“Greenpeace nos avisó de los vertidos radiactivos pero su barco se averió y los gallegos fuimos solos en el 'Xurelo'”
El 35 aniversario del fin de los vertidos nucleares en la Fosa Atlántica, frente a las costas de Galicia, supone también el 35 aniversario de la llegada de Greenpeace a España, de la mano de marineros y políticos gallegos. La aventura de interponerse delante de los cargueros para evitar que tirasen los bidones radiactivos al mar la personificó un pesquero, el Xurelo, hundido y después desguazado en diciembre de 2002, hace ahora 15 años. Pero sus tripulantes en aquella singladura aún la recuerdan. Como Manuel Méndez, de Cangas, quien muestra su indignación porque su éxito interrumpiendo entonces los vertidos no se vea ahora continuado en el tiempo con una supervisión de los mismos, algunos de los cuales se acercan ya a las siete décadas bajo el mar.
Greenpeace había nacido en 1971 en Canadá y llevaba una década ampliando en todo el mundo sus ámbitos de actuación. A finales de los 70 la organización había comenzado a cargar contra los últimos buques y factorías balleneras que quedaban en Galicia, que acabarían cerrando en los 80. Pero a principios de esa década pusieron el foco en los vertidos de residuos nucleares que se seguían realizando en mares de todo el mundo, también frente a Europa, lo que los acabaría uniendo en sus intereses con los marineros gallegos a los que antes había criticado, paradoja que destacan desde la propia Greenpeace.
La organización ecologista contactó en verano de 1981 con Esquerda Galega, liderada por Camilo Nogueira, y alertó de que en otoño, como venía pasando en años anteriores, cargueros de varios países iban a tirar residuos nucleares en el Atlántico y Galicia era la tierra firme más próxima. Greenpeace proponía acompañar con su barco Sirius a quien estuviese dispuesto a interponerse en los vertidos. En Esquerda Galega, recuerda Méndez, intentaron conseguir más apoyos para fletar un barco, “pero los ayuntamientos miraron para otro lado”. En su búsqueda de ayuda acabaron encontrando en Ribeira a Ángel Vila, patrón del Xurelo, que “ofrecía su barco si le cubríamos los gastos”.
Así fue como un grupo de miembros de Esquerda Galega, marineros y periodistas embarcaron en el Xurelo el 15 de septiembre de 1981. “Pero cuando salíamos del puerto llamaron de Greenpeace diciendo que el Sirius estaba averiado en Plymouth y fuimos sólos los gallegos”, recuerda Méndez. “Con el Xurelo y la tecnología de la época, sin GPS, costó mucho encontrar en mitad del Atlántico a los mercantes que llevaban los bidones, pero hoy cualquier gobierno u organismo que estuviese interesado en controlar la contaminación podría localizarlos fácilmente”, se lamenta Méndez.
Tras la repercusión que consiguieron en su primera incursión en el Atlántico, un año después los adelantados del Xurelo ya consiguieron compañía. Ayuntamientos gallegos ofrecieron ayuda y fletaron otros dos pesqueros, el Pleamar y el Arosa I, a los que en esta ocasión se unió el Sirius de Greenpeace. Previamente, militantes de Esquerda Galega ya habían intentado bloquear el embarque de los residuos en Holanda. El resultado, el perseguido: 1982 fue el último año en que se vertieron residuos radiactivos frente a las costas gallegas. La presión social internacional hizo que los estados implicados acordasen una moratoria temporal que se convirtió en permanente.
30 años después de la aventura del Xurelo, a finales de 2012 Ribeira acogió un homenaje a su patrón, Ángel Vila, fallecido un año antes. Ahora, 35 años después de los últimos vertidos del otoño de 1982, 140.000 toneladas de residuos depositadas desde 1949 siguen en el fondo del Atlántico.