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Macron en África: del discurso racista a las promesas paternalistas

Macron durante su discurso en la Universidad de Uagadugú, Burkina Faso, que inaugura su tour en África. Mañana irá a Costa de Marfil y pasado mañana a Ghana

Marina Leiva

Macron pronunció este martes su primer discurso en África, una tradición de los presidentes franceses tras ser investidos. En su caso, ha sido un discurso en la Universidad de Uagadugú, en Burkina Faso. Allí, tras encontrarse con su homólogo Roch Marc Christian Kaboré, ha dedicado sus palabras a la juventud. Una juventud que ayer, a modo de recibimiento al presidente francés, cambió el nombre del bulevar Charles De Gaulle por el de Thomas Sankara, el revolucionario marxista que se opuso a las políticas imperialistas, conocido como “el Che Guevara africano”.

Macron ha sorprendido al anunciar que después de su visita se van a desclasificar los documentos que desvelan el rol de Francia en el asesinato de Thomas Sankara.

Sankara fue asesinado el 15 de octubre de 1987 en un golpe de Estado liderado por el que fue dictador de Burkina Faso hasta su muerte en 2014, Blaise Campaoré, respaldado por el gobierno francés de Jacques Chirac. 

En su discurso en  Uagadugú, Macron se ha referido a las relaciones con África, al pasado colonial, de la siguiente manera: “Nuestra responsabilidad no es permanecer en este pasado”. 

Macron intenta desmarcarse de dos cosas: los comentarios racistas que ha hecho en los últimos meses y la larga tradición de presidentes franceses que defienden un discurso cuando están en suelo africano y otro, opuesto, en Francia.

África ha sido, y sigue siendo, un elemento estratégico para Francia, sin importar la ideología del partido en el poder. Sin embargo, la hegemonía del país galo en África se enfrenta actualmente a una dura competencia.

Por un lado, China está aumentando su presencia a través de una diplomacia económica sin vínculo político –por el momento–. Y Estados Unidos va incrementando cada vez más su presencia militar, enmarcada en su lucha contra el terrorismo global. En este aspecto Francia está perdiendo terreno, salvo por dos operativos puestos en marcha durante la presidencia de Hollande, primero en Malí y después en Costa de Marfil.

Además, los resabios coloniales siguen teniendo su peso: el 50% de las reservas de los países africanos tienen que estar por obligación en el Banco de Francia. Macron ha quitado importancia a esto señalando: “Las reservas están en manos de bancos centrales soberanos. Ningún banco central puede emitir dinero sin reservas. Tienes que tener reservas en Burkina Faso, no es dinero para Francia”.

Sobre terrorismo, Macron ha aplaudido la “decisión valiente tomada por mi predecesor François Hollande cuando [decidió] intervenir Mali”, y ha agradecido a los “hombres y mujeres” que luchan en el Sahel contra el terrorismo. Ha llamado a la constitución de “estados libres y  separados de lo religioso” y a “erradicar la financiación del extremismo”. Macron ha puesto un especial énfasis en el papel de la educación para ello, que será una de las prioridades de la agencia francesa para el desarrollo (AFD por sus siglas en francés), y en establecer políticas igualitarias de género. 

En su discurso, Macron ha insistido en apartarse del papel colonialista de Francia en África. “Soy de una generación que no conoció la África colonial. Soy de una generación en la uno de los mejores recuerdos políticos es la victoria de Nelson Mandela sobre el apartheid”. 

También ha hecho alusión a los crímenes contra la humanidad que están teniendo lugar en Libia, que este martes serán abordados por el Consejo de Seguridad de la ONU.

 serán abordados por el Consejo de Seguridad de la ONU

Si no corres peligro, te tienes que volver a tu país

Macron, con este discurso, está consiguiendo apartarse de sus polémicos comentarios en relación con África de sus primeros meses de mandato.

 

El joven presidente se ha ganado en los últimos meses el apodo de Júpiter, el dios de dioses de los romanos. Aunque intenta apartarse de su imagen elitista, sus comentarios le están jugando una mala pasada, y resaltan facetas de su discurso que no se sospechaban, con declaraciones al límite de la xenofobia.

en los últimos meses el apodo de Júpiter 

El pasado miércoles Emmanuel Macron se convirtió en el primer presidente de la República que asiste al inicio de la campaña invernal de reparto de alimentos de la ONG Restos du Coeur (Restaurantes del Corazón). Sin embargo, este gesto altruista se ha visto ensombrecido por una conversación de Macron con una solicitante de asilo marroquí. 

En el vídeo se puede ver a Macron, rodeado de cámaras, hablando con una mujer marroquí que le expresa su deseo de permanecer en el país. “Francia es un país generoso, pero no puede acoger a toda la miseria del mundo”, dice el presidente francés.

“Hay que proteger a la gente muy débil que están en peligro en sus países, pero si usted no está en peligro en su país, tiene que volver. En Marruecos, usted no está en peligro”.

Amina –así se cree que se llama la joven, que se expresa con dificultad– responde “pero, pero mis padres están muy enfermos” a lo que Macron, interrumpiéndola contesta: “¿Pero dónde están? ¿dónde están tus padres?”. Ella le contesta que están allí, en Francia, e intenta seguir hablando, pero Macron continúa interrumpiendo, le dice que si están en Francia, el estado francés les cuidará. “Usted puede venir a verlos regularmente si quiere”, zanja Macron. 

“Si están en Francia, se les cuidará. Es un derecho en Francia. Como imaginará, ya es bastante generoso”. La mujer, ante estas palabras, asiente y agacha el rostro, con un claro gesto de tristeza.

Días después, en Burkina Faso, Macron invitaba a los jóvenes a vivir en Francia. “Quiero que todos los graduados en Francia regresen si lo desean, gracias a las visas de larga duración”, en clara contradicción con sus propias palabras tan sólo una semana atrás, cuando dijo que Francia no podía acoger a todos los que van al país con visados de estudiante o de comercio y después se quieren quedar.

El problema de los úteros africanos

Pero estas no son las primeras declaraciones polémicas de Macron respecto a África.  Durante la cumbre del G20 el pasado julio, un periodista de Costa de Marfil le preguntó cuánto estarían dispuestos a dar los países del G20 para salvar al continente africano, a lo que el presidente francés respondió:  “El desafío de África es diferente, es mucho más profundo, es civilizacional”; y añadió: “Cuando los países siguen teniendo de siete a ocho hijos por mujer, puedes decidirte a gastar miles de millones de euros, pero no estabilizarás nada”.

Las redes sociales explotaron tras sus declaraciones, criticando que Macron echara la culpa de los problemas en África a las mujeres, dejando de lado, por ejemplo, la explotación colonial, además de hacer alusión a la misión civilizadora del hombre blanco. También se comparó con las polémicas declaraciones tachadas de racistas que realizaba el expresidente Nicolás Sarkozy, “abriendo viejas heridas”.

Macron también ha tropezado con en el tópico de hablar de África como un territorio homogéneo. Le Monde analizó las tasas de natalidad en el continente, haciendo hincapié en que las cifras distan mucho entre un país y otro. 

Sin embargo, en su discurso en Uagadugú, Macron se ha alejado de sus declaraciones en la cumbre del G20 con esta promesa:  “Me he comprometido, desde el comienzo de mi mandato, destinar 0,55% del producto nacional bruto a ayudas al desarrollo”.

Riéndose de los migrantes

Poco después de su investidura, después de meses de campaña en los que sus declaraciones estuvieron calculadas con la máxima precisión, Macron hizo un comentario xenófobo.

De visita en Bretaña acudió, al centro regional de vigilancia y rescate atlántico, en el que habló con uno de los responsables. Éste recordó distintos los tipos de embarcaciones utilizados para la pesca “hay tapouilles y kwassa-kwassa” y Macron, para demostrar su conocimiento señaló “Ah no, los kwassa-kwassa están en Mayotte”.

Mayotte es un departamento francés desde 2011 y forma parte de la Unión Europea desde 2014. Situado cerca de las islas Comores que, además, reclaman Mayotte.

“Los kwassa-kwassa pescan poco, llevan comorianos, es diferente”, dice entre risas, como se puede ver en el vídeo.

Los dos tipos de embarcaciones citadas son el equivalente a los cayucos y a las pateras en el Mediterráneo. Desde la instauración en 1995 del visado Balladur, es casi imposible viajar entre el archipiélago de las Comores y Mayotte, lo que ha causado más de 10.000 muertes entre 1995 y 2012.

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