La Xunta presume ante la ONU de los proyectos de memoria histórica que dejó morir
La Xunta presume ante la ONU de sus medidas promovidas respecto a los compromisos internacionales en materia de derechos humanos y en la reparación del franquismo. Lo hizo el pasado jueves en un encuentro de representantes de la Consellería de Cultura con Pablo de Greiff, ponente especial de las Naciones Unidas para la promoción de la verdad y de la justicia, quien también se reunió con víctimas y familiares y con asociaciones por la memoria histórica durante su visita a Galicia.
Tal y como informa el Gobierno gallego en un comunicado, el secretario general técnico de la Consellería, Jesús Oitavén, y el secretario general de Cultura, Anxo Lorenzo, informaron al ponente de la ONU de las “principales iniciativas vinculadas con la memoria histórica promovidas por la Xunta de Galicia en los últimos diez años desde los departamentos de Educación y Cultura”. Y ahí destacaron los programas de recuperación de la memoria histórica – organización de cursos, coloquios y otras actividades–, órdenes de subvenciones a asociaciones para la investigación, difusión y homenaje de los represaliados, así como la “colaboración con proyectos interuniversitarios de investigación sobre la represión franquista durante la guerra y la dictadura”, en referencia al proyecto Nomes e Voces (“Nombres y Voces”). Pero ni se cita por su nombre ni mucho menos se hace referencia a que esta reconocida e ingente iniciativa tuvo que echar el cierre el pasado verano por falta de financiación.
Nomes e Voces había surgido en 2006 al amparo de aquel Año de la Memoria promovido por el Gobierno bipartito. Fue un proyecto de investigación que implicó a las tres universidades gallegas con el objetivo de “estudiar la represión franquista durante la Guerra Civil y la dictadura y ofrecerle a la sociedad los datos relativos a las personas que sufrieron algún tipo de persecución a causa de su ideología y de su posición favorable a la democracia republicana”. Entrevistas con víctimas y sus familias, vaciado de millares de causas judiciales y una abundante producción científica fue el resultado de una iniciativa ahora paralizada por falta de subvención pública.
Ya la Xunta, el pasado mes de noviembre, había exaltado su cumplimiento del “convenio firmado por el anterior Ejecutivo autonómico”, con una aportación de “240.000 euros en el año 2009 que permitieron concluir la cuarta fase del programa de acciones conjuntas dirigidas a desarrollar la investigación histórica sobre la represión en Galicia”. También presumió de haber asumido en 2010 “las nuevas necesidades de dicho proyecto”, con un nuevo convenio de 30.000 euros para el “mantenimiento físico y actualización de contenidos de la información recogida en la base de datos de víctimas de la Guerra Civil y de la represión franquista”. Pero Nomes e Voces tuvo que cerrar y suspender sus actividades, a pesar de que todo el trabajo hecho se mantiene disponible para consulta en la web.
Pero en su reunión con el ponente de la ONU, los responsables de la Consellería también informaron del proyecto cultural de la Illa de San Simón, que entre 1936 y 1943 se había convertido en un lugar de reclusión y aislamiento para millares de presos políticos, y que “actualmente cuenta con un centro de interpretación de la historia de la isla y un centro de documentación centrado en la historia del lugar, la memoria histórica y la cultura del mar”.
Sin embargo, hace tan solo dos meses, la Xunta admitía que no entra en su agenda promover ningún acto para recordar que la isla de San Simón fue un enorme centro de detención y torturas durante el franquismo. Todo, tras de la extinción de la fundación (para “profundizar en el ahorro”) que gestionaba las actividades de este espacio, del que ahora presume el Ejecutivo como referente de actividades culturales pero donde ya no se celebra ningún acto oficial por la memoria histórica. Por supuesto, nada dijo tampoco la Consellería de Cultura ante el ponente de la ONU de la falta de ayudas para la exhumación de las víctimas del franquismo en las varias fosas de represaliados que hay en Galicia.