Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Feijóo confía en que los jueces tumben a Sánchez tras asumir "los números"
Una visión errónea de la situación económica lleva a un freno del consumo
OPINIÓN | La jeta y chulería de Ábalos la paga la izquierda, por Antonio Maestre

El quién es quién de las fábricas ocultas detrás de los gigantes tecnológicos

Independientemente de la marca, ¿sabes qué empresas han participado en la fabricación de tu 'smartphone'?

Lucía Caballero

El delta del río de las Perlas es el área urbana más grande del planeta. La megalópolis china, que engloba nueve ciudades diferentes, supera a Tokio tanto en población como en tamaño, según revelaba recientemente un informe del Banco Mundial. El trabajo daba otro sorprendente dato: la zona, de unos 7.000 kilómetros cuadrados –más pequeña que la Comunidad de Madrid–, concentra un mayor número de habitantes que países del tamaño de Argentina, Australia y Canadá.

Este territorio del sur del gigante asiático se ha convertido, además, en uno de los eslabones más importantes en las cadenas de producción globales de diferentes industrias, como la textil o la juguetera. Entre ellas, una de las más destacadas, por el auge que ha experimentado en los últimos años, es la electrónica. Allí se encuentra la mayor infraestructura dedicada a la fabricación y ensamblaje de componentes de teléfonos móviles del mundo: el parque industrial de la multinacional taiwanesa Foxconn parque industrialFoxconn(ahora Hon Hai/Foxconn).

Incluso si el nombre no te suena, es muy probable que alguna parte del ‘smartphone’ que llevas en el bolsillo (sino todo) haya salido de sus instalaciones. Foxconn trabaja como fabricante subcontratista para firmas como Apple o Samsung, aunque no todos sus clientes lo saben. “Es la política del modelo de externalización de la producción de las marcas: los fabricantes permanecen en la sombra”, indica a HojaDeRouter.com el investigador alemán Boy Lüthje, un experto en el esquema de producción de la industria tecnológica que actualmente trabaja en la Universidad Sun Yat-sen (China).

Mientras que compañías como Siemens o IBM seguían un modelo de fabricación integrado en décadas anteriores, los 90 trajeron consigo la globalización de la industria tecnológica. Grandes nombres como Apple o Microsoft comenzaron a externalizar muchas de las etapas de la cadena de producción, subcontratando los servicios de otras corporaciones que, como Foxconn, se convirtieron en piezas fundamental de la cadena. “El proceso productivo cada vez se divide en más etapas porque los costes de transporte y de coordinación entre plantas y países ha bajado mucho, se lleva cada parte al lugar donde salga más barata”, explica Francisco Alcalá, investigador de la Universidad de Murcia especializado en comercio internacional y organización industrial.

En este esquema, a las marcas se las conoce como fabricantes de equipos originales (OEM son sus siglas en inglés) y las empresas del segundo escalón de la pirámide productiva reciben el nombre de fabricantes subcontratistas (CM). Bajo este término se engloban, no obstante, tanto las empresas que proporcionan servicios de fabricación de sistemas electrónicos o EMS (diseño, prueba de productos, logística…), como los denominados fabricantes de diseños originales u ODM (se dedican al ensamblaje y determinadas fases del diseño, especialmente de monitores y portátiles). El último escalón corresponde a los subcontratistas tradicionales, principalmente dedicados a la fabricación de placas base, circuitos electrónicos y tarjetas gráficas.

Sin este nivel de fraccionamiento, no podríamos comprar sofisticados móviles ni portátiles por unos pocos cientos de euros. Pero, ¿quién fabrica realmente los aparatos?

De Estados Unidos a China

A pesar de que el proceso comenzó en los 90, la expansión de la industria tecnológica a otros países se consolidó entre 2001 y 2007, cuando gran parte de la inversión de los gigantes del sector se concentró en China. En su territorio se ha gestado, así, un ecosistema de especialización en electrónica de consumo sustentado por puestos de trabajo precarios: “Si una etapa requiere mano de obra intensiva y poco cualificada, como puede ser el ensamblaje, no es rentable hacerla en un país con salarios altos”, señala Alcalá.

En el gigante asiático es lamentablemente fácil encontrar miles de empleados dispuestos a sentarse durante horas en una cadena de montaje. Por eso, las principales empresas subcontratistas del sector tienen enormes instalaciones en China. Es el caso de la estadounidense Flextronics (desde 2015 solo Flex) y las taiwanesas Compal, Pegatron y Quanta, además de la ya mencionada FoxconnFlex. Aunque la industria estuvo concentrada hasta 2008 en el valle del río de las Perlas, a partir de entonces se produjo la expansión a otras provincias del país.

Foxconn tiene una decena de complejos en las inmediaciones del delta, de donde salen, principalmente, los componentes de los teléfonos de la manzana mordida, Samsung y, en el pasado, de BQde BQ (también cliente de la china Oukitel), los iPads de Apple y de los ordenadores de Acer. La empresa es responsable también de la producción de las consolas Xbox de Microsoft y el Kindle de Amazon. Mantiene, además, varias plantas en la región dedicadas a la fabricación de otro tipo de dispositivos, como las tres fábricas en la ciudad de Foshan donde produce cámaras digitales, monitores y luces LED. Las instalaciones que posee en la ciudad de Zhongshan se centran en amplificadores y routers wifi.

