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Así ha desembarcado la tecnología en la prensa española a lo largo del último siglo

Este es Televox, creado por la empresa británica Westinghouse Electric and Manufacturing

Lucía Caballero

La revista valenciana ‘El Temps’, adelantada a su tiempo, está considerada como el primer medio de comunicación español en inaugurar su versión electrónica. Lo hizo en el verano de 1994, cuando el número de webs patrias no superaba la veintena. La siguieron, un año después, los principales diarios de Barcelona: ‘Avui’, ‘El Periódico de Catalunya’ y ‘La Vanguardia’. Otras cabeceras, como ‘El País’ o ‘El Mundo’, no estrenaron su rostro digital hasta 1996.

Parece que internet siempre ha estado ahí, y que la época en que no podíamos preguntar a Google el significado o grafía correcta de una palabra pertenece a la Prehistoria. Pero hubo un tiempo en el que las páginas de los periódicos, además de anunciar coches con “tapicería en terciopelo”, se referían a una “red ‘internet’ que vincula entre sí ordenadores de centros académicos, empresariales y militares”. Porque aquello era internet en 1990.

“El periodismo da testimonio de todo lo que pasa en el mundo y lo refleja”, recuerda a HojaDeRouter.com Judith González, filóloga y codirectora del Manual de Estilo de Fundéu. La Fundación del Español Urgente es la impulsora del proyecto Aracne, desarrollado junto a la empresa Molino de Ideas con el objetivo de analizar la evolución del lenguaje en la prensa española entre 1914 y 2014.

Para ello han analizado un corpus integrado por 5.167 artículos de cuatro diarios generalistas que publican desde principios del siglo pasado. Al seleccionarlos, se encontraron con una restricción: solo podían quedarse con aquellos que tuvieran ejemplares digitalizados, puesto que necesitaban aplicar herramientas informáticas para obtener las unidades lingüísticas.

Así, los elegidos fueron El Norte de Castilla, El Diario de Mallorca (resultado de la fusión de Correo de Mallorca y La Almudaina), Heraldo de Aragón y La Vanguardia. La tecnología OCR (Reconocimiento Óptico de Caracteres, por sus siglas en inglés) les permitió extraer los textos, que después fueron tratados con las aplicaciones de procesamiento de lenguaje natural de Molino de Ideas.

La base de datos resultante alberga casi dos millones de palabras, cada una asociada a los factores que la identifican, como las características gramaticales y morfológicas, la fecha de publicación, el medio, la página, la pieza y posición precisa donde aparecen. Todos estos parámetros han servido a los expertos para calcular la riqueza lingüística de la prensa y observar su evolución.

Pero, además, los expertos de Fundéu se han encontrado con otros rasgos léxicos “fascinantes” que no se han podido resistir a analizar y revelar. González explica que a una base de datos “se le pueden preguntar muchas cosas” y obtener resultados curiosos.

Uno de ellos es la frecuencia relativa de cada palabra, una medida de su aparición en los periódicos, normalizada por décadas. Antes de existir internet –como es lógico−, nadie mencionaba la Red de redes. Lo mismo que ocurre con otros adelantos tecnológicos del siglo pasado, como el ordenador, el automóvil o el frigorífico. Además, el uso de los términos ha variado según las novedades relacionadas con su desarrollo.

Nos hemos fijado en algunos de los inventos y avances tecnológicos más importantes de los siglos XX y XXI, y en las historias que generaban (algunas de lo más inverosímiles). ¿Cuándo comenzaron los periodistas españoles a hablar de robots? ¿Cómo contaban las noticias sobre ciberdelincuencia? ¿Por qué hablaban de un “rayo de la muerte” en los años 40?

Tecnoterrorismo y el infierno de los datos

El estadounidense Robert Morris fue el primer “tecnoterrorista” juzgado por cometer un delito informático en enero de 1990. Un tribunal de Siracusa decidiría si el experto era “un mártir o un héroe que alertó al sistema de sus propias deficiencias”. Según La Vanguardia, había desarrollado “un programa defectuoso” que “introdujo en la red Internet, una de las más grandes de EE.UU.”

Elaboración propia a partir de los datos de Aracne y con la colaboración de Molino de Ideas

La palabra internet se acuñó en los años 80 y viene del inglés ‘interconected networks’, pero solo a partir de los 90 la Red se convirtió en un fenómeno global.

