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Feijóo condecora a su padre político

Feijóo, durante una comparecencia de Romay durante su etapa en el Sergas / PARLAMENTO DE GALICIA

David Lombao

El Consello da Xunta aprobó esta semana el decreto por lo que concede las Medallas de Galicia de este 2017, cuatro distinciones en su categoría de oro encabezadas por Miguel Ángel Blanco, el concejal del PP de la localidad vizcaína de Ermua asesinado por ETA en 1997. El Gobierno gallego ha otorgado también su máximo galardón a Aníbal Cavaco Silva, expresidente y exprimer ministro conservador de Portugal, y a la aristócrata Isabel Castelo D'Ortega, presidenta de la aseguradora Ocaso, de quien la Xunta destaca su colaboración con entidades sociales. La lista de las Medallas de este año la cierra José Manuel Romay Beccaría, veterano dirigente del PP, exministro, exconselleiro y mentor político de Alberto Núñez Feijóo.

La dilatadísima trayectoria política de Romay, caricaturizada por sus detractores con el apodo de “el ex de todo”, tiene sus raíces en el franquismo, con cargos de segundo nivel en varios ministerios de la dictadura en su última etapa, la dominada por tecnócratas ligados al Opus Dei, y continúa con sucesivas responsabilidades en Alianza Popular y en sus siglas herederas, las del PP. Tras ser vicepresidente del primer Gobierno de la Xunta con Gerardo Fernández Albor y dirigir la Diputación de A Coruña la victoria de Manuel Fraga en las elecciones gallegas de 1989 lo devolvió a la Xunta y fue en ese gabinete en el que comenzó a impulsar la carrera política de Feijóo, entonces un joven funcionario de la Administración autonómica al que en 1991 situó como secretario general -número dos- de la Consellería que dirigía, la de Agricultura, y tres meses después en el mismo cargo de su nuevo departamento, el de Sanidad.

Romay y Feijóo fueron los responsables de poner en marcha el Servizo Galego de Saúde, que Feijóo encabezó, y desde el nuevo ente impulsaron uno de los principales proyectos fallidos de la Xunta en la década de los 90, las fundaciones sanitarias. Estos entes fueron presentados como una fórmula “moderna y flexible” de gestión sanitaria que formaba parte de la red pública pero se regía por las normas del sector privado en ámbitos como la contratación o el pago del personal. Estas fundaciones llegaron a ser cuatro y tuvieron su emblema en la del Hospital de Verín (Ourense), fundada en 1993 y que, según el Consello de Contas, apenas tres años después ya estaba inmersa en una “grave situación financiera” caracterizada por la “falta de control”, la opacidad en las cuentas y la “precariedad” de su personal.

Cuando en 1998 Contas hizo público este informe sobre las fundaciones, que Fraga pasó al sector público en el año 2000 y el Gobierno de coalición de PSdeG y BNG tuvo que rescatar en 2006, Romay y Feijóo ya no estaban en la Xunta, sino en el Gobierno de España que presidía José María Aznar realizando funciones semejantes: el ahora condecorado como ministro de Sanidad y su discípulo político, como presidente del desaparecido Insalud. En la legislatura de la mayoría absoluta de Aznar, la del año 2000, Romay permaneció como diputado en el Congreso hasta que el Gobierno lo situó en la presidencia del Consejo de Estado y Feijóo pasó a la presidencia de Correos, dependiente del Ministerio de Fomento de Francisco Álvarez-Cascos.

El papel de Romay y sus movimientos políticos continuaron siendo trascendentales en la trayectoria del actual líder del PPdeG cuando, en plena catástrofe del Prestige, la dirección estatal del partido lo situó como hombre fuerte del atribulado Gobierno de Fraga en la Consellería de Política Territorial en sustitución de Xosé Cuíña. Los 'birretes' de Romay remudaban así las 'boinas' que lo habían humillado en público -él había sido uno de los enviados 'al gallinero' en el congreso del PPdeG en 1998- en un departamento clave de la Xunta, pero también tomaban posiciones ante la inminente sucesión de Fraga, que las elecciones de 2005 contribuyeron a acelerar. En aquellos tensos meses de hace 12 años Romay fue voz y mano de la madrileña calle de Génova en Galicia, también en la batalla por los avales y en la recta final hacia el congreso de 2006 que acabó teniendo a Feijóo cómo único candidato y que el presidente presenta reiteradamente como un proceso de primarias.

Romay iba sumando veteranía y durante un tiempo desapareció del primero plano de las fotos, que iban ocupando miembros de su descendencia política como Carlos Negreira, Adolfo Gacio o el propio Feijóo, quien incluso heredó personal de confianza de su maestro. El 'ex de todo', pilar del PP de A Coruña en el que el partido apoyó buena parte de su regreso al poder en 2009, se situó de nuevo en 2010 bajo los focos cuando Mariano Rajoy lo reclamó para ocupar la tesorería del partido inmediatamente después del estallido de los casos Gürtel y Bárcenas, cargo que compatibilizó con un breve paso por el Senado por designación del Parlamento gallego hasta 2012, cuando regresó a la presidencia del Consejo de Estado.

Desde la Xunta y el PP gallego se resta a este reconocimiento cualquier matiz partidario. “Hablamos de un hombre de Estado que sabe lo que es trabajar por Galicia desde todas las Administraciones públicas” y “nunca entendió servir a Galicia y trabajar por España como una disyuntiva”, defiende Feijóo.

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