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“Hubo casos de madres solteras machacadas por las monjas, que les decían que iban a ser rechazadas por todos”

SOS Bebés Robados ya ha registrado 200 casos

Marcos Pérez Pena

Hace unos años, como un rumor que iba creciendo y haciéndose más tangible mes a mes, comenzó a hablarse en España de los casos de bebés robados en el momento del parto y entregados a familias de adopción. Los casos correspondían a las décadas anteriores a 1980 y no eran uno o unos pocos, sino que hubo millares de denuncias, sobre todo a partir del momento en que los casos comenzaron a ser publicados en los medios. Una muestra de que más que de casos aislados, se trataba de una estructura estable que realizaba estas prácticas de forma sistemática. También en Galicia, donde la asociación SOS Bebés Robados tiene registrados y confirmados más de 200 casos. Su presidenta, Estrella Vázquez, ha participado en una charla informativa en la Facultad de Psicología de la USC, organizada por la Unidad de Atención Temprana de la universidad compostelana.

“Hay historias terribles, te ponen los pelos de punta”, destaca Estrella Vázquez, que destaca que son muchas las personas que se ponen en contacto con su asociación, a veces con la seguridad de haber sido víctimas de uno de estos casos, a veces simplemente con una sospecha. “Les pedimos que busquen todos los documentos que puedan sobre su caso y se los pasamos a nuestros abogados, que lo revisan todo. Y cuando está todo preparado presentamos la denuncia. Este tipo de casos pueden resolverse en días, si tienes suerte, o tardar meses o incluso años. En cualquier caso estos procesos se resuelven finalmente con una prueba de ADN”, explica. “Cuando las pruebas dan positivas, hay que preparar el reencuentro, hay que hablar con las dos partes, porque es un momento duro para todos, y todos llegan con mucho miedo, miedo a ser rechazados, y muchas preguntas, sobre todo por parte de los hijos”. La asociación cumple en esos casos, también, una función de apoyo personal: “a veces tienes que hacer de psicólogo, tienes que convertirte en ese hombro que necesitan en ese momento”, dice.

Estrella Vázquez desgrana una realidad difícil de describir para quien no la haya vivido. “Hay casos en que eran los propios familiares, o algún amigo, que andaban en este mundo, en este negocio, los que se encargaban de robar los niños”, cuenta. De igual manera detalla que, según los relatos de las personas que se acercan a hablar con su asociación, “hubo muchos casos de madres solteras que fueron machacadas por las monjas, que las abochornaban, que les decían que iban a ser rechazadas por todos por ser madres solteras. Les hacían un lavado de cerebro y les daban una medicación que las dejaba dormidas durante un par de días. Y las monjas se quedaban con los bebés y los daban en adopción”. “También te cuentan que no les dejaban ver los cadáveres de los niños, o que no les dejaban enterrarlos en el cementerio que los padres querían”, añade.

“Es un giro de 180 grados en la vida de estas personas”, concluye Estrella Vázquez, y lo mismo piensa la directora de la Unidad de Atención Temprana de la USC, María José Buceta, que destaca que “es un tema muy delicado, que queremos tratar con mucho cuidado”. Buceta critica el tratamiento sensacionalista que se da de los casos de bebés robados en los medios de comunicación y destaca la diversidad de situaciones, pues en muchas ocasiones los padres a los que les era entregado un bebé pensaban que todo era legal, mientras que en otros casos sucedía todo lo contrario. “El impacto psicológico es brutal”, destaca, y “posiblemente esa noticia de que su hijo o hija fue robado es difícilmente superable. Yo misma conozco casos de padres y madres que tienen marcada la fecha en la que perdieron un hijo de unos pocos días, aunque habían pasado ya décadas del suceso”.

La asociación reclama que “esa madre tiene derecho a saber qué pasó en su parto, que pasó con sus hijos” y denuncia que “hay lugares que ponen muchos obstáculos a la hora de darte un papel, y en otros te dicen que se destruyeron los registros anteriores a 1980, y curiosamente se destruyeron en el momento en que comenzó a hablarse de este tema de los niños robados”.

“En las historias ves las coincidencias: los mismos hospitales, los mismos médicos”, explica Estrella Vázquez, que sumando unas y otras historias va construyendo un mapa, una estructura organizada que en esos años estaba a la vista de todos. “Algunos de los padres adoptivos sabían perfectamente de dónde venían los niños que recibían, porque en aquellos años era un secreto a voces. Si quieres un niño, en ese hospital tal médico o tal monja te lo consiguen. Y en ese momento había mucha gente a la que le ofrecían estos niños y se negaban a aceptarlos”. Y que, además, constituía un negocio: “Hay gente que hizo mucho dinero con esto. Que no digan que no cobraban, porque cobraban. Gente que se pasó toda la vida trabajando en el extranjero no tiene las propiedades que acumularon estos”.

Estrella Vázquez conoce la realidad en primera persona, pues hubo afectados en su propia familia: “Mis suegros están buscando a una hija. Y él, que siempre había sido de toda la vida una persona dicharachera, cantante, que le gustan las fiestas, que le gusta la familia junta, pues cuando supo lo que le había pasado, fue como cuando no pagas el recibo de la luz y te quedas a oscuras: perdió la luz. Ahora vive con la cabeza baja, sin gana de nada, llorando todos los días, preguntándose por qué le hicieron eso a él”. Destaca que “mucha gente no lo entiende, le dicen: ”ya tienes seis hijos, ¿para qué buscas?“. Y él responde: ”¿para qué busco? Estoy buscando mi sangre“.

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