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El consolidado BNG de Ana Pontón encara en Galicia sus elecciones decisivas

Ana Pontón, candidata del BNG a la Xunta, en su comparecencia urgente tras el adelanto electoral

Daniel Salgado

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El 18 de febrero Ana Pontón aspirará por tercera vez consecutiva a la presidencia de la Xunta de Galicia. Será, sin embargo, la primera en que lo haga desde el liderato de la oposición a la mayoría absoluta del PP. Los 19 diputados obtenidos en 2020 situaron al BNG como segunda fuerza del Parlamento gallego, primero frente a Alberto Núñez Feijóo y, desde mayo del año pasado, a Alfonso Rueda. Pontón (Sarria, Lugo, 46 años) encara ahora sus elecciones decisivas, ha ampliado al máximo el espectro de su audiencia –“soy la candidata de todos los gallegos y gallegas que quieren cambio, votasen lo que votasen en otras elecciones”– y repite que su formación “sale a ganar”.

“Hay muchas maneras diferentes de sentirse gallegas y gallegos y todas son necesarias para construir la mejor Galicia, para construir un país mejor”, declaró el jueves pasado, nada más conocerse la convocatoria electoral. Su discurso ha rebajado aristas ideológicas y su comunicación pública se esfuerza en presentarla como presidenciable. Hace ya meses que realiza una gira por empresas de relieve –entre ellas Inditex–, un gesto en cierta medida ajeno a la tradición de la izquierda nacionalista gallega. Al último debate sobre política general en Galicia, el pasado octubre, llegó con las líneas de fuerza de un programa de gobierno “fuerte, próspero, científico, verde, inclusivo y feminista”.

“Quiero ser presidenta para situar a Galicia entre las naciones más avanzadas”, proclamó entonces. Su seguridad en ese supuesto destino político, sus formas sosegadas y su corrección oratoria han suscitado a menudo en la Cámara gallega burlas nerviosas en los escaños del PP. Y es que las sesiones de control a Rueda se han convertido casi exclusivamente en un cara a cara entre la nacionalista y el sucesor de Feijóo en la Xunta. Este no ha dejado pasar una sola ocasión de recriminarle a Pontón políticas del gobierno bipartito –lo formaron entre 2005 y 2009 el Partido Socialista y el BNG, Pontón era diputada– y su apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.

Hace ya muchos años, concretamente desde 1999, que nacionalistas y PSdeG forman estables coaliciones en ayuntamientos y diputaciones. Es en la actualidad el caso de la ciudad de Lugo o de ese ente provincial y del de A Coruña. El Bloque ha votado además a favor de la investidura de la regidora socialista de A Coruña y ha sucedido a la inversa en Pontevedra y Santiago de Compostela. Lo mismo sucede, por regla general, en localidades de menor población. En 2019 y de nuevo este año, el único parlamentario del BNG en el Congreso, Néstor Rego, ha llegado a acuerdos de investidura con el PSOE, aunque haya mantenido mayor distancia con las políticas gubernamentales que los soberanistas de izquierda vascos o catalanes.

Ascenso electoral

Fue precisamente la reelección de Rego el 23J la única vez en que la trayectoria electoral ascendente del BNG bajo mando de Ana Pontón redujo velocidad. Los nacionalistas se habían conjurado en público para alcanzar grupo parlamentario propio en las Cortes –se necesitan cinco asientos– y aunque subieron ligeramente en apoyos, repitieron un solo diputado. Pero en general, desde que en 2016 Pontón asumió la portavocía nacional de una organización que atravesaba sus horas más bajas, los resultados en las urnas la han acompañado.

La irrupción de otra izquierda, conformada por sectores nacionalistas escindidos del propio Bloque, Esquerda Unida o Podemos, lo había relegado a la cuarta posición del Hemiciclo gallego. En los primeros comicios con ella como candidata, el BNG retuvo seis escaños. Cuatro años más tarde, cuando Feijóo logró su cuarta mayoría absoluta, los nacionalistas absorbieron el voto de los también denominados rupturistas y materializaron un inaudito salto: 19 diputados, 310.137 votos, 23,8%. Es su techo en número de escaños (en votos y porcentaje lo mantiene Beiras, cabeza de lista en 1997: 395.435 y 24,8%). La recuperación también ha alcanzado el ámbito municipal, en el que ha pasado de 190.158 votos y 468 ediles a 248.676 y 590 ediles.

Alfonso Rueda jugó con la fecha electoral y finalmente decidió adelantar cinco meses el final de la legislatura. Su mandato, heredado de Feijóo, no ha durado ni dos años. Como presidente “accidental” o “interino” se ha referido a él Pontón, cuya organización demostró este jueves que estaba preparada para este escenario: prácticamente en tiempo real publicó su primer vídeo electoral. Su estrategia, tras haber establecido contactos con la Anova de Xosé Manuel Beiras y Martiño Noriega que no han de momento fructificado, pasa ahora por ensanchar el electorado más allá de aquellos votantes que se identifican como nacionalistas. “A todos los gallegos y las gallegas que no se conforman con lo malo conocido”, insistió el viernes, “les digo que el cambio es imparable”. En la dirección del BNG manejan encuestas, según ha desvelado el periódico Nós Diario, próximo a los nacionalistas, que sitúan al PP al borde del precipicio de perder la mayoría absoluta.

Fuentes cercanas a la propia Pontón aseguran percibir “pulsión de cambio” en la sociedad gallega y explican que su tarea será impulsarla. También comentan que la demoscopia vuelve a registrar un fenómeno habitual en las últimas elecciones gallegas: una mayoría de la ciudadanía dice preferir un cambio pero igualmente una mayoría considera que no lo va a haber. “Hay que darle la vuelta a eso”, añaden. En cualquier caso, en el BNG entienden que ellos “han hecho los deberes” y esperan que la otra pata de una alternativa al PP, el PSdeG –dan por hecho que Sumar difícilmente obtendrá representación–, también lo haga.

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