Cameron consigue el acuerdo que quería para mantener a su país en la UE
El primer ministro conservador del Reino Unido, David Cameron, ha arrancado este viernes 19 de febrero en Bruselas un acuerdo que, a base de discriminar en el futuro entre británicos y europeos que viven en la isla, le permite regresar a Londres con una victoria bajo el brazo. Y a los 27 estados miembros el compromiso les permite mantener íntegra la arquitectura comunitaria a cambio de quebrar el principio de no discriminación de la Unión en detrimento de 450 millones de no británicos, y de paso sentar un peligroso precedente.
De nada ha servido la resistencia de Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa, el grupo de Visegrado con tantos emigrantes en Inglaterra. A las 22.44 horas de la noche, Cameron ha confirmado con un tuit el acuerdo, “irreversible y vinculante”, según el presidente del Consejo de la EU, Donald Tusk. Según el texto del borrador, “el Consejo de la UE autoriza a este Estado Miembro a limitar el acceso de los recién llegados trabajadores de la UE a los beneficios laborales (in-work benefits) durante cuatro años desde que empiecen a trabajar”. En ese tiempo, los trabajadores británicos sí podrán aspirar a todos los subsidios.
Esta moratoria por la cual si un comunitario aterriza en Reino Unido y encuentra trabajo no cobrará ninguna ayuda social extra durante cuatro años tendrá una vigencia de siete años como máximo en el país, no renovables; la restricción solo se justificará por una “situación excepcional de entrada de trabajadores procedentes de otro Estado miembro”. No perjudicará a los comunitarios ya residentes.
Recortes en las ayudas por hijo
Pero a los individuos de la UE que ya trabajen en Reino Unido sí les afectará otra medida, que es una de las grandes victorias de Cameron: el tijeretazo en las ayudas por hijo, los child benefits. Estos subsidios sufrirán un recorte en caso de ser percibidos por un recién llegado de la UE con hijos en su país y justificados por la excepcionalidad anterior: en lugar de abonar las actuales ayudas, el Gobierno británico indexará estas ayudas en función del nivel de vida del Estado miembro en el que residen los niños. Y afectará a los comunitarios que trabajan en Reino Unido a partir de 2020. La Comisión ha rechazado que estos recortes puedan trasladarse a las pensiones.
Se trata de una medida simbólica para las finanzas del Estado británico. Se calcula que el Gobierno se gasta 38 millones de libras anuales en las ayudas por hijo cuando este vive en otro país comunitario. Una cantidad ínfima dentro del presupuesto del Estado.
Ahora queda un referéndum sobre la permanencia en el Reino Unido en la UE en el que que el sí será defendido por Cameron y una parte de su partido, con el apoyo de la izquierda laborista, los nacionalistas escoceses, los verdes, la patronal y la City. “Haré campaña con todo mi corazón para persuadir a los británicos de que continuemos en esta Unión Europea reformada”, ha proclamado triunfal Cameron tras el acuerdo. Muchos de sus compañeros de Gabinete y partido no estarán con él en la lucha, sino en el bando contrario.
La cumbre con todos los jefes de Gobierno de la Unión amagó con reeditar la experiencia del dramático acuerdo griego del 13 de julio de 2015, cuando Atenas y la UE necesitaron un fin de semana entero y la madrugada del lunes para evitar la salida de Grecia del euro. Pero nunca se llegó a desmadrar la cosa, que más se asemejó a una escenificación teatral que a la tragedia griega de julio del año pasado.
El jueves arrancó una negociación que concluyó a las 5.30 de la mañana del viernes, si bien los mandatarios abordaron entre medias una difícil discusión sobre inmigración. El viernes por la mañana Cameron avisó que no tenía ninguna prisa y que podía quedarse en Bruselas hasta el domingo.
No solo han sido los subsidios, sino otros elementos más simbólicos igualmente importantes para Downing Street. Un cambio en la nomenclatura de los Tratados fundamentales de la UE dejará de vincular al Reino Unido con la expresión “una Unión cada vez más estrecha” (ever closing Union). A nivel de gobernanza económica, los británicos no han conseguido doblar el brazo al presidente francés François Hollande y su influencia en la Eurozona como país de la UE fuera del euro no mejorará las condiciones actuales.
España, ausente
España ha estado ausente de las reuniones clave, casi pareciendo que Rajoy aceptaría cualquier texto sobre la mesa a pesar de los 200.000 españoles en Reino Unido, de los que unos 2.000 reciben algún tipo de subsidio según los datos (no muy fiables) que ha dado Exteriores.
Otros dirigentes se han mojado más. Hasta el gobernante griego Alexis Tsipras ha sorprendido a todos cuando no se le esperaba blandiendo la amenaza de veto sobre el acuerdo con Cameron si no se garantizaba la pervivencia de Schengen, es decir, el cierre de fronteras de algún estado miembro. Al final ha resultado ser un amago de órdago sin impacto en el resultado final. Siete meses antes sin embargo, en el mismo edificio de Bruselas, la UE impuso al primer ministro griego unas condiciones humillantes para seguir en la moneda única. Grecia, Reino Unido, el peso sí importa. Demasiado.