El adelanto electoral vasco marca el guión a Feijóo para las autonómicas gallegas
A finales de diciembre de 2008 Emilio Pérez Touriño confirmaba que las elecciones gallegas se celebrarían el 1 de marzo del año siguiente y pocos días después, el lehendakari, Juan José Ibarretxe, ratificaba que los comicios vascos coincidirían en la misma jornada. Tres años y medio después el entonces lehendakari, Patxi López, anticipaba las elecciones de Euskadi para el 21 de octubre de 2012 y seis días después Alberto Núñez Feijóo convocaba las gallegas para la misma fecha. Este viernes el actual presidente vasco, Íñigo Urkullu, ha decidido situar sus nuevas elecciones en el 25 de septiembre, por lo que la agenda política de Euskadi vuelve a marcar la de Galicia, donde esa fecha pasa a ser la principal opción para los comicios ya previstos para el otoño.
Desde hace tiempo octubre se ha venido perfilando como la fecha más probable par a la cita gallega. Hasta hace escasas semanas los días 16 y 23 de ese mes se vinieron apuntando como fechas más probables, lo que implicaría que Feijóo formulara la convocatoria formal entre el 22 y el 29 de agosto. No obstante, y más allá de lo excepcional que sería que se celebrasen dos elecciones autonómicas en el Estado con una diferencia de apenas una semana, el hecho de que Urkullu y el titular de la Xunta acordasen informalmente la pasada primavera abrir las urnas el mismo día provoca que la decisión adoptada en Ajuria Enea ponga a Feijóo en la disyuntiva de tener que rectificarse a sí mismo y adelantar de octubre a septiembre los comicios gallegos. Si finalmente el presidente gallego decide hacer coincidir las elecciones, la fecha límite para la convocatoria es el próximo martes, 2 de agosto.
En la mañana de este viernes, antes de que Urkullu desvelara la fecha, Feijóo aún destacaba la “coincidencia” existente en la fecha del 2 de octubre que en los últimos días publicaron lo que él denominó cómo dos importantes periódicos gallego y vasco, en referencia a La Voz y El Correo. Preguntado por los periodistas, el presidente gallego dijo que no había hablado aún con su homólogo vasco y que lo haría durante este viernes, pero sin desvelar si sería antes o después de que Urkullu anunciara la fecha. “A los dos nos gustaría coincidir pero la competencia [de fijar la fecha] es indelegable”, dijo Feijóo, quien emplazó para conocer su decisión la “las próximas semanas o los próximos días”.
La preparación de los partidos
Como sucedió en 2012, la formación política gallega que llega a la convocatoria con la maquinaria electoral más engrasada es el PP. A pesar de no tener aún aprobadas sus listas, los conservadores realizan desde hace semanas una intensa precampaña centrada en la figura de Feijóo, que está celebrando encuentros con vecinos y cargos locales del partido en múltiples ayuntamientos del país aprovechando las fechas del verano. Bajo el formato de “tertulia”, concretado en la instalación de un banco en plazas y calles de diversas villas, el titular de la Xunta recoge sugerencias e intercambia impresiones con el electorado en reuniones informales cuyas imágenes son después difundidas con profusión en las redes sociales, ámbito en el que los populares gallegos ya trabajan específicamente desde después de las últimas generales.
La preparación del mecanismo electoral también está notablemente avanzada en el BNG. Los nacionalistas ya ratificaron a Ana Pontón como candidata a la Presidencia el pasado mes de abril y aprobaron definitivamente sus listas electorales en el Consello Nacional del pasado sábado. El mal resultado del 26X ha venido siendo para el Bloque el principal lastre de una precampaña que lanzó inmediatamente después de esos comicios. Pontón celebra desde hace semanas diversos actos sectoriales por diferentes puntos de Galicia que han tenido como una de sus culminaciones hasta el momento la manifestación del Día da Patria, en la que reivindicó a la formación soberanista como clave para “echar a Feijóo”.
Quien también tiene candidato a la Presidencia desde la primavera es el PSdeG, si bien Xoaquín Fernández Leiceaga ha tenido que transitar estos meses entre la construcción de su discurso de precampaña y la sofocación de diversos fuegos internos, como la reestructuración del grupo parlamentario, la elección del senador por designación autonómica y, sobre todo, el proceso de conformación de las listas electorales bajo el mando de la gestora del partido, que culmina formalmente este domingo. El equipo más próximo a Leiceaga apuesta desde hace semanas por alejar el foco de la situación interna para situarlo sobre el planteamiento de propuestas concretas, como el decálogo de iniciativas gallegas dirigidas al próximo Gobierno central o, en los últimos días, la promesa de impulso a traspasos de competencias concretas en el caso de llegar a ser presidente.
En este escenario, el panorama electoral más confuso hasta el momento es el del espacio político de las mareas, que en este tramo final de julio afrontan dos citas que se presentan como trascendentales y que abocan a esta opción electoral a una concreción apresurada: el encuentro autonómico de Podemos Galicia y la asamblea de las mareas convocada al amparo del manifiesto de los alcaldes de A Coruña, Santiago y Vigo. Las incógnitas sobre la reedición o no de la confluencia y de la manera en que se articulará -partido instrumental o coalición- si finalmente se concreta han vendio solapando, hasta el momento, la posibilidad de lanzar las listas al Parlamento y la candidatura a la Presidencia de la Xunta, en la que las diversas sensibilidades de las mareas ven al magistrado Luis Villares como una de las opciones de mayores garantías.
La de las mareas no es, con todo, la única incógnita hacia unos comicios que el PPdeG afronta con un optimismo notablemente mayor al que albergaba a comienzos de año, cuando el declive en las generales lo alejaba ampliamente de la mayoría absoluta en el Pazo do Hórreo. El papel que pueda jugar entre el electorado nacionalista la opción de Compromiso por Galicia, que vuelve a concurrir con Xoán Bascuas al frente, los votos e incluso diputados que Democracia Ourensana pueda captar en su provincia o la capacidad de Ciudadanos de obtener una representación que, eventualmente, pudiera completar la mayoría de Feijóo son otros de los interrogantes a despejar en una carrera electoral que parece definitivamente lanzada.