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Uber llega a España con un reguero de polémica: ¿sublevará a los taxistas como Blablacar ha enfurecido a los autobuseros?

Uber, la 'starup' que nació en San Francisco allá por 2012 desembarca en España (Foto: Uber | Facebook)

Laura Álvarez

Sucedió con el alojamiento entre particulares (Airbnb y compañía) y el transporte no iba a ser menos: con la llegada de las 'apps' de consumo colaborativo a este sector han llegado también la polémica, las quejas y las denuncias. Hablamos de aplicaciones disruptivas, que han levantado ampollas entre conductores y empresas de taxis y autobuses porque cambian por completo las reglas del negocio.

Una de ellas, Uber, que permite alquilar coches particulares a través del móvil, aterrizaba la semana pasada en España, concretamente en Barcelona, con gran expectación. Por un lado, porque la española Cabify, que la semana pasada cerró una ronda de financiación de 8 millones de dólares con Seaya Ventures (un fondo de capital riesgo español que cuenta en su 'portfolio' con empresas como Ticketea, Restalo o Sindelantal MX), ya tiene competencia en nuestro país. Por otro lado, porque la polémica persigue a Uber en muchos de los países donde opera.

La guerra de Uber

Uber es una 'startup' que nació en 2012, en San Francisco, de la mano de Travis Kalanick y Garret Camp. Está presente en unas 70 ciudades y cuenta con inversores de la talla de Goldman Sachs, Benchmark o Google Ventures. Su éxito es incontestable, pero en Europa le han salido muchos enemigos. En Francia llegó a salir adelante una norma que regula este tipo de servicios para proteger al sector del taxi. Así, en enero de este año, se aprobó una ley que obligaba a los conductores registrados en aplicaciones como Uber a esperar 15 minutos antes de recoger al usuario que lo hubiera solicitado, dando así ventaja a los taxistas. Sin embargo, el gobierno se vio obligado a suspender la normativa en febrero a causa de su impacto económico y las largas esperas que estaban soportando los clientes.

La tramitación de esta ley tuvo mucho que ver con la presión de los taxistas. Las protestas de este colectivo fueron subiendo de tono y llegaron a rajar las ruedas de vehículos de lujo en ciudades como París, incluso después de que se aprobara la medida. Su pretensión era – y sigue siendo – que el tiempo de espera se amplíe a 30 minutos.

A Bélgica también ha llegado la polémica. Allí, la policía detuvo el mes pasado a dos vehículos de Uber por no cumplir las leyes que regulan los servicios de taxi. Y tres cuartos de lo mismo al otro lado del Atlántico. En ciudades estadounidenses como Seattle o Nueva York la policía puede retener los vehículos e imponer sanciones a los conductores que utilizan este tipo de 'apps', que en San Francisco y los Ángeles están directamente prohibidas.

¿Por qué en España no le pasa a Cabify?

Cabify es el Uber a la española: una 'app' para pedir que un coche de lujo venga a recogerte donde quieras. A través del móvil o el ordenador puedes seleccionar el chófer, el tipo de vehículo –berlinas ejecutivas, de lujo o monovolúmenes exclusivos– y efectuar el pago con tarjeta (mínimo 10 euros el trayecto).

Esta 'startup' con sede en Madrid comenzó su andadura en 2011 gracias a la iniciativa de Samuel Lown, Adeyemi Ajao (cofundador de Tuenti) y Juan de Antonio, y después se expandió a países como México, Perú y Chile. Cuenta con más de 35.000 descargas en España, unas 100.000 a nivel global, y una flota de 125 coches en nuestro país, según afirma la compañía. Sin embargo, al menos hasta ahora, Cabify no ha sido objeto de polémica más allá de algunas quejas por parte de la Federación Profesional del Taxi y la Asociación Gremial de Auto-Taxi de Madrid (AGATM), que la acusan de intrusismo y de actuar al margen de la ley. Desde la 'startup' lo niegan rotundamente. “Nosotros estamos regulados, nuestros conductores tienen licencia para transportar pasajeros de manera legal”, afirman.

