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“Mira, aquí estaba la tienda de Yusef”

Khuza'a, localidad de la franja de Gaza, devastada, este martes. Foto: Isabel Pérez, Khuza'a

Isabel Pérez

Khuza’a (Franja de Gaza) —
  • Mo'men, de 13 años, y Mohammed, de 14, comentan en los escombros lo que un día fue Khuza'a, pueblo agrícola de la Franja de Gaza ocupado, masacrado y devastado por las fuerzas israelíes durante 11 días

“¿De quién es esa casa? ¿Es la casa de Omar?”, pregunta Mo'men a su primo. “Es la casa de Ibrahim”, responde Mohammed. “Mira, aquí estaba la tienda de Yusef y encima la casa de Mazen”, continúa Mo'men: “Oye, ¿aquí no había un huerto de olivos?”

Mo'men, de 13 años, y Mohammed, de 14, comentan sentados sobre los escombros lo que un día fue Khuza'a, pueblo agrícola situado al sureste de la Franja de Gaza, ocupado, masacrado y devastado por las fuerzas israelíes durante 11 días.

Este martes ha sido el primero de los tres días de alto al fuego humanitario y, por el momento, las condiciones se están cumpliendo, aunque la vía que une Khuza'a con los campos agrícolas está cortada con alambres de espino y restos de hormigón de las casas.

“Esta casa fue bombardeada por un F16, la otra tiene agujeros de obuses”, explica Mohammed. “Oye, ¿tú sabes si los israelíes van a dispararnos ahora?” Con sus 13 años, Mo'men ha vivido tres guerras, aunque la operación israelí de 2012 no dejó su casa como ahora, en ruinas. “Antes conocía Khuza'a muy bien, pero ahora el tanque de agua es lo único que puedo reconocer”, dice apoyando su cabeza en una mano dejando entrever un sentimiento nostálgico.

Ya antes del comienzo de la operación israelí Margen Protector, Khuza'a era una de las zonas más atacadas por los carros de combate, excavadoras y francotiradores israelíes. Las incursiones terrestres se sucedían un día tras otro, sobre todo en temporada de recogida de trigo.

“Nuestra zona es la más afectada de toda la Franja de Gaza”, dice un vecino mientras recoge las pertenencias que asoman de los escombros de su casa: “Hemos pagado un mayor número de mártires en relación con el número de habitantes. Sobre todo de nuestra familia A-Nayyar”.

El 26 de julio, un F16 israelí bombardeó la casa donde 20 miembros de la familia A-Nayyar habían buscado refugio tras abandonar su casa en Khuza'a. El bombardeo derrumbó la casa de cuatro pisos y quedaron atrapados los cadáveres de toda la familia bajo las ruinas.

Pocas casas han quedado en pie tras la entrada de infantería, paracaidistas, blindados, ingenieros y otras unidades de élite israelíes. En las escaleras exteriores de una de ellas se encuentra una familia con sus cinco hijos, madre, padre y abuela. No articulan palabra entre ellos; sólo miran a su alrededor cómo sus vecinos arrastran colchones, bombonas de gas o mantas. “Ver estas cosas nos causa un miedo de muerte”, dice la madre de la familia: “Hemos tenido que caminar dos kilómetros para llegar aquí, la carretera está cortada y no reconozco nada, me pregunto dónde estoy. No hay más infraestructuras, ni casas, ni gente. Todavía hay muertos bajo los escombros. ¿Por qué somos el único pueblo del mundo cuyos derechos nos han sido usurpados? Nuestra sangre es muy barata”.

En el suelo se ven los restos de latas, conservas y otros envoltorios de avituallamiento de los soldados israelíes. También están los cartuchos vacíos de las balas para M16, M4, Tavor, obuses para derribar casas de fabricación israelí u obuses antitanques usados contra los brazos armados de las facciones palestinas con las que se enfrentaron en Khuza'a durante varios días.

“Nosotros estamos aquí para apuntar los nombres de la gente que necesita más ayuda. Buscamos restos de metralla, objetos... Hay tipos de misiles y munición que vemos por primera vez. Aquí en particular hay cosas que los israelíes han utilizado y que no han usado en otras zonas como Shia'yya. O la táctica de invasión... cómo han llegado hasta la entrada del pueblo las tropas israelíes”, explica una voluntaria de Amnistía Internacional desde la zona.

Los vecinos cuentan que todavía no han sido liberados todos los palestinos detenidos por las tropas y llevados hasta Israel para hacerles pasar por duros interrogatorios. Hablan de que alguno volvió con la pierna o el pie roto.

Sin embargo, el episodio más imponente y aterrador ocurrió cuando fueron descubiertos los cuerpos muertos de seis palestinos en el cuarto de baño de una casa de Khuza'a. “Encontraron seis cadáveres dentro del baño”, cuenta la dueña de la casa: “Fue horrible descubrir que esto había sucedido en nuestro baño. Fueron ejecutados a sangre fría”. La mujer explica que desde hace semanas viven en casa de una prima: “Hasta que se calme la situación nos quedaremos ahí. Yo, personalmente, en esta casa no puedo vivir más, es una casa de fantasmas”.

Para otros, en cambio, la vida vuelve entre los escombros. “Nosotros nos vamos a quedar aquí. Reconstruiremos la casa y mientras tanto viviremos en una tienda. Somos perseverantes y seguiremos viviendo en nuestra tierra. No abandonaremos nuestro pueblo de Khuza'a. Si Dios quiere terminará la ocupación y el bloqueo israelí”.

Dentro de una casa cercana, totalmente carbonizada, una joven coge un trozo de ladrillo y escribe en la pared del que fue su dormitorio: “Palestine Tomorrow (Will) Be Free, Palestina mañana será libre”.

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