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La crisis favorece el imparable ascenso de Amanecer Dorado

El líder del partido neonazi Amanecer Dorado, Nikos Mihaloliakos / EFE

Noelia Román

Atenas —

Grecia inicia 2013 del mismo modo que cerró 2012, con una crisis económica que mina progresivamente las condiciones de vida de sus ciudadanos y aumenta la popularidad de Amanecer Dorado, la organización neonazi que hoy cuenta con 18 diputados en el Parlamento heleno.

Desde que irrumpió por vez primera en la Cámara griega, en las elecciones del pasado junio, con el 7% de los votos, el peso de Amanecer Dorado crece de manera alarmante. Hasta el punto de que la mayoría de las encuestas le otorgan ya una intención de voto en torno al 10%, lo que la convertiría en la tercera fuerza política del país, sólo por detrás de Nueva Democracia (ND) y de Syriza, y por delante del hundido Pasok, el partido socialista griego.

El discurso racista, populista y patriótico de Nicolaos Mijaloliakos, líder de la formación neonazi, no sólo ha calado entre una parte residual de la sociedad helena. Se asienta y conquista territorios insospechados: ciudadanos con bolsillos aún saneados, de barrios no marginales, algunos de ellos con una formación superior a la elemental.

¿Pero por qué el país que alumbró la democracia se presenta ahora como una autovía para el avance del nuevo fascismo? “Amanecer Dorado es el resultado del fracaso en la política de inmigración y, naturalmente, en parte, de la actual crisis económica”, afirma Antonis Spathís, miembro de la Liga Griega por los Derechos Humanos (LGDH).

“Todo empezó cuando el anterior Gobierno del Pasok comenzó a decir que había que detener a los inmigrantes, no recibir más delincuencia, castigarlos. Desde entonces, el ascenso de Amanecer Dorado ha sido meteórico porque, cuando proyectas el miedo al inmigrante por todas partes, los ciudadanos no te pedirán protección a ti sino a gente como la de Amanecer Dorado”, explica Spathís.

Grecia, la puerta de entrada a Europa

Desde que el Frontex (agencia europea para la gestión de las fronteras exteriores) asumió la vigilancia de las fronteras marítimas de España e Italia, Grecia, más que ningún otro país, pasó a ser la principal puerta de entrada a Europa para millares de personas. Los flujos de migrantes son constantes en el Evro, su frontera terrestre con Turquía, y en las islas. Provienen, sobre todo, de Asia: Afganistán, Pakistán, Bangladesh, Siria...

Las cifras son poco precisas. Algunas hablan de unos 400.000 inmigrantes sin papeles en el país. La sospecha apunta a que el número de inmigrantes en suelo heleno hoy en día iguala al de parados griegos, más de un millón y medio. El Frontex confirma que unos 55.000 inmigrantes indocumentados pasaron el año pasado por la frontera greco-turca, la más “vulnerable”.

“Sucede que no hay estructuras organizadas para recibir y mantener a toda esta gente. Porque, durante 20 años, el Estado estuvo ausente, no puso en práctica las políticas adecuadas”, apunta Antonis Spathís. “Cuando las cosas iban bien, teníamos los Juegos y los bancos nos prestaban dinero, esto no nos parecía tan grave. Cuando la crisis hizo de catalizador, vimos cómo Amanecer Dorado entraba en el Parlamento no sólo para apalear inmigrantes sino también para expulsar a los malos políticos que votamos durante años”, prosigue.

Los inmigrantes, efectivamente, son vistos por una parte de la sociedad griega como causa de algunos de los males que les acucian. “Si se marcharan todos los que hay, al día siguiente el país iría mucho mejor. La gente se sentiría más segura, los griegos volverían a hablar los unos con los otros, se generarían puestos de trabajo y se acabaría con buena parte del mercado negro”, asegura Xristos, votante de Amanecer Dorado.

Xristos tiene 35 años, un trabajo estable, un salario que muchos griegos desearían (900 euros) y formación superior equivalente a la FP española. También, amigos extranjeros: ciudadanos de la Unión Europea o no europeos que echaron raíces en Grecia hace más de una década. Hasta las elecciones de mayo, siempre había votado, como su familia, a los conservadores de Nueva Democracia. En los dos últimos comicios –los de mayo y los de junio-, todos votaron a Amanecer Dorado.