Como el sector del taxi está liberalizado, todo aquel que obtenga una tarjeta VTC (Autorización de arrendamiento de vehículos con conductor) tiene permiso para transportar pasajeros. Se amplía así la oferta de conductores en España, un mercado que hasta el mes de diciembre de 2013 (con la aprobación de la Ley de Garantía de la Unidad de Mercado) era un monopolio en manos de los taxistas.

Estos últimos denuncian que los chóferes de aplicaciones como Cabify o Uber carecen del Permiso Municipal de Conductor de Taxi, una licencia que se obtiene tras pasar un examen, cumplir una serie de requisitos de salud, pagar una tasa y adquirir un vehículo homologado y equipado adecuadamente. Esto además del pago de la licencia, que en Madrid cuesta de media unos 150.000€. Por otro lado, uno de los taxistas consultados por HojaDeRouter.com afirma que a la hora de pedir un taxi tienes tantas opciones como en Cabify. “Tú puedes solicitar por teléfono a la operadora del Teletaxi el tipo de servicio que quieras: si quieres pagar con tarjeta o en efectivo, si quieres un conductor que hable idiomas, el modelo de coche que más te guste o incluso si quieres un monovolumen para hacer una pequeña mudanza o un vehículo con rampa para alguien que tenga silla de ruedas o una pierna escayolada”.

Además, defiende que las aplicaciones del sector del taxi simplifican tanto como Cabify los procesos de solicitar y abonar la 'carrera'. A ello se debe, por ejemplo, el éxito de Hailo, que actualmente da servicio a más de 65.000 pasajeros y cuenta con una flota de más de 3.000 taxis en nuestro país, según la compañía. De hecho, la semana pasada comenzaba la andadura de Joinup, una 'app' que fomenta los viajes compartidos en taxi en Palma de Mallorca.

Blablacar y el cabreo del sector del autobús

Aquí sí encontramos la similitud entre lo que sucede con Uber fuera de nuestras fronteras y una aplicación de origen nacional que hace saltar las alarmas en un sector tradicional del transporte. En este caso, las ofendidas son las empresas de autobuses y la que ofende es Blablacar, una web donde los conductores se anuncian en busca de compañeros de viaje dispuestos a compartir gastos.

Su éxito es notable, la compañía afirma que cuenta con más de un millón de usuarios al mes en Europa (está en 12 países) y más de dos millones de descargas para iPhone y Android. Para muchos es una bendición en tiempos de crisis, pero a otros les supone una amenaza. La patronal de autobuseros española, Fenebús, afirma que sus se han reducido de manera notable por culpa de esta 'app' y el mes pasado interpusieron una denuncia contra ella “por competencia desleal y no pagar impuestos al Estado”.

Blablacar es una iniciativa que, como muchas otras, pertenece al ámbito del consumo colaborativo y opera dentro de un vacío legal, ya que en España no hay regulación alguna de este tipo de actividades.

La noticia del cobro de comisiones a los usuarios de Blablacar ha llegado justo después de la denuncia por parte de Fenebús: “Tenemos pensado cobrar un 10% de comisión más IVA a nuestros usuarios este año, pero no podemos fijar fecha aún”, confirman desde la compañía a HojaDeRouter.com. Algo que ha generado cierta alarma entre los que utilizan con frecuencia esta aplicación y hasta ahora no han tenido que pagar ningún tipo de comisión o impuesto.

Este procedimiento ya existe en Francia, un país que nos lleva la delantera en cuanto a la regularización de las aplicaciones de transporte. Así pues, en el país galo la reserva de asientos en Blablacar se hace mediante pago con tarjeta para poder cobrar así las comisiones e impuestos correspondientes a sus usuarios. Algo muy distinto a lo que ocurre en España, donde, hasta el momento, el pago se hace en mano.

Ahora sólo queda esperar a ver la reacción de los taxistas tras la llegada de Uber a España: si los enfadará tanto como Blablacar a los autobuseros o si se quedará en algunas quejas aisladas como las que ha recibido hasta ahora Cabify.

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