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Sobre este blog

Interferencia (Wikipedia): “fenómeno en el que dos o más ondas se superponen para formar una onda resultante de mayor o menor amplitud”.

Interferencias es un blog de Amador Fernández-Savater y Stéphane M. Grueso (@fanetin), donde también participan Felipe G. Gil, Silvia Nanclares, Guillermo Zapata y Mayo Fuster. Palabras e imágenes para contarnos de otra manera, porque somos lo que nos contamos que somos.

¿Fue un escrache lo del concejal Barbero?

Stéphane M. Grueso

La mejor definición de lo que es un escrache se la leí una vez al concejal Guillermo Zapata (con el que coincidí en algunos de los escraches de vivienda durante el año 2013). Decía Zapata:

Nada hay más organizado que un escrache. Nadie es más consciente de los límites que no se traspasan que las personas que participan, precisamente porque han adquirido un consenso de los que sí se van a traspasar

Ese control no parece que es lo que sucedió en los eventos en torno a una protesta y posterior persecución del concejal Delegado de Salud, Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid, Javier Barbero, el pasado 16 de febrero en las inmediaciones de la Plaza de la Villa en Madrid.

Los escraches del movimiento de vivienda se produjeron ante la repetidísima falta de interlocución de las autoridades a lo largo de años, incluida la vergonzosa (y forzada) tramitación parlamentaria de la Iniciativa Legislativa Popular respaldada por más de 1.400.000 firmas. He leído que el concejal se ha reunido sietes veces con los sindicatos de la policía. Siete.

Los escraches de vivienda tenían comienzo y final. Eran campañas organizadas con reglas claras. Aquí tenéis el protocolo de actuación. Lo primero que viene en el documento: “Los escrache deberían realizarse en días laborables y en horario escolar, para cerciorarnos de que los niños no están en casa, sino en la escuela. Los niños nunca, ¡jamás!, deben de ser interpelados. Ni en los colegios ni en ninguna otra parte”. Después habla mucho del arma usada en la protesta: la pegatina. Así eran los escraches, espacios libre de cualquier tipo de violencia. Sin duda. Y lo digo con vehemencia porque participé en varios escraches. Cualquier otra actuación que se diera esos días y que se saliese de estas prácticas, que pudo pasar, sencillamente no era un escrache. *

Más allá de consignas y reivindicaciones políticas y sociales y de valoraciones del trabajo y responsabilidades del concejal, en la protesta policial se escucharon insultos al concejal y al director de la Policía del tipo: “rojo de mierda”, “gordo”, “perroflauta”, “dictador, ”hijo de puta“. Ese tipo de calificativos, son impropios de un escrache. *

En el protocolo de escraches de la PAH leemos: “No se debería pitar durante todo el tiempo, solo al principio para hacer eco de que estamos allí, porque también puede molestar a los vecinos el ruido constante y eso no es lo que pretendemos. Se deberían explicar los casos sin insultos ni amenazas”, en este caso hubo bastante violencia verbal y gestual.

En la protesta de los policías se agredió a una periodista y se le quitó su herramienta de trabajo, cosas impropias de un escrache. *

Igualmente los representantes del monopolio estatal de la violencia que estaban protestando zarandearon el coche del concejal, otra vez: impropio de un escrache. *

Inmediatamente toda la maquinaria mediática del ultracentro ha recuperado y comenzado a usar esa palabra que tanto desconcierto les causó en el pasado: escrache. Parte de las críticas son fundadas: si desde sectores de la política y sociedad se ha defendido –Barbero entre ellos– la protesta pacífica en la calle y la petición de explicaciones a representantes públicos como una forma legítima de acción, pues ahora también lo es, gobierne quién gobierne. Yo creo que eso no se discute. Defiendo el derecho de manifestación y reunión como algo sagrado. Y para todos, incluyendo a integrantes de los ejércitos, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y policías, claro. Protestas pacíficas, claro.

Lo que los compañeros de la prensa de ultracentro no recuerdan y la prueba definitiva de que lo sucedió no es un escrache es la ausencia de detenidos entre los participantes. Tampoco ha habido fichados o multados. Ni siquiera ha habido cargas policiales con palos, golpes y heridos. No van a ir policías encapuchados a los domicilios particulares de los participantes a detenerlos o llevarlos a comisaría para declarar. En este caso la Delegación del Gobierno (que en el pasado ha llegado a tildar de “filoetarras” a colectivos que protestan) no ha apreciado en este caso riesgo para el delegado Barbero y por eso la Policía nacional no ha intervenido. En otras protestas, o mejor dicho, en protestas realizados por otras personas, el acoso policial ha sido constante. Muchas veces violento.

Resumiendo. Si observamos lo que viene sucediendo en el marco de las protestas sociales en Madrid en los últimos años y lo comparamos a lo acontecido en esta protesta (independientemente de los protagonistas), parece que este suceso no cuadra dentro del fenómeno conocido como escrache.

Todo este asunto me recuerda a ese exitoso lema del ultracentro en lo referente al matrimonio homosexual tan y tan repetido: “Que lo llamen como quieran, pero que no lo llamen escrache”. Lo que ha pasado con el concejal y los sindicatos policiales puede definirse de cualquier manera, pero no es un escrache.

*Y si ha sucedido alguna vez algo así en las protestas de vivienda: eso no era parte del escrache y evidentemente condenable.

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Interferencia (Wikipedia): “fenómeno en el que dos o más ondas se superponen para formar una onda resultante de mayor o menor amplitud”.

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