la no denuncia”, explican en un comunicado. Este es uno de los motivos por los que afirman volver a su cierre y a la huelga de hambre para denunciar “el crimen institucional y el doble maltrato de la estigmatización”, actitudes de las que dicen ser “tan solo un ejemplo”. En definitiva, critican las dificultades y las trabas a las que las mujeres se enfrentan para poder salir del círculo de la violencia.
Además, también critican la desprotección de los menores ante los supuestos agresores y alertan de que el mismo lunes 9, en cuanto comiencen la huelga de hambre, otro menor podría ser entregado por decisión judicial a un presunto abusador, algo que según advierten supone “una aberrante normalidad” en muchos casos, tanto en Galicia como en el conjunto del Estado. Ve-la luz denuncia también “la normalización social y mediática de la impunidad de los maltratadores y abusadores” y hace referencia a las “reiteradas apariciones” en la prensa de un empresario condenado por abusos sexuales y que promueve un macrocentro de ocio en un centro comercial de A Coruña.
Del mismo modo, también se sitúan contra “la desaparición de dotaciones presupuestarias destinadas a la protección de las mujeres” y censuran que buena parte de estos recursos se destine a campañas publicitarias “para maquillar la realidad”. Por último, también denuncian la situación de los Puntos de Encuentro Familiar, que, según ellas, son calificados por algunas víctimas como “puntos silenciadores del maltrato”.