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La brecha de género de la tecnología: ¿por qué hay (o lo parece) pocas mujeres al frente de 'startups'?

Analía Plaza

Lo de la fotografía es el mosaico de mentores que apoyarán a la próxima hornada de emprendedores en SeedRocket, una aceleradora de negocios (una especie de campamento empresarial en el que varios proyectos de base tecnológica reciben formación y acceso a inversión) que empieza en noviembre. Todos ellos han fundado, han sacado adelante empresas de internet y son, diríamos, casos de éxito. Su papel será asesorar a los equipos más jóvenes para que sus productos triunfen, la industria siga creciendo en España y todos seamos felices y comamos perdices. Son 27 y entre ellos hay solo una mujer. ¿Por qué? ¿No hay casos de éxito de emprendedoras tecnológicas?

Marta Esteve es, probablemente, la empresaria de internet más conocida en nuestro país. Cofundadora de Toprural, fundadora de Rentalia y actualmente lanzando Soysuper, un comparador de precios de supermercados, nos atiende al teléfono para hablar sobre el tema, igual que participa en foros y encuentros de mujeres. Consciente de que existe, cree que esta brecha tiene que estrecharse, y para ello, “es importante que haya referentes que expliquen su caso: todo foro que pueda poner en visibilidad casos de éxito de mujeres siempre es bueno”.

¿Por qué hay pocas mujeres fundadoras de 'startups'? ¿Por qué la representación femenina es tan baja en un sector tan en teoría meritocrático como el de la tecnología e internet? Nos hemos tomado la molestia de contar cuántos proyectos fundados o cofundados por mujeres hay en dos aceleradoras españolas (8 de 25 en SeedRocket, 12 de 47 en Wayra) y también de ver qué mentores trabajan en otras (solo una mujer en la edición de este año de Plug and Play). En la cantera (al menos en la mediática), El Confidencial no incluye a ninguna mujer entre los diez CEOs tecnológicos más prometedores. Y si tomamos como referente la lista que publicó El País sobre los amos de Internet en España, sólo encontramos a una mujer (Marta) entre los diez.

Y no es, por supuesto, el único ejemplo: Pilar Manchón fundó Indysis, dedicada a la implantación de asistentes virtuales en la Red y que cuenta con Intel entre sus inversores; Gemma Muñoz, la consultora tecnológica Mind Your Analytics; Carlota Pi, la compañía eléctrica online Holaluz; María Alegre, la plataforma para desarrolladores de juegos Chartboost, Elena Peyró, la red de carreras en taxi compartidas JoinUpTaxi; Mar Alarcón, la plataforma de alquiler de coches entre particulares Social Car; Laura Martínez, la red de intercambio de casas Knok.es, Helena Grau, el catálogo para profesionales de los materiales Matmax... “Claro que hay mujeres que montan 'startups'. Pero son muchas menos y las pocas que hay no son muy visibles. Un tío con la misma trayectoria se encarga. Se mueve, se va a hablar a eventos... En el caso de las mujeres eso no ocurre con tanta frecuencia”, sostiene Patricia Araque, fundadora de la red Ellas2, que promueve que las mujeres funden más 'startups'.

“Si no nos introducimos en una industria de futuro como esta, va a quedar en manos de hombres. La tecnología tiene una huella masculina muy potente. ¿Por qué no hay mujeres detrás de las grandes compañías que han sido disruptivas en tecnología? No hay estudios científicos, pero mi experiencia me dice que un factor es la falta de referentes. Si hay pocas y son invisibles, no hacen de locomotoras. También la falta de redes: cuando pones un negocio tecnológico las redes de inversión son diferentes y si tienes falta de redes, y las mujeres tendemos al ostracismo, es una barrera más. Y la capacitación: solemos perder antes el interés en la tecnología”, continúa Araque. Guernica Facundo, autora de 'El Libro Rojo de las Mujeres Emprendedoras' y experta en temas de género en el mundo de la empresa, considera que “hay oportunidades que [las mujeres] no están pudiendo aprovechar, no por el hecho de ser chica, sino porque hay toda una serie de estructuras detrás que funcionan como una máquina. Hay que preguntarse por qué las cosas son así. Y cuando empiezas a rascar, la respuesta no es única”.

