Así cae el voto socialdemócrata en toda Europa
*Esta información está actualizada desde el 9 de junio de 2017
Por segunda vez desde 1974, ningún candidato socialista estuvo en la segunda ronda de las presidenciales francesas celebradas en mayo de 2017. El partido socialista francés se quedó en primera ronda con apenas un 6% de los votos, uno de los peores resultados de su historia. No es una excepción en Europa. La aparición de nuevas fuerzas políticas, la crisis económica, los cambios sociales y económicos, la puesta en práctica de medidas de austeridad o la aparición de nuevos grupos de votantes más heterogéneos parece que ha llevado a las fuerzas políticas socialdemócratas a una crisis de popularidad.
El PASOK en Grecia, que no bajó del 38% del voto entre 1980 y 2009, se desplomó en las últimas generales helenas de 2015 hasta el 6%. En Países Bajos, el Partido del Trabajo (PvdA) se quedó en un 5,7% en 2017. El mismo resultado lo cosecharon los socialistas de Islandia (Sam) en 2016. El PSOE en España, aunque no ha caído tanto como en otros países europeos, ha perdido gran parte de su apoyo electoral en los últimos años.
Claves en la construcción del Estado del Bienