Los partidos ganadores de las elecciones de Italia se declaran en pie de guerra contra el presidente
Carlo Cottarelli, un economista de 64 años que fue directivo del Fondo Monetario Internacional, es la solución del presidente italiano, Sergio Mattarella, para que haya un Gobierno en el país que no tiene mucho futuro por delante. La función de su equipo de tecnócratas –un gabinete “neutral”, como lo definió el jefe de Estado– tendrá que limitarse a llamar a las urnas cuanto antes.
“Voy a volver al Quirinale (el palacio presidencial) con una lista de ministros. Acto seguido me presentaré al Parlamento con un programa que incluya elecciones adelantadas”, declaró Cottarelli al salir de la reunión con Mattarella.
Italia queda en una nueva encrucijada, como resumió el economista, conocido con el apodo de 'Mr. Tijeras' por haber intentado recortar los despilfarros de la maquinaria estatal. La Liga y el M5S, que cuentan con mayoría absoluta en el Parlamento, ya han dicho que rechazan su nombre, por lo que Cottarelli no tiene posibilidades de que se aprueben los presupuestos en otoño. Sin la confianza de Congreso y Senado, el nuevo Gobierno dimitiría enseguida y se quedaría con la gestión ordinaria hasta la repetición de los comicios después del verano, “después de agosto”, según ha dicho Mattarella.
Mattarella provocó una crisis institucional al bloquear el nombramiento de Paolo Savona, de 81 años, como ministro de Hacienda del Gobierno del M5S y la Liga, por sus ideas contrarias al euro y el temor a que tenga que un plan secreto para sacar a Italia de la moneda única. Los dos partidos reaccionaron enfurecidos tras el veto y renunciaron a formar Gobierno. El M5S llegó a anunciar que iniciará en el Parlamento un proceso de destitución de Mattarella. El martes, convocó una manifestación el 2 de junio contra el presidente.
“El artículo 92 de la Constitución –comenta Enzo Cheli quien fue vicepresidente del Tribunal Constitucional– establece que el encargado de formar el Gobierno propone los ministros y el presidente de la República los nombra. Nuestra Carta le otorga la última palabra al jefe de Estado, como garante de la unidad del país, de los intereses nacionales y de los tratados internacionales”.
“Ejerciendo su poder de nombramiento de los ministros –explica el presidente emérito del Tribunal Constitucional Ugo De Siervo en una entrevista con el diario La Repubblica– el jefe de Estado tiene que tutelar los pilares de la Constitución, escogiendo personas que compartan aquellos principios. La salida de Italia del euro sería anticonstitucional y por eso es de entender que Mattarella no quisiera como titular de Hacienda alguien que la considere viable”.
Como alternativa al euroescéptico Savona, Mattarella propuso al candidato a primer ministro Giuseppe Conte el nombre del consejero político y fiel brazo derecho de Matteo Salvini, Giancarlo Giorgetti. La Liga se opuso.
El veto de Mattarella desencadenó la ira de los ganadores de las elecciones de marzo. En la plaza de Fiumicino, cerca de Roma, Luigi Di Maio denunció en un mitin un plan premeditado para sabotear el nacimiento del gobierno amarillo-verde y anunció que su Movimiento 5 Estrellas va pedir al parlamento un proceso de destitución contra el jefe de Estado.
Entrevistado por los dos mayores periódicos nacionales, Il Corriere della Sera y La Repubblica, Salvini también utilizó palabras duras contra la “injerencia del Quirinale”, pero no llegó a abogar para un acto de acusación formal. Lo que sí pidió es la vuelta a las urnas, cuanto antes.
“A pesar de gritar su indignación por el fracaso del delfín Conte, Salvini se convierte en el gran triunfador de esta crisis”, argumenta Claudia Mariotti que enseña ciencias políticas en la Universidad de Roma3. “El 4 de marzo, Salvini ganó su batalla más importante: superar en votos a la deshilachada Forza Italia de Silvio Berlusconi y lograr ser coronado jefe de la coalición de derecha. Ahora es el líder más fuerte del país”.
Está a un paso de ganar la guerra porque las encuestas pronostican un aumento de diputados para la Liga en detrimento de Forza Italia y Berlusconi, mientras M5S se mantiene en los mismos números que en marzo. Los hechos de los últimos días le conceden el eslogan ideal para la campaña: “Basta de gabinetes impuestos por Berlín, Bruselas o los mercados”.
Además Salvini puede permitirse el lujo de decidir si aliarse con sus nuevos amigos grillinos o tender la mano a los viejos socios de derecha. “Cuando ningún partido puede alcanzar la mayoría absoluta por sí solo –detalla Mariotti– para llegar al gobierno es crucial poder contar con alianzas. El Movimiento 5 Estrellas es la primera formación por número de votos, pero su 33% no le sirve en nuestro sistema proporcional. En cambio, Salvini puede elegir con quién unir sus fuerzas. Quizás volver con Berlusconi es la vía más rápida para ser el futuro primer ministro”.
Muchos analistas destacan que Di Maio cayó en la trampa orquestada por el líder de la Liga, que quería desde el principio provocar nuevas elecciones. “El secretario de la Liga se mofó del novato Di Maio”, escribió La Stampa.
Sinceros o de fachada, los intentos de dar un gobierno a Italia fracasaron. Sin soluciones alternativas, Mattarella tuvo que llamar a los tecnócratas. Es el acto final de una crisis que nunca fue sólo gubernamental, sino también de sistema.