Distribución por sexo de los alumnos matriculados en ingeniería informática en España

“Nos cuesta encontrar chicas para trabajar con nosotros”, comenta Jacobo García, administrador de sistemas en BeBanjo. En otras carreras técnicas el porcentaje de mujeres es menor (suele rondar el 30%), pero el dato de ingeniería informática es claro: las mujeres son el 15% del total. “Para que veas lo complejo que es el tema: en la Politécnica de Cataluña hace años la informática se llamaba Ciencias de la Información y más o menos había 50 y 50 por ciento. Se cambió la terminología y pasó a llamarse, primero, Licenciatura en Informática y luego Ingeniería Informática. Bajó la matriculación. No es que cambiaran los contenidos, pero hasta entonces la llamada era más neutra. En el momento en el que dices 'ingeniería' suena a mecánica, maquinaria y complejidad ténica. Con lo cual las mujeres, que en general hemos estado educadas no especialmente para ser muy duchas en la maquinaria, sin ser muy conscientes, no se matriculan”, cuenta Facundo.

En la facultad de Informática de la UPC, conscientes de que el ratio femenino es muy, muy bajo, han desarrollado programas para aumentar la matriculación de mujeres. “Llevan ya tiempo trabajando en ello”, cuenta Guernica. “Y cuando se ponen, siempre se plantean: es que tendríamos que ir antes, al bachillerato. O antes, a la ESO. Cuando empiezas a tirar del hilo, ya sé que suena estereotipado, pero con los regalos de reyes de la niña o del niño ya estás condicionando su futuro”.

Distribución por género de la actividad en las distintas fases del proceso emprendedor en España

No se le puede echar toda la culpa a la formación técnica: será por CEOs varones que carecen de ella... En creación de empresas también hay brecha de género (ellos montan más negocios que ellas) y los proyectos son de otro tipo. El Global Entrepreneurship Monitor, estudio de referencia internacional sobre emprendimiento, elaboró en 2012 un informe especial sobre empresa y mujer con varias conclusiones: ellas emprenden sobre todo en el sector de servicios de consumo, el tipo de empresa es más pequeño, con menos perspectivas de crecimiento e internacionalización y, por lo general, sin cofundadores. Y cuando se trata de un negocio de internet o tecnología (sector en el que, de por sí, ellas entran menos), todo esto afecta a una variable (bastante) importante: la financiación externa.

“A las mujeres les cuesta más montar un equipo muy potente y una estructura atractiva para un 'venture capitalist'”, considera Marta Esteve. La financiación de 'startups' se mueve de forma diferente a la de empresas de sectores más tradicionales: aquí la teoría es que hay que crecer muy rápido en poco tiempo (si no lo haces deprisa se te adelantan) y vender o salir a bolsa. Para eso hace falta bastante dinero, pero como el potencial es tan alto (¡podrías ser el nuevo Google!) hay inversores que ponen su dinero en estos proyectos (los 'venture capitalists') esperando un retorno rápido. “La mujer, en general, es más conservadora y de menos socios. Yo creo que por el planteamiento de los 'business plan' de las mujeres, de no llevar el riesgo a su límite, hay menos 'match' entre 'venture capital' y mujeres. Si aparece un buen proyecto, no hay problemas de género. Hablé una vez con una 'venture capitalist' americana, de las poquitas que hay, y le pregunté por la diferencia entre los planes de negocio entre ellos y ellas. Me dijo que las mujeres tienen proyectos menos agresivos. El 'venture capitalist' quiere unos proyectos más ambiciosos, no autoempleos”, añade.

En Estados Unidos, un estudio de la Universidad de Standford se preguntó por qué las mujeres solo reciben el 4,2% de todo el capital riesgo. ¿Era el género un factor? Los autores encontraron que no tener formación técnica afectaba negativamente a ellas más que a ellos y que ellas necesitan tener mejores contactos que ellos para acceder a financiación. En España no hay datos que crucen capital riesgo y género, pero en cualquier caso Patricia Araque insiste en que “hay que crear la conciencia de que la mujer es 'invertible'. Me he encontrado casos en los que preguntan por la posibilidad de tener un hijo. No digo que sea sistemático”. No parece serlo, pues ninguna de las otras fuentes consultadas para este reportaje conoce experiencias similares. Sobre este asunto, Esteve cree que para un inversor puede ser considerado riesgo combinar una 'startup' y el nacimiento de un hijo; Facundo, que a un hombre no se lo preguntarían.

“Así se generan las burbujas”

No hay muchas mujeres inversoras. Pedro Trucharte es director de la red de 'business angels' Madri+d (los que ponen el dinero al principio de un proyecto, cuando a veces es sólo una intangible idea) y socio director de Inveready (grupo de capital riesgo, que son los que invierten en el momento de crecimiento). Reconoce que hay muchas menos mujeres inversoras. ¿La razón? El inversor habitual es la persona que tiene o ha tenido una empresa, o el ejecutivo que ha salido de ella e invierte en proyectos, y menos mujeres están en esa posición.

Marta Esteve también es inversora. “Invierto en proyectos, pero no busco esa rapidez de cuatro, ocho años, de salida”.

“Los estudios”, continúa Facundo, “explican que las inversiones por parte de ellas son distintas, porque hay una inversión en proyectos a más largo plazo, que buscan menos lo de ganar hoy para mañana fulminarte los activos. Hay una orientación más diversificada, de no poner todos los huevos en la misma cesta y de hacer inversiones con menos retorno pero también con menos riesgo. Eso desde el punto de vista de quien invierte. Pero quienes invierten son hombres”.

“Hagamos la lectura al revés: están invirtiendo en proyectos de más envergadura que les van a reportar ingresos mucho más rápido. Y así se generan las burbujas. Es una forma de entender la economía. Si hay pocos proyectos de mujeres que llegan a fondos de inversión de capital riesgo e incluso a bolsa es porque no responden a esos patrones de máximo beneficio hoy, y mañana ya veremos. En general, las mujeres emprendemos no tanto para crecer rápidamente y fulminar el proyecto, sino para hacer de ese proyecto parte de nuestra vida”, añade.

“Una mujer puede perfectamente igual que un hombre”

Tipo de formación, tipo de proyecto, riesgo, falta de referentes femeninos y redes en las que se mueve la financiación llevan de vuelta a la foto de arriba: un, sí, sector meritocrático en el que los más visibles casos de éxito son de hombres. “En tecnología, como las mujeres no sienten que sea un entorno muy afín, entran con más cuidado. Cuando una mujer puede perfectamente igual que un hombre”, considera Esteve. Por eso, todas las mujeres con las que hemos hablado creen en el papel de las organizaciones que promocionen su rol en la industria de internet. Como decían Ellas2, “esto es un ecosistema meritocrático: todos y todas tenemos las mismas oportunidades, pero hay que hacer un trabajo que tiene que ver con visibilidad y concienciación”.

Y eso que podría haber escépticos... Y escépticas. “Mis hermanas”, cuenta Facundo, “tienen 29 y 22 años; yo tengo 39. Lo veo en ellas. Hay una generación de mujeres que han vivido en igualdad de acceso a oportunidades y lo ven como 'a mí nadie me tiene que regalar nada, no me tienen que dar más importancia porque sea chica'. Y yo digo que sí, eso es cierto. Pero...”.

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