“Son los únicos que no sólo hablan, sino que actúan. Y, además, cuando hablan, los entiendes; el mensaje llega a la gente”, dice Xristos cuya novia y futura esposa vive en uno de los barrios en los que Amanecer Dorado ha forjado buena parte de su sorprendente éxito electoral.

El modelo Agios Panteleimonas

En el centro de Atenas, entre la plaza Attiki y la plaza Agios Panteleimonas, no muy lejos de la zona más turística de la capital griega, los neonazis hallaron el escenario perfecto para llevar a la práctica su discurso racista. En los últimos años, la zona se ha convertido en un importante gueto de inmigrantes sin papeles. Y el estraperlo, las drogas y la prostitución, en actividades habituales en la vida cotidiana del barrio.

“Efectivamente, existía un gran problema en el centro de Atenas, no lo podemos negar; y durante años, el Estado no hizo nada para gestionarlo”, constata Antonis Spathís. “Hasta que los de Amanecer Dorado vinieron y empezaron a poner orden; son los únicos que hacen algo”, interviene Alekos, un jubilado que ahora pasea sin problemas a Romeo, su perro, por la plaza Agios Panteleimonas.

No es que las amenazas, las palizas y las operaciones escoba de los miembros de Amanecer Dorado hayan acabado con los inmigrantes en el barrio, pero, hoy día, a primera hora de la tarde, en esta plaza, los niños –muchos de ellos extranjeros– juegan y los vecinos sacan a sus perros. Las concentraciones masivas de extranjeros han desaparecido. Las patrullas de la policía motorizada han sucedido a los neonazis y peinan la zona constantemente. Los agentes paran a todo aquel sospechoso de ser inmigrante ilegal, le piden los papeles y, a menudo, se lo llevan detenido. Pero las operaciones policiales de las autoridades han llegado tarde.

“La acción de Amanecer Dorado en Agios Panteleimonas se considera la principal clave de la transformación de un pequeño grupo marginal en un elemento político masivo que se dirige a todo el espectro electoral”, escribe el periodista Dimitris Psarras, en su reciente libro 'La biblia negra de Amanecer Dorado' (Ed. Polis). Fue así como la organización, que comenzó a forjarse durante la Metapolítefsi griega –el periodo que siguió a la caída de la dictadura de los coroneles- y adoptó su actual nombre en 1980, pasó, en cuestión de pocos meses, de su residual 1,5% de votantes al actual y creciente 7%.

Enarbolando la bandera helena, poniendo en su punto de mira todo lo que consideran antigriego, apelando a la raza, la familia y la religión y despotricando contra las estranguladoras medidas del memorándum impuesto por la troika a Grecia, los neonazis de Amanecer Dorado han conseguido marcar parte de la agenda política del país, además de convencer a gente como Xristos o Alekos de que la violencia racista está justificada.

“Los partidos políticos tradicionales han perdido la legitimidad. Ninguno ha recogido las reivindicaciones de la gente, lo que se pedía en los movimientos de las plazas”, apunta Makis Kavouriaris, articulista y exprofesor de economía en la Universidd de París VIII. “Por otra parte, Amanecer Dorado se dio cuenta de que el discurso racista captaba votos y se hizo presente en los barrios marginales, donde la gente está tan desesperada que no ve otra salida”, añade Kavouriaris, antiguo miembro del Partido Comunista griego en el exilio.

Carne halal en 'Greciastán'

Con unas 50 oficinas en todo el país –varias en Atenas– y algunas en el extranjero (en Nueva York, por ejemplo), Amanecer Dorado recoge las peticiones de los ciudadanos para decidir en cuáles interviene directamente y cuáles lleva al Parlamento. Algunas resultan tan delirantes como la pregunta presentada recientemente en la Cámara griega sobre la venta de carne halal –la permitida para los musulmanes– en lo que la organización denomina Elladistán, es decir Greciastán. Las actuaciones directas acostumbran a ir acompañadas de amenazas y violencia (desde exigir la expulsión de un niño extranjero del colegio para que entre uno griego hasta palizas a inmigrantes). Y sus propuestas concluyen siempre con el “sólo para griegos”, se trate de hospitales o de una compañía de taxis.