Hoy existen diferentes recursos para consultar dudas gramaticales en la web, Fundéu incluida, pero el autor de aquel artículo no disponía de estas herramientas, aunque sí de más tiempo para elaborar la información. “Ahora todo es inmediato”, señala González. Quizá por eso, indica, no nos esforzamos demasiado por traducir los términos y tomamos el inglés “como una especie de lengua universal”.

De todas formas, las palabras para referirse a una actividad o tecnología pueden cambiar con el tiempo, transformarse y evolucionar. Si Morris era entonces un “tecnoterrorista”, hoy probablemente se le habría considerado un ciberterrorista o ciberdelincuente. No obstante, la lingüista asegura que el prefijo ‘ciber’ es “muy de los 90, de los comienzos de internet, y hoy en día está en retroceso”.

Esta metamorfosis no solo se produce en los propios términos literales, sino también en la manera en que las personas los emplean. González pone como ejemplo la fórmula “estoy desconectado”. “Las expresiones de la gente son un reflejo del mundo en el que viven”, dice.

Aparte de los delitos informáticos, la privacidad ya preocupaba a los ciudadanos del siglo pasado. En 1975, El Diario de Mallorca publicaba un artículo titulado ‘El infierno de los datos’ sobre el proyecto Safari, una iniciativa del Gobierno francés para interconectar ficheros administrativos e identificar a cada ciudadano con un número único. El autor de la pieza escribió una lista de medidas para evitar “que la informática transforme al país en un verdadero infierno, el infierno de los datos”.

En otro reportaje, este del periódico ABC, el periodista relata cómo “dos capitanes ingleses” apellidados Wensley y Richard habían inventado un par de “muñecos mecánicos”: se llamaban Televox y Robot, ambos expuestos en el Royal Horticultural Hall de Londres. Televox –uno de los primeros robots realmente funcionales– sabía incorporarse de su asiento, saludar, jugar a las cartas y hablar con toda corrección. De lo que se sorprendía el comunicador, no obstante, era de la “inaudita fealdad del muñeco”.

Entusiastas de la radiodifusión y las imágenes movientes

“El entusiasta de la radiodifusión del futuro, en lugar de tener que ir a un cinematógrafo podrá sentarse en casa en una butaca y ver, sobre una pequeña pantalla, las hazañas de su estrella de cine favorita”, vaticinaban unas líneas en las páginas de La Vanguardia en 1928.

Aunque la primera retransmisión radiofónica tuvo lugar en 1906, el invento no se popularizó hasta los años 20, una década antes de que los televisores (todavía caros y con pantallas pequeñas) comenzaran a llegar a los hogares. La primera emisión a color en España no se produjo hasta 1971: fue un combate de boxeo que duró dos horas.

Elaboración propia a partir de los datos de Aracne y con la colaboración de Molino de Ideas

“En Aracne se ve claro cuándo empiezan a aparecer determinadas palabras y con qué realidad se corresponde”, afirma González. El auge de un término tecnológico o el aumento de su presencia en los medios puede deberse a varios factores que lo hacen noticioso, por eso, a la hora de estudiar sus variaciones, “no solo hay que atender a cuestiones léxicas, sino también saber encajar los datos en su contexto social”, prosigue la filóloga.

En el área del transporte, automóviles y aviones son otras dos estrellas del siglo pasado. En 1908, Henry Ford empezó a producir las piezas de los Ford modelo T en una cadena de montaje, y en 1939 tuvo lugar el primer vuelo propulsado por un motor a reacción. A pesar de ello, los periódicos ya hablaban en 1947 de un inmenso Graf Zeppelin que había transportado una expedición de científicos al Ártico.

Elaboración propia a partir de los datos de Aracne y con la colaboración de Molino de Ideas

Otra de las curiosidades encontradas por Fundéu es un “rayo de la muerte” que, según el autor del artículo que lo menciona en 1945, podía ser o no auténtico. “Cuando en una ocasión un hombre atravesó el haz de rayos […], le produjo una modorra como si estuviera embriagado”, relataba. El invento correspondía a un misterioso “hombre de ciencia húngaro”. Se trataba en realidad de Nikola Tesla, que anunció su presunta arma en 1936 pero nunca llegó a fabricar un prototipo.

Lo que hoy parece surrealista, entonces se consideraba dentro de lo probable. El siglo que viene, el vocabulario habrá cambiado para incorporar nuevas palabras y conocimientos, y en el cajón de lo común quedarán abandonados muchos otros. “La tecnología está muy presente en la vida de las personas. Dentro de un tiempo podremos observar con perspectiva esta eclosión y su indudable huella en el lenguaje”, sentencia González.

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