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Seymour Hersh: “Da igual lo que diga la historia, en EEUU nos creemos maravillosos y excepcionales”

El periodista Seymour Hersh.

Javier Biosca Azcoiti

No es fácil seguirle el hilo. El mítico periodista estadounidense Seymour Hersh lo relaciona todo. No le hacen falta preguntas, él pasa de un tema a otro sin poner punto y aparte (a veces sin necesidad siquiera de un punto y seguido). De sus grandes exclusivas sobre el Watergate, la masacre de 500 civiles en Vietnam y las torturas en Abu Ghraib (Irak) pasa a Trump, las tensiones con Irán y la guerra en Siria.

Habla rápido y se ríe a carcajadas. Uno no puede evitar imaginar cómo sería Hersh en plena acción en sus años de reportero; por ejemplo en la batalla contra su colega Bob Woodward, otro peso pesado de la profesión, por la próxima exclusiva del caso Watergate. Perseguían a las mismas fuentes y cuando uno lo conseguía antes que el otro incluso se intercambiaban mensajes ocultos. “En una ocasión había llegado a encontrar una nota en el exterior de la oficina de alguien al que esperaba poder entrevistar con la frase 'Kilroy was here” (un mensaje popularizado entre los soldados estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial para comunicarse).

Ahora es más fácil imaginarse a este periodista de la vieja escuela con su fama de estilo directo, incluso agresivo. Hersh publica sus memorias (Reportero, editorial Península) y, tras décadas persiguiendo fuentes y solicitando entrevistas, se ha convertido durante unos días en el perseguido. “Eres el último, estoy deseando deshacerme de vosotros”, bromea tras descolgar el teléfono.

Hersh ha destapado algunas de las peores atrocidades cometidas por EEUU en el mundo. Y su conclusión es clara. “Pensamos que somos excepcionales. El famoso 'american exceptionalism'. Da igual lo que diga la historia, que nosotros nos creemos maravillosos”, cuenta. “Por eso la noticia de la masacre de My Lai que publiqué hace 50 años, cuando masacramos a 500 personas, fue muy sorprendente para el pueblo estadounidense porque teníamos esta noción, y la seguimos teniendo, de que libramos las guerras mejor que otros. Entonces supimos que no, que luchamos como luchan los 'terribles japos' y otros ejércitos”.

Lo mismo, dice, se aplica en las actuales tensiones con Irán. “Pensamos que simplemente nos podemos salir del acuerdo nuclear con Irán y ya está”, afirma. Los iraníes no buscan el conflicto, dice, “solo responden a nuestras estupideces”. “No hay pruebas de que Irán tenga un sistema de armas nucleares, que lo quiera o que esté interesado en el mismo. Pero eso da igual. Nosotros creemos lo que creemos. Incluso nuestra comunidad de inteligencia ha dicho a la Casa Blanca en 2007 y 2011 que allí no hay nada”, añade.

Minutos después de los atentados del 11S, el entonces jefe de Hersh en The New Yorker, le llamó para asignarle de forma permanente el seguimiento del asunto. “El mayor encargo de tu carrera”, le dijo. Su conclusión, la misma que tras destapar la matanza de civiles en Vietnam: “Somos igual de malos que el resto. A EEUU ya le dan igual los no combatientes. Si vives ahí, simplemente vives en el lugar equivocado. Vamos a bombardear igualmente”.

¿Han valido la pena estos 18 años de guerra contra el terrorismo? “¿Me tomas el pelo?”, responde entre estruendosas carcajadas. “Cuando vosotros los españoles sufristeis el desastre del 11-M, aunque el Gobierno acusó de forma estúpida a ETA, al final cogieron a los culpables y los metieron en prisión. No empezasteis una guerra contra una idea como hicimos nosotros”. Más carcajadas. Hersh denuncia que Obama no cambió la política exterior de Bush y de Dick Cheney, su vicepresidente “islamofascista”.

“En el segundo mandato, Obama apoyó en secreto a la oposición en Siria, lo que es increíble. De algún modo, aunque de forma muy compleja, apoyamos a Al Nusra y a ISIS”, señala. “Había muchas razones para ir contra Asad, pero también hay muchas razones para pensar que si Asad cae, el próximo gobierno en Damasco estará dirigido por ISIS y Al Nusra”. Más carcajadas.

Tras un ataque químico en Siria en 2013, Hersh, en base a un informe confidencial al que tuvo acceso, aseguró que el Gobierno estaba acusando únicamente a Asad cuando realmente sabía que había dos sospechosos. “No sabemos empíricamente quién lo hizo, lo que sabemos es que el Ejército estaba informando y había informes internos muy clasificados, uno de los que vi yo era de junio de 2013, en los que se decía que los turcos, utilizando fuerzas policiales especiales, estaban suministrando a Al Nusra los químicos necesarios para hacer un gas nervioso. Aunque se malentendió lo que dije, yo no me retracto”, afirma. “Ese mismo verano se realizó un estudio del número de tropas que se necesitarían para entrar y quitarle todas las armas químicas a Al Nusra. La respuesta fue 60.000, así que no lo hicimos”, añade.

El periodista vuelve a 2003, cuando entrevistó al entonces ministro de Defensa sirio, Mustafá Tlass. Después de que este le enseñase toda su colección de pornografía, Hersh le preguntó que Donald Rumsfeld, entonces secretario de Defensa de Bush, había contemplado una invasión a Siria. “¿Qué haríais? ¿Utilizaríais vuestras armas químicas?”, preguntó. “¿Esas cosas? Son las peores armas del mundo, si se nos ocurriese utilizarlas, vendrían y nos volarían por los aires con sus armas nucleares”, respondió el ministro.

Hesrh también tiene una teoría alternativa sobre el asesinato de Osama bin Laden en 2011 y sostiene que el Gobierno mintió. Según la información de Hersh, Bin Laden era prisionero de los servicios de inteligencia pakistaníes y asegura que Pakistán entregó a Bin Laden a EEUU y estos posteriormente les traicionaron negando cualquier colaboración. “Él estaba prisionero, ¿cómo podríamos haberlo hecho sin ellos? ¿Crees que son idiotas?”.

Hersh llegó a ser un auténtico quebradero de cabeza para el poder en EEUU. Gracias a sus fuentes, especialmente en la comunidad de inteligencia, no ha dejado en paz a ningún presidente desde los años 70. Una conversación entre el exdirector de la CIA William Colby y el fiscal general adjunto, Laurence Silberman, en pleno escándalo por el espionaje interno de la CIA a opositores y detractores de la guerra de Vietnam, refleja muy bien su carrera.

Colby: “Estoy absolutamente asombrado de que [Hersh] supiera que iba a encontrarme con usted”.

Silberman: “El hijo de puta tiene fuentes que no tiene nadie más”.

Colby: “Sabe más que yo de este sitio [la CIA]”.

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