Realidad virtual, videojuegos y una foca robótica se alían contra el alzhéimer
La enfermedad de Alzheimer no tiene cura conocida, pero ciertas técnicas permiten mejorar las capacidades cognitivas de los pacientes, retrasar la pérdida de memoria y aumentar su calidad de vida. Para conseguirlo, entre las típicas que utilizan papel y lápiz empiezan a colarse otras de corte tecnológico que benefician no solo a quienes padecen la enfermedad, sino también a sus familiares y cuidadores.
Las técnicas de realidad virtual y los ambientes inmersivos pueden ser muy útiles para ayudar a este tipo de pacientes, especialmente si la inmersión se realiza con recuerdos del pasado del enfermo. De esta forma, los especialistas pueden hacer que busquen entre las imágenes los rostros de personajes familiares o utensilios con adornos especiales camuflados entre otros parecidos. También pueden hacer que manipulen ciertos objetos, como las piezas de un plato de fruta o una pelota como aquella con la que jugaban durante su infancia.
Precisamente este tipo de técnica se está utilizando en el INRIA y el Centro de Alzheimer del Hospital de Niza (Francia), de la mano del doctor Robert Philippe. Este investigador explica a HojadeRouter.com que el ambiente inmersivo se genera gracias a una gran pantalla 3D; gafas y guantes especiales, con los que el paciente mueve y “toca” los objetos que se ven proyectados; o un simple ratón que le permite desplazarse por la sala virtual.
En los experimentos, “la reconstrucción fue muy realista y motivaba a las personas”. El objetivo era aumentar su concentración o mejorar su actitud, ya que la falta de atención y ciertas conductas como la apatía son problemas muy comunes en este tipo de pacientes.
Además, con esta técnica inmersiva, el paciente puede aprender cosas nuevas, algo fundamental para aquellos que tienen que enfrentarse a los primeros indicios de la merca de su autonomía y algunas de sus capacidades, según explica Valeria Manera, investigadora de la Universidad Nice Sophia Antipolis, que trabaja en el mismo equipo que Philippe. “Mostrarles a ellos y a sus cuidadores que todavía son capaces de aprender o entender una realidad virtual puede tener un efecto positivo en su autoestima”, siempre y cuando se haga en un entorno controlado por médicos e ingenieros para garantizar una experiencia positiva para el paciente y sus cuidadores.
El ambiente inmersivo puede reproducirse con la ayuda de imágenes propias de hace años, de la vida de los propios sujetos. Experiencias, eventos o reuniones familiares que estimulen la memoria del paciente para que sienta que ha vuelto a aquel lugar. Según los investigadores, que ya han probado la experiencia con 70 personas, usar la realidad virtual les está ayudando a entender que el número de recuerdos rescatados es mayor cuando se representan ambientes familiares reales.
Más tiempo con autonomía
Que los enfermos de alzhéimer y otras demencias ligadas a la pérdida de memoria sean lo más independientes posible (para su bienestar y el de sus familiares) también puede lograrse con la ayuda de la realidad virtual. Es una técnica que, según explican Maite Cobo y Carlos Alberto Catalina, investigadores del Instituto Tecnológico de Castilla y León, no está pensada para quienes presentan la enfermedad en una fase avanzada, sino para sus primeros estadios.
Ellos han diseñado un dispositivo que mapea la casa del usuario para reconocerla y saber dónde está el paciente y hacia dónde está mirando en todo momento. “Si se sabe dónde está el usuario, puede recibir avisos o informaciones que sean útiles en su vida diaria y hacerle independiente durante más tiempo”, asegura Catalina. El aparato (una suerte de caja con una videocámara) se lleva colgado. Cuando detecte, por ejemplo, que la persona está en la cocina, le dará información sobre lo que tiene o puede hacer en ella.
Lo hará gracias a una serie de sonidos e imágenes que ese pequeño sistema proyectará cuando sepa que el paciente está delante de alguna pared. Además, el dispositivo hará las veces de agenda o alarma 'online' que puede ser configurada por médicos y familiares para recordar al paciente, por ejemplo, que debe coger sus llaves antes de salir, que debe tomar la medicación o que tiene una cita con el médico.
Lo más importante del sistema es que la persona no necesita interactuar con él, ni llamar ni tocar botones, “y no necesitas tener a alguien de Cruz Roja diciéndote que tienes una cita a tal hora”. De momento y para que esta solución pueda ser utilizada en escenarios reales, aún deben reducir su peso o incluso camuflarla en un objeto que el paciente esté habituado a utilizar. La idea es que el dispositivo pase lo más desapercibido posible y que no resulte incómodo o genere al paciente algún tipo de ansiedad.