Por su parte, Flextronics, que comenzó en 1969 fabricando circuitos en Silicon Valley, proporciona servicios de diseño, fabricación y distribución a empresas como Apple y fabrica, entre otros, los portátiles y las impresoras de HP. También trabaja para Casio, Dell, Motorola o Microsoft. Dispone para ello de siete emplazamientos en la desembocadura del río de las Perlas, de los cuales el mayor es el parque industrial situado en el distrito Doumen de la provincia de Zhuhai, donde emplea a unos 60.000 trabajadores. Opera, además, otras infraestructuras más pequeñas dedicadas al montaje de placas de circuitos electrónicos y piezas plásticas.

Los MacBook Pro son los únicos dispositivos que Apple fabrica en su planta de Austin (Estados Unidos). Un poco más al sur, en Guadalajara (México), se encuentra otra de sus sedes industriales. Debido a su cercanía a Estados Unidos, el país azteca constituye otro de los puntos clave de la cadena global de valor de la industria electrónica, principalmente en las regiones cercanas a la frontera, donde se concentran las denominadas maquiladoras. Este tipo de empresas, dedicadas a la fabricación, montaje o procesamiento de equipos electrónicos y productos de otros sectores, están involucradas en actividades de importación y exportación con su vecino norteño sujetas a importantes ventajas fiscales.

A diferencia de la firma de Tim Cook, otras marcas como Samsung –antiguamente una empresa subcontratista en la fabricación de televisores– se encargan de algunas etapas de la producción de sus dispositivos. Los coreanos fabrican gran parte de los componentes de sus teléfonos (como los procesadores), algunos modelos de Google, como el Nexus 10, e incluso de la manzana mordida. De hecho, dominan la cadena de producción de los circuitos del último modelo de iPhone a través de su división tecnológica, Samsung System LSI.

Las taiwanesas Quanta, Compal y Pegatron lideran el grupo de los ODMCompalPegatron. Entre la cartera de clientes de la primera –el mayor fabricante de portátiles a nivel mundial– se incluyen Apple, HP, Dell, Lenovo, Sony y Toshiba, a quienes presta servicios principalmente desde sus instalaciones de Shanghái y Changshu, en China. La segunda también está especializada en la producción de ordenadores (como los de Lenovo, Acer y HP), a los que suma la fabricación de monitores y televisores para marcas como Toshiba. Opera fábricas tanto en el gigante asiático como en Vietnam, Polonia, Brasil y Estados Unidos.

Pegatron, fundada en el 2007, es otra de los implicadas en la cadena de fabricación de los iPhone, que se ensamblan en la planta que regenta a las afueras de Shanghái, aunque posee otras dos instalaciones en el delta del río de las Perlas. Sus trabajadores también se encargan de producir tabletas (como los iPad mini), consolas, pantallas de televisores, portátiles y placas base para otros clientes, entre los que figuran gigantes como Google y Asus.

Un sector poco favorecido

Pese a que algunas de estas empresas subcontratistas han alcanzado grandes dimensiones, el sector está dominado por una agresiva competencia y beneficios bajos, sobre todo si los comparamos con los obtenidos por las marcas. “Los fabricantes subcontratados han sobrevivido creciendo muy rápidamente y expandiendo su volumen de producción para compensar los bajos márgenes de beneficios”, señala Lüthje.

Foxconn, por ejemplo, tiene una larga trayectoria como fabricante de cables, una tarea a la que sigue dedicando parte de su mano de obra para incrementar sus ingresos. Compañías como la taiwanesa basan su sustento económico en negocios como este, en los que pueden controlar el proceso ya “que no son tan transparentes como las cadenas de montaje, donde los costes son bien conocidos y la maquinaria está estandarizada”, detalla el investigador.

Aun así, muchas empresas se quedan por el camino y la pugna de las remanentes por controlar el mercado y hacerse con el mayor número de clientes se endurecerá en los próximos años debido al estancamiento del sector móvil, según el alemán. Actualmente, algunas de las fábricas chinas ya funcionan a bajo rendimiento: es la consecuencia de un exceso de capacidad productiva en la región. En otras palabras, sobran fábricas.

Ante este escenario, las posibilidades de medrar en la cadena de valor son escasas. Una de ellas consiste en que los fabricantes y proveedores de servicios subcontratistas se conviertan en marcas, comercializando sus propios productos. Aunque las compañías taiwanesas ASUS, ACER y HTC han optado por este camino, se trata de una ruta difícil y descartada por la mayoría de empresas, ya que tendrían que hacerse un hueco en el mercado y competir con sus actuales clientes.

Pese a las desigualdades que entraña este modelo basado en maximizar la externalización, ni Lüthje ni Alcalá divisan cambios en el horizonte. Incluso las firmas de más reciente creación, como la china Xiaomi, han adoptado el esquema. El alemán asegura que “no hay esfuerzos por parte del Gobierno chino ni de otras naciones para cambiar la estructura de la industria ni las cadenas de valor del sector”. La única opción (poco probable) sería la vuelta al proteccionismo, a la fabricación de los dispositivos en el país de origen de las marcas por imperativo legal, una medida con la que Donald Trump amenazaba a Apple a principios de año.

Aunque no siempre seamos conscientes, “consumimos un montón de productos extraordinarios a unos precios muy asequibles”, dice Alcalá. Y esto “no se da por arte de magia”, sino como consecuencia de un tejido industrial que da la vuelta al mundo.

-------------------------------------------------------------

Las imágenes de este reportaje son propiedad, por orden de aparición, de Marco Verch, Vmenkov, Sun Yat-sen University, School of Government y Josh Hallet.

Etiquetas
stats