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La 'raia' gallego-portuguesa: más una costura que una frontera

Acto de Ponte nas Ondas en la fortaleza de Valença do Minho, frente a Tui

Marcos Pérez Pena

“No hay que contemplar las fronteras como líneas divisorias, sino como regiones de convivencia e intercambio, de ósmosis e hibridación, en las que se crea un tipo de cultura peculiar con trazos característicos comunes a diferentes áreas fronterizas. La raya gallego-portuguesa contemplada no como un límite sino como una costura”. El Consello da Cultura Galega y el Instituto da Lingua Galega presentaron este jueves un libro que reflexiona sobre la frontera entre Galicia y Portugal desde una perspectiva histórica, antropológica y lingüística.

Lingua e identidade na fronteira galego-portuguesa, coordinado por Julio Sousa, Rosario Álvarez y Marta Negro, tiene su base en un simposio multidisciplinar, celebrado en 2013 en Compostela, en el que participaron 21 especialistas en los campos de la historia, la antropología, la geografía, la comunicación y la lingüística. Asimismo, hace referencia a dos efemérides: el 75º aniversario de la publicación del trabajo de Hans Schneider sobre el gallego fronterizo en la comarca de la Limia Baixa, una de las obras pioneras de la dialectología gallega, y el 150º aniversario de la fijación definitiva del trazado de la raya seca entre Galicia y Portugal, a través del Tratado de Límites.

El libro está encabezado por un trabajo del profesor de Historia de la USC, Carlos Baliñas, que pone en tela de juicio la idea, “muy extendida tanto en el ámbito político cómo académico”, de que la separación política –también cultural y lingüística– de Galicia y Portugal en la Edad Media “fue un avatar circunstancial de la historia como consecuencia de una imposición política de las elites gobernantes”. El historiador señala que “ya desde comienzos del siglo XI comienza a hablarse de dos territorios diferenciados y que son identificados como tales tanto por las elites gobernantes como por sus pobladores”, y añade que “el proceso de divergencia política y territorial fue trascendiendo más tarde a otros ámbitos de la vida cultural, social y económica de los dos territorios”.

Mientras, Luis Manuel García Mañá hace un repaso por la historia de la frontera entre Galicia y Portugal, sus conflictos y su proceso de fijación, y sobre su indefinición, que se mantuvo durante siglos, hasta el Tratado de Límites de 1864. García Mañá ahonda en el Couto Mixto y también en los llamados “pueblos promiscuos”, situados en la misma raya fronteriza e integrados por habitantes gallegos y portugueses, que acabarán por ser integrados en Portugal. Estas aldeas, Soutelinho, Cambedo y Lamadarcos, tenían incluso casas construidas en la misma línea divisoria, hasta el punto de tener una puerta para Galicia y otra para Trás-os-Montes.

El autor analiza también el trabajo de la Comisión Mixta de Lindes, que encontró problemas a la hora de establecer la pertenencia de algunos lugares a uno u otro estado debido a la falta de acuerdo entre el vecindario. Este tema también es tratado por la antropóloga Paula Godinho, que analiza los conflictos en el tramo de frontera situado entre aldeas de Chaves y de Vilardevós. Para Godinho, la distancia entre la legislación y las necesidades locales era “inconmensurable”, lo que llevó a la población rural a convertirse en dinamitadora del orden social debido a las alteraciones sufridas en su modo de vida con la nueva demarcación territorial.

La lengua

Otros textos se centran en el aspecto lingüístico. Soraya Suárez e Irene Santos presentan los resultados de un estudio realizado en 21 localidades rurales de los ayuntamientos de Lobios, Muíños, Calvos de Randín, Baltar, Cualedro, Monterrei, Oímbra, Verín y Vilardevós, en la raya seca ourensana. Las autoras buscaban conocer la percepción identitaria y lingüística de los gallegos y gallegas que viven cerca de esta zona fronteriza. Destacan “la evaluación positiva general que realizan sobre el habla local y también sobre la manera en que emplean esta variedad como forma de identificación y de contraste con respecto a la variedad hablada por los portugueses”. Aunque 14 personas consideraron que su forma de hablar se identificaba más con la de otros sitios de Galicia, otras siete opinaron que se asemejaba más a la variedad de sus vecinos portugueses.

Por su parte, Elisa Fernández Rei, Lurdes de Castro Moutinho y Rosa Lídia Coimbra firman un estudio dialectométrico para determinar áreas geolingüísticas que comparten una entonación próxima, a pesar de estar en lados distintos de la frontera, preguntándose si la frontera política que separa a Galicia de Portugal constituye también una frontera prosódica entre gallego y portugués. La investigación se completó con un estudio perceptivo que mostró “la dificultad de los hablantes de una y de otra orilla del Miño en identificar la prosodia de algunas variedades, especialmente las de las Rías Baixas, y adscribirlas como gallegas o como portuguesas”.

Finalmente, Helena Pousa, estudiosa de la variación lingüística en la raya húmeda, se centró en la “permeabilidad de la frontera” y en la comunicación entre comunidades fronterizas, destacando la afinidad léxica en el espacio fronterizo del Miño, desde Salvaterra y Monção hasta su desembocadura.

 

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