Obama ensaya una mínima autocrítica por el apoyo de EEUU a las dictaduras latinoamericanas
El aire se enrarece al subir las escaleras que llevan a 'Capucha', el ático en el que centenares de presos políticos encapuchados, maniatados, sucios, amontonados, vieron pasar las horas y los días sin un rayo de sol, muchos de ellos hasta que un esperanzador “traslado” los entregara a su destino final: un avión que lanzaba sus cuerpos sedados a las profundidades del Río de la Plata.
Han pasado cuatro décadas, pero la sensación de ahogo se siente aún en el recinto vacío, y el horror sobrevive en las voces de los que lograron salir con vida. Barack Obama no verá 'Capucha', ni los sótanos en los que el régimen militar torturaba a estudiantes con sadismo y técnicas aprendidas en Francia y Estados Unidos. La polémica agenda del presidente coincide este jueves con el 40 aniversario del golpe militar más sangriento del país que, se calcula, dejó 30.000 desaparecidos.
La presencia del líder estadounidense precisamente en estas fechas fue interpretada por muchos como una provocación, teniendo en cuenta el apoyo económico, político y logístico que Estados Unidos brindó a la Junta Militar y a su plan sistemático de exterminio. “Es como darnos una patada en la cabeza”, ha dicho la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini.
Finalmente Obama no visitará el centro clandestino de detención de la ESMA, hoy convertido en un museo de la represión. Sí participará en un acto oficial este jueves en el Parque de la Memoria, un jardín junto al río que recuerda a las víctimas de la dictadura. Además, el Gobierno estadounidense ha anunciado la desclasificación de documentos secretos militares y de inteligencia. “Tenemos la plena determinación de hacer nuestra parte”, ha asegurado en la rueda de prensa conjunta con Macri.
Autocrítica sí, pero poca
“Una de las grandezas de América es que hemos hecho mucha autocrítica. No falta autocrítica por parte de Estados Unidos ni de su presidente”, ha dicho Obama al referirse al apoyo de su país a las dictaduras latinoamericanas. Pero en lugar de centrarse en el papel que jugó el secretario de Estado de Gerald Ford, Henry Kissinger, que según los primeros documentos desclasificados tenía pleno conocimiento de las violaciones a los derechos humanos que se cometían en territorio argentino, prefirió referirse al gobierno posterior, el de Jimmy Carter, cuya secretaria de Derechos Humanos, Pam Derian, presionó a la Junta Militar para que abandonara el terrorismo de Estado. Según Obama, esto puso a los derechos humanos “al mismo nivel” que la lucha contra el comunismo.
Aunque muchos lo consideran un gesto importante, la presencia de Obama en el acto de este jueves es rechazada por las asociaciones de derechos humanos: “No vamos a permitir que la potencia que orquestó las dictaduras de América latina y que oprime a los pueblos del mundo se lave la cara y utilice la memoria de nuestros 30.000 compañeros desaparecidos para fortalecer sus planes imperialistas”, asegura un comunicado firmado por varias de ellas. Obama abandonará rápidamente la ciudad, en la que habrá durante toda la jornada actos conmemorativos y reivindicativos, para descansar unas horas en un lujoso resort en la Patagonia.
Macri, encantado
Para el gobierno de Mauricio Macri la visita de Obama es un importante espaldarazo político internacional. Después de años de tensión entre Washington y Buenos Aires, el nuevo Gobierno liberal ha abandonado el eje de la izquierda latinoamericana para anunciar su vuelta al escenario mundial en busca de inversiones. Pero en Argentina son muchos los que relacionan las buenas relaciones con Estados Unidos –“carnales”, se llamaron aquí– con la liberalización de la economía, las privatizaciones y los recortes sociales que el FMI exigía en los 90 para mantener la financiación, un modelo económico que acabó en el default de 2001 y una profundísima crisis que dejó a la mitad de la población en la pobreza.
La canciller Susana Malcorra –el gran fichaje de Macri, que viene de trabajar como jefa de Gabinete de Ban Ki Moon en Naciones Unidas– ha conseguido que el presidente recibiera, en apenas 100 días de gobierno, a Barack Obama, Françoise Hollande y Matteo Renzi.
Las casi una decena de canales de televisión con cobertura periodística 24 horas inundan de información la jornada, mientras en la calle la gente se queja de las molestias ocasionadas por el operativo de seguridad que suma 2.500 efectivos y que ha cortado la circulación en las vías clave de la ciudad, por donde se mueve una comitiva estadounidense de más de 800 personas.
Unos 400 empresarios acompañan al presidente Obama y han participado este miércoles en un encuentro con pares argentinos organizado por la Cámara de Comercio Estadounidense en Buenos Aires.
Cuba y Obamacare
Antes, en el centro cultural La Usina del Arte, Obama dedicó más de una hora a un encuentro con jóvenes emprendedores. Distendido, en mangas de camisa, contando sus lecturas universitarias –“Borges, Cortázar…”– y su primera experiencia con el mate –“Creo que voy a llevarme un poco en el Air Force One”–, Obama mostró su lado más carismático.
Defendió Obamacare y destacó el descenso de la mortalidad infantil y de la población viviendo en pobreza extrema. También se refirió a su viaje a Cuba, y a la recomendación que le hizo a Raúl Castro de abrazar el sistema de mercado: “Allí han avanzado mucho, el nivel de analfabetismo es casi cero. Pero la economía no funciona. Desde los 50 no ha cambiado nada”.
“Pienso que la democracia es mejor que la dictadura. Creo en la libertad de expresión, de reunión y que la gente no debe ser detenida arbitrariamente. Y digo lo mismo cuando estoy en China, en Rusia o con alguno de nuestros aliados, lo que a veces resulta un poco incómodo”, afirmó.
También habló del fenómeno Trump. “El Partido Republicano se ha movido mucho hacia la derecha en los últimos años. Han optado por una política de oposición más que de proposición. Y han tenido cierto éxito, porque las personas con más pasión votan más”. E hizo su pronóstico para las próximas elecciones: “Confío en las decisiones del pueblo estadounidense. Además, el poder está distribuido y el daño que puede hacer un presidente es limitado. Y, en todo caso, América es capaz de recuperarse de sus errores”, dijo sonriente.
Este jueves por la mañana, Obama cerrará su agenda oficial con la ceremonia en el Parque de la Memoria, a la que no está previsto que asista ninguna de las asociaciones de derechos humanos importantes. La brisa del río que devoró la vida de cientos de argentinos acompañará al primer presidente estadounidense de visita en Buenos Aires en casi dos décadas, y al primero en ensayar una mínima autocrítica por el papel de Estados Unidos en la promoción de las dictaduras latinoamericanas. Una autocrítica que en un país que respiró el horror de 'Capucha' –y el de otras decenas de centros de detención y tortura– sabe a poco.