Estados Unidos, Pakistán y los oscuros vínculos con el terrorismo yihadista
El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, y el ministro de Exteriores de Pakistán, Khawaja Muhammad Asif, sonreían ante las cámaras de los periodistas mientras se estrechaban la mano. Eso fue todo lo que el mundo pudo ver de la reunión entre ambos mandatarios el 4 de octubre.
Minutos después del encuentro, Tillerson dio una rueda de prensa. Ni rastro de Pakistán. El secretario de Estado se limitó a intentar desmentir que había llamado “idiota” a su jefe, el presidente Trump.
Aun así, existen tensiones entre Pakistán y EEUU que no pueden ser ignoradas. Washington lleva años haciendo graves acusaciones a Pakistán por su supuesto apoyo a grupos terroristas. Probablemente Tillerson se lo recordase a su homólogo a puerta cerrada.
Las últimas acusaciones las lanzaron ante el Congreso el jefe del Estado Mayor de la Defensa de Estados Unidos, el general Joseph Dunford, y el secretario de Defensa, James Mattis, tan solo un día antes de la reunión de los ministros de Exteriores de ambos países. “Tengo claro que el ISI [los servicios de inteligencia paquistaníes] tiene conexiones con grupos terroristas”, afirmó Dunford en la sesión del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes sobre la estrategia de EEUU en el sur de Asia. Su homólogo paquistaní, Asif Ghafoor, no tardó en contestar: “Nombrad una agencia de inteligencia que no tenga vínculos [con terroristas]. Los vínculos pueden ser positivos y tenerlos es diferente a apoyar”.
“Creo que hoy en día, con el creciente consenso contra el terrorismo, Pakistán se verá aislado diplomáticamente y con mayores problemas económicos a medida que los países afectados por ese terrorismo digan que ya es suficiente. Hay muchas ventajas para Pakistán si sigue la línea de la comunidad internacional”, afirmó Mattis. “Tenemos que intentar una vez más que esta estrategia tenga éxito con ellos. Si nuestros mejores esfuerzos fracasan, Trump está preparado para dar los pasos necesarios”.
Las oscuras relaciones con el terrorismo
Durante la ocupación soviética de Afganistán, Pakistán, al igual que EEUU, apoyó a los muyahidines afganos. Después, durante la guerra civil posterior, continuó apoyando a los talibanes y grupos insurgentes, a los que utilizó como agentes externos para influir en Afganistán y en India, ambos enemigos de Pakistán.
Tras los atentados del 11-S de 2001, aunque Pakistán se convirtió teóricamente en un aliado de EEUU en la llamada guerra contra el terror, el presidente Musharraf inició un doble juego con los grupos insurgentes, muchos de ellos terroristas. En cierta medida, el resto de presidentes del país ha seguido esta política.
“La respuesta de Pakistán fue, al menos, engañosa”, sostiene el profesor de King's College Samir Puri en su libo Combatir y negociar con grupos armados. “Al tiempo que combatía a radicales islamistas para tranquilizar a EEUU, mantuvo canales de comunicación con otros. Las fuerzas armadas de Pakistán luchaban más enérgicamente contra aquellos grupos que consideraba que suponían una amenaza directa a sus intereses nacionales. Contra otros se mostraba más pasivo o preservaba activamente su potencial para utilizarlos como agentes externos”.
Musharraf ha reconocido públicamente haber apoyado a los talibanes afganos para debilitar al gobierno de Karzai, presidente de Afganistán de 2001 a 2014, por su ayuda “a India a apuñalar por la espalda a Pakistán”. “Karzai estaba haciendo daño a Pakistán y por eso trabajamos en contra de sus intereses. Obviamente buscamos grupos para contrarrestar las acciones de India contra Pakistán. Y por supuesto que la inteligencia estuvo en contacto con grupos talibanes”, afirmó el expresidente pakistaní en una entrevista con the Guardian.
El doble juego de Pakistán le ha costado golpes de ambos lados. A las acusaciones de EEUU y sus aliados se suman las acciones de ciertos grupos terroristas yihadistas contra los que ha actuado el Gobierno.
“Musharraf cometió la decisión equivocada de convertirse en aliado de EEUU en el frente de la guerra contra el terrorismo y, en consecuencia, Pakistán se ha convertido en víctima del terrorismo”, sostiene Muhammad Saleem, periodista paquistaní que informa sobre terrorismo en las zonas tribales de Pakistán. Entre 2003 y 2017 la guerra en Pakistán se ha cobrado la vida de más de 60.000 personas (20.000 de ellas, civiles).
17.000 millones de euros en ayuda a Pakistán
“Pakistán ha logrado avanzar en sus intereses estratégicos, por difíciles de aceptar que sean para Occidente, que ha visto cómo Pakistán esquivaba su compromiso de combatir a grupos armados e incluso quizá cómo acogió a sabiendas a Osama bin Laden”, afirma Puri. Aun así, EEUU en los últimos 15 años ha entregado a Pakistán más de 17.000 millones de euros en ayuda humanitaria, militar y de seguridad.
En 2011, año en que EEUU llevó a cabo una misión en Pakistán para matar a Bin Laden, Michael Mullen, jefe del Estado Mayor de la Defensa de 2007 a 2011, afirmó ante el Congreso que la red Haqqani, grupo terrorista asociado a Al Qaeda y que ha cometido numerosos ataques contra tropas extranjeras en Afganistán, era un “brazo armado de la inteligencia paquistaní”. Un año después, el exsecretario de Defensa Leon Panetta afirmó: “Se nos está acabando la paciencia”.
“Pakistán no se merece todas estas acusaciones porque EEUU y la CIA jugaron un papel fundamental en la creación de los talibanes para combatir a la Unión Soviética. Tras la Guerra Fría se abandonó a Pakistán y EEUU no prestó atención al establecimiento de un Gobierno en Afganistán”, asegura Muhammad Saleem. “Afganistán e India están utilizando a los talibanes paquistaníes para crear caos en Pakistán. Por su parte, Pakistán tiene buenas relaciones con los talibanes afganos, especialmente con la red Haqqani”.
Un factor puede cambiar esta dinámica heredada directamente de la Guerra Fría: la expansión de ISIS en la región. “Las acciones yihadistas de los talibanes afganos se centran en Afganistán, el foco de los talibanes paquistaníes es Pakistán y, sin embargo, la política de ISIS es atacar a todos los países”, sostiene Saleem.