“A diferencia de lo que sucede en otros países de Europa, donde la extrema derecha apela a 'los puestos de trabajo que roban los extranjeros', en Grecia, la retórica racista pretende incitar el miedo que genera la exageración de la delincuencia de los extranjeros porque los trabajos que estos desempeñan son tan infravalorados que ni siquiera en plena crisis económica resultan atractivos para los nacionales”, escribe Psarras.

Muy crítico con el papel de los medios de comunicación, especialmente de los canales de televisión, en el tratamiento de las cuestiones relacionadas con la inmigración y con Amanecer Dorado –Psarras denuncia la magnificación de los episodios protagonizados por inmigrantes y el pábulo dado a los neonazis–, este exredactor del diario Elefterotypia también desvela cómo algunas de las buenas acciones atribuidas a Amanecer Dorado (acompañar a las ancianas al banco para protegerlas de los delincuentes, por ejemplo) son puros montajes realizados en connivencia con familiares y amigos de miembros de la organización; difundidos a todo trapo por los medios afines al grupo liderado por Mijaloliakos y replicados luego por los demás.

Mijaloliakos, triunfador cuatro décadas después

Pese a su agresividad, la habilidad dialéctica de Mijaloliakos es incuestionable. Presente en las bambalinas de la política griega desde hace casi 40 años, este admirador confeso de Hitler ha sabido aprovechar la crisis, la desesperación de la gente y el desplome del sistema político tradicional, que pensó que Amanecer Dorado sería un fenómeno pasajero, para dar a su discurso racista y populista una pátina de veracidad.

“Es que tiene razón en lo que dice: Grecia se ha llenado de inmigrantes”, asegura Xristos, un rumano asentado en Grecia desde hace casi dos décadas. Curiosamente, Xristos trabaja en una empresa de autocares que cubre la ruta Atenas-Rumanía-Chequia-Eslovaquia, situada justo al lado del cuartel general de Amanecer Dorado en la capital griega. Y calla cuando se le pregunta si comparte las ideas y el proceder de la organización neonazi. “Cada cual hace su trabajo y lo que yo sí haría es cargarme a todos los políticos corruptos que nos han robado y llevado a la ruina durante estos años. Nosotros nunca hemos tenido problemas con la gente de Amanecer Dorado: somos europeos. El problema lo tienen con los que vienen de otros sitios”, concede.

Quizá no sea un detalle menor que la empresa en la que trabaja este rumano pertenezca a un griego en cuya mesa de despacho reposa una carta de una asociación de jubilados dirigida a Amanecer Dorado. Aunque tal vez sólo esté allí por el peculiar horario de funcionamiento de la oficina central de la organización: de 7 a 9 de la tarde, los martes, miércoles y sábados. Según aseguran por teléfono, tampoco cuentan con un gabinete de prensa para atender las peticiones de entrevista de los medios extranjeros.

¿Pasará el fascismo?

“La cuestión es que el juego político se ha situado ahora en la calle, entre Syriza, Amanecer Dorado y la izquierda radical”, destaca el profesor Kavouriaris. “Yo creo que la extendida teoría de los extremos es errónea”, matiza Antonis Spathís. “Porque, por un lado, Syriza es un partido político y, por otro, Amanecer Dorado es una organización nazi. No son lo mismo”, se explica. “Pensar que tienes que ir hacia un lado o hacia el otro tiene su peligro. Lo que sí es un hecho es que en la política del país se ha instalado un retórica de extrema derecha”, asevera el representante de la LGDH.

Mientras las condiciones del memorándum siguen estrangulando las condiciones de vida y las esperanzas de los griegos, el nuevo fascismo avanza sin que nadie acierte a ver dónde está su límite.

“Que el fascismo siga o no progresando dependerá de si dejan de flirtear con él aquellos que desean deshacerse de una vez por todas de la izquierda a través de Amanecer Dorado. De otro modo, puede que lo que no consiguió Ioannis Metaksás en 1936 y ni si quiera intentó Georgios Papadópoulos en 1967 lo logre ahora Nicolaos Mijaloliakos”, advierte Psarrás. “Debería haber una propuesta conjunta de toda la izquierda que convenciera a la gente que tiene miedo de que hay otro modo de hacer frente al problema, de que la violencia y el racismo no mejoran la situación sino que la empeoran”, concluye Spathís.

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