De hecho, muchas tecnologías que se utilizan para la terapia de este tipo de pacientes tienen como objetivo reducir su estrés, su ansiedad o su sensación de enfado. Una de ellas es Paro, una foca de peluche que se emplea en varios países de Europa. Es pequeña, suave y responde a la interacción con la persona: dirige la mirada hacia su interlocutor y emite sonidos de placer o de dolor si alguien la acaricia o la golpea.
“Es roboterapia, y se lleva utilizando unos cuantos años para sustituir a la terapia con animales para evitar problemas que deriven de tener a un animal en el centro, por cuestiones de higiene, etc”. La foca puede calmar a las personas, reducir alteraciones en la conducta, mejorar su estado de ánimo y fomentar la socialización, según explica el neuropsicólogo Enrique Pérez Sáez, del Centro de Referencia Estatal de Atención a Personas con Alzheimer.
Si lo que se pretende es estimular la memoria, los ordenadores y tabletas también son útiles. Sáez suele trabajar con una 'tablet' de gran tamaño, utilizando un juego en el que pueden participar cuatro personas, como si de las cartas o el parchís se tratara. “La tecnología de las pantallas táctiles suele ser sencilla para estos pacientes y hace que puedan competir entre ellos en un entorno adecuado y hacer los ejercicios que necesitan en su estado”.
Lo que se hace con estas tecnologías es algo que antes ya se hacía: operaciones, pruebas de memoria, unir puntos o completar dibujos. La diferencia es que, con una tableta, esas técnicas pueden personalizarse con fotos del paciente, introduciendo más movimiento, luz y sonido o manipulando los niveles de dificultad. El objetivo es que personas mayores que están perdiendo la memoria (y son conscientes de ello) se superen a sí mismas, se sientan útiles y se vean capaces de hacer lo mismo que están haciendo sus nietos.
Ayudar al cuidador
Tan importante es mejorar la calidad de vida de las personas con alzhéimer como que sus familiares y cuidadores entiendan lo que sienten y sean capaces de empatizar. Precisamente a eso se dedica la 'startup' Opaque Multimedia.
Norman Wang, uno de sus integrantes, lo explica con un ejemplo. La abuela de uno de sus compañeros, recientemente fallecida, vivía una casa mal iluminada. Su cuidadora abría siempre las cortinas o encendía las luces, pero a la enferma no le gustaba: el resplandor hacía que sientera angustia y no pudiera comunicarse de forma efectiva. Movida por la frustración, acabó despidiendo a la cuidadora con desagradables consecuencias: olvidaba tomar la medicación y sufrió un accidente doméstico que redujo aún más su autonomía.
Por eso, en 2012, empezaron a colaborar con Alzheimer Australia Vic, una institución que proporciona apoyo a las personas que conviven con este tipo de pacientes. “Tuvimos la oportunidad de desarrollar una sala creando un ambiente sensorial inmersivo y proyectando vídeos en una pared de 10 metros de largo y 2,5 metros de alto, con sensores, sonido envolvente e iluminación y con la posibilidad de que los usuarios interactuaran con la pantalla”, explica Tania Petrovich, de Alzheimer Australia Vic. La misma experiencia se ha probado también con unas Oculus Rift.
Para que el cuidador comprenda lo que sienten, recrean situaciones cotidianas a las que se enfrentan las personas que sufren la enfermedad. “Así nos conseguimos meter en sus zapatos, ver con sus ojos y enfrentarnos a sus mismos retos”, explica Wang.
En la actualidad, desarrollan un videojuego ambientado en un bosque que se estrenará en septiembre, esta vez pensado para los pacientes. La idea es que puedan interactuar con la escena, con patos, libélulas, peces, aves, árboles y flores. “Será una experiencia interactiva calmante”, dice Petrovich, “que les relajará y hará que se sientan menos angustiados”.
Wang está convencido de que los videojuegos pueden aumentar las capacidades cognitivas de estos pacientes. Aunque la investigación de su equipo está aún en sus primeras etapas, asegura no tener “absolutamente ninguna duda de que, con el tiempo, llegaremos a diseñar videojuegos que serán prescritos para personas con enfermedades neurodegenerativas como se hace con la medicación normal”.
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Las imágenes que aparecen en este reportaje son propiedad de CRE Alzheimer, Kunstakademiets Designs, ITCL y Australia Alzheimer Vic