Facebook te saca de contexto: si escribes a través del chat, parecerás desesperado
De sobra sabemos que nuestros gestos, el tono de nuestra voz o la forma en que expresamos las ideas pueden dar a entender una cosa u otra en un diálogo. Nuestro interlocutor puede intuir cómo nos encontramos e ir más allá de las palabras que hemos propunciado si se fija, por ejemplo, en la posición de nuestro cuerpo. Con las redes sociales de por medio eso no debe preocuparnos, pero sí hay otros condicionantes similares.
Un estudio de Chantal Jandard demuestra que en Facebook, más allá de las palabras que empleamos, hay otros factores que influyen en el significado de los mensajes. Concretamente, ha descubierto que las distintas interfaces, las diferentes formas de hablar con nuestros amigos que ofrece esta red social, determinan en cierta medida lo que entienden los destinatarios.
La idea surgió, como nos cuenta esta diseñadora canadiense, al ver la reacción de una amiga al recibir un mensaje de un chico que había conocido la noche anterior. Cuando vio un texto bastante largo en la ventana del chat de su 'smartphone', exclamó: “¡Menuda novela!”. Y no era para menos, ya que el mensaje ocupaba toda la pantalla del dispositivo. Tal fue la impresión que el contenido pasaba a un segundo plano. Poco importó que las palabras fueran acertadas.
Chantal decidió investigar si su amiga habría actuado de la misma forma en caso de que la visualización del mensaje hubiera sido diferente. “Los mensajes parece más largos en interfaces compactas y más cortos en interfaces amplias”, explica Jandard a HojaDeRouter.com. “La longitud percibida del mensaje afecta a la interpretación”.
Para demostrarlo, la diseñadora llevó a cabo un estudio para el que mostraba a los participantes un mismo mensaje en distintos soportes. Desde el chat hasta la ventana de esa misma conversación ocupando toda la pantalla del ordenador o el texto plano sin ningún formato. Ante este material, los encuestados tenían que indicar qué les evocaba el contenido. Del 1 al 5, tenían que evaluar si Alex, la chica ficticia que había escrito el mensaje, mostraba signos de desesperación, de confianza, de audacia, de torpeza, de masculinidad o de feminidad. Las palabras eran estas:
Una vez recopiladas la respuestas de las 1.320 personas que se animaron a participar en el estudio, Chantal descubrió que su hipótesis se cumplía en la mayoría de los casos. Cuando el mensaje aparecía en el chat de Facebook, la gente percibía a Alex, la autora imaginaría, más desesperada, más torpe y menos segura. ¿La razón? Que las diversas frases se muestran como mensajes diferentes, con una delimitación muy clara entre uno y otro, y al tratarse de una columna demasiado estrecha el contenido parece más extenso.
Como apunta la diseñadora, “demasiados mensajes, o mensajes demasiado extensos, pueden dar la vuelta al control de la conversación y hacer que sea desequilibrada e incómoda”. Lo cual no quiere decir que debamos evitar a toda costa el chat de Facebook para hablar con nuestros amigos o con alguien que acabamos de conocer. Como afirma Chantal, “el contexto lo es todo”.
Hay que tener en cuenta las circunstancias que rodean a cada conversación, incluida la que usó la autora en el experimento. Algo tan simple como unificar el mensaje -todo el texto junto en lugar de dividido en varias partes- podría dar lugar a otra interpretación por parte de los voluntarios que completaron la encuesta. “En el estudio se mandaron varios mensajes cortos. Es difícil saber cómo hubiera cambiado el efecto si se hubieran mandado de otra forma, pero sería interesante verlo”, comenta Chantal.
De la misma forma que ocurre cuando hablamos con alguien en persona, “la interfaz se convierte en parte de nuestro lenguaje corporal digital”, apunta Chantal. De ahí que destaque la responsabilidad de los diseñadores a la hora de planificar los elementos. “Deben ser conscientes de la fricción social que están introduciendo o reduciendo, y deben preguntarse '¿cómo hará esta interfaz que los demás vean a mi usuario?' y '¿cómo afectará esta interfaz a la calidad de sus interacciones sociales?', señala la diseñadora.
Por supuesto, más allá de las interfaces, hay otros componentes en las nuevas formas de comunicación digital que influyen directamente en la conversación. Detalles como la tipografía que se emplea, ya que algunas resultan más creíbles que otras, pueden ser determinantes a la hora de condicionar las relaciones personales que se establecen a través de una red social.
Además, como ocurre en otras 'apps' de mensajería instantánea, ciertos factores de la configuración de la propia plataforma pueden revelar información involuntaria. En WhatsApp, por ejemplo, puede decir mucho sobre el estado del interlocutor el tiempo que aparece el “escribiendo...” bajo el nombre del contacto. Suele denotar que la persona está pensando mucho (o poco) la respuesta.
La investigación de Chantal se ha limitado a analizar Facebook, pero sus conclusiones podrían extenderse fácilmente a las demás redes sociales. “Tendríamos que llevar a cabo más estudios para comprobar si el mismo efecto se produce en otras aplicaciones, pero apuesto a que lo haría”, afirma Chantal.
“Como este estudio ha demostrado, las plataformas sociales nos acercan, pero los malentendidos por culpa de las interfaces nos pueden alejar”, sentencia la diseñadora. Ya lo decía Marshall McLuhan allá por 1960: “El medio es el mensaje”. Y eso que, por aquel entonces, la tecnología aún no condicionaba nuestras relaciones sociales.
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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Facebook, Chantal Jandard y Thomas Leuthard