Las voces de los internautas españoles en el nuevo gobierno de internet
A principios de octubre, ICANN, la organización sin ánimo de lucro que controla los registros de direcciones de internet (el sistema DNS) dejaba de operar bajo el paraguas del Gobierno de Estados Unidos. Se convertía entonces, en base a todas las funciones que desempeña, en una suerte de gobierno de la Red gestionado a través de un sistema en el que están presentes todas las partes implicadas.
Entre el mar de siglas y organizaciones que lo integran, hay una de especial relevancia para los usuarios: At-Large, la entidad que da voz a los internautas de a pie y que procura velar por los intereses de los cerca de 3.500 millones de habitantes que ya pululan por la Red de redes.
A pesar de ello, tanto At-Large como su representación en la ICANN –el At-Large Advisory Committe (ALAC)– siguen siendo absolutos desconocidos para buena parte de los usuarios a los que representan. Cadenas de correo, videoconferencias y voluntariado de por medio, sus miembros trabajan día a día para que los intereses comerciales de las empresas y los de los distintos gobiernos no se impongan sobre el bienestar, la seguridad y la libertad de los internautas.
Estructuradas en cinco regiones que reciben el nombre de RALOS –AFRALO, de África; APRALO, de Asia, Australia y las islas del Pacífico; EURALO, de la región europea; LACRALO, de Latinoamérica y las islas del Caribe y NARALO, de Norteamérica– , un total de 209 estructuras forman la base de la comunidad At-Large.
Desde grupos relacionados con los derechos de los consumidores hasta organizaciones académicas. Además, aquellos interesados que no quieran formar parte de una asociación pueden participar de forma individual, aportando también su conocimiento y su trabajo. En España hay dos miembros, la Asociación de Usuarios de Internet y el ISOC catalán, que trabajan por acercar las cuestiones sobre la gobernanza de internet a la sociedad y sensibilizarla sobre temas de acceso, seguridad, privacidad y legislación.
Las preocupaciones de cada región son diferentes. “En algunos sitios la preocupación sigue siendo el acceso; en otros países, en cambio, es la libertad. En países más desarrollados las preocupaciones apuntan a la privacidad y las nuevas aplicaciones, que ahora se basan en más y mejor información personal para poder personalizar los servicios, lo que, a su vez, implica un menoscabo de tu privacidad”, explica a HojaDeRouter.com Miguel Pérez Subías, presidente de la Asociación de Usuarios de Internet, miembro de EURALO.
“Estamos trabajando en un cambio de modelo”, añade. “Ahora esos datos son propiedad de las empresas y queremos un diseño en el que los datos sean nuestros para usarlos como queramos”.
Otra de las preocupaciones de los usuarios europeos, y por tanto de EURALO, es la jurisdicción. A veces, cuando se adquiere y se registra un dominio en Europa, el comprador puede acabar sin darse cuenta sujeto a las leyes norteamericanas, lo que en caso de conflicto puede suponer un problema.
El WHOIS, el protocolo que permite determinar el propietario de un nombre de dominio, también es protagonista de muchas conversaciones y trabajos. “Está la visión de los que piensan que debería ser confidencial, porque cuando un individuo registra un dominio tiene que dejar todos sus datos ahí, y eso no es bueno. Pero también hay quien argumenta que, si por ejemplo tienes una web que vende algo en internet, realmente se necesita poder comprobar si la compañía detrás de ese nombre existe”, explica Olivier Crepin-Leblond, presidente de EURALO.
Por su parte, Jordi Iparraguirre, presidente de ISOC-CAT, el capítulo catalán de la Internet Society, comenta que los RALOS de África y Latinoamérica tienen un gran empuje y vitalidad. “Hay muchas ganas, puede también que porque queda mucho por hacer”, concreta.
A pesar de esta implantación, del trabajo duro de los RALOS y de su presencia a lo largo de todo el planeta, la pregunta es inevitable: ¿pueden 209 estructuras ser representativas de los casi 3.500 millones de usuarios de internet?
“Están repartidas en las cinco regiones, por lo que tenemos un buen equilibrio”, responde Crepin-Leblond. “Algunas son pequeñas; otras, enormes. En la India, por ejemplo, tenemos algunas con decenas de miles de miembros. Esta estructura ofrece la posibilidad de tener un visión muy diversa y es una buena muestra de la población”.
Sin embargo, el presidente de EURALO reconoce que algunas de las posturas consensuadas que intentan defender ante la ICANN pueden no ser tan legítimas como si todos los usuarios de internet pudieran votarlas de antemano. “Puede que no representemos en concreto a cada usuario final, pero sí que representan sus intereses”, concreta.
Por su parte, Iparraguirre cree que la comunidad, aunque es bastante representativa, todavía puede serlo mucho más. “Cuesta muchísimo convencer a la gente de que se meta en este mundo y de que se interese por la gobernanza de internet”, asegura.
Respecto a los perfiles de los miembros de esta gran comunidad, los tres expertos coinciden en que son muy variados. Tecnólogos, gente especializada en derecho, profesores, miembros de organizaciones civiles, personas relacionadas con los derechos humanos (sobre todo en África y Asia), asociaciones que trabajan por un acceso a internet asequible… La lista es casi interminable. “Todos nuestros miembros tienen un componente de usuario final e interactúan con ellos cada día”, concreta Crepin-Leblond.
La presencia en ICANN
Dentro de la Junta de Gobierno de ICANN, la encargada de tomar todas las decisiones que afectan a la organización y, por lo tanto, a la mismísima internet, la comunidad de At-Large tiene 1 de los 16 asientos con derecho a voto. Esto implica que tiene una menor representación que, por ejemplo, la Organización de Apoyo para Nombres de Dominio con Código de País (ccNSO), que representa a los registros de dominios de nivel superior geográfico (ccTLD) –entre ellos el '.es' de España–, o la Organización de Apoyo para Nombres Genéricos (GNSO), que representa a los registros de dominios de nivel superior genéricos (gTLD) –entre ellos los viejos '.com' o '.net' pero también los nuevos '.blog' o '.tech'–. Ambas tienen dos lugares.
Sin embargo, este número menor de de sillas encuentra justificación en la historia reciente de la ICANN. En su diseño original, la junta directiva era seleccionada por gente de todo el mundo. En aquellos primeros comicios, un número pequeño de organizaciones jugaron con el sistema de votación para intentar colocar a sus candidatos. Fue entonces cuando se decidió modificar el sistema y, un poco a modo de castigo, amparándose en que había sido la comunidad de internet la que había hecho trampas, ICANN no le dio a At-Large ningún asiento. Pasados unos años, en 2009, la comunidad pidió dos lugares, pero la junta únicamente les concedió uno. Ahora, Crepin-Leblond espera que una de las próximas solicitudes de At-Large sea el segundo asiento que les equipare a otras organizaciones con intereses más económicos y políticos.
“Uno no es suficiente en este momento”, reconoce. “Cuando piensas en ICANN y en el hecho de que, en definitiva, debería estar llevando el sistema de dominios pensando en el interés de los usuarios finales… No es una organización que esté ahí para apoyar a la comunidad de los dominios y a la industria, sino que está ahí para que todo funcione, para que se pueda confiar en el sistema y para asegurarse de que los usuarios pueden emplearlos de una forma que sea útil para ellos. Entonces, si otras organizaciones con otros intereses tienen dos lugares y nosotros uno solo, ¿es ICANN una organización que está ahí para el usuario final?”.
Miguel Pérez Subías también aporta una nota negativa. En su opinión, a pesar de la influencia que intenta tener At-Large en el sistema de dominios, “el control real sigue estando en manos de Estados Unidos. Si hay buenas ideas, pues nos las copian, pero el control real sigue estando en manos americanas, directa o indirectamente”, censura.
A pesar de ello, siempre que ICANN olvide que representa a la gran comunidad de internet y que su juicio se vea presionado por los intereses comerciales, At-Large, a través de su comité y de su miembro en la junta, estará ahí para recordarles que hay 3.500 millones de personas cuya opinión, más allá del dinero y la política, debe escucharse.
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Todas las imágenes de este artículo son propiedad de At-Large (1, 2, 3 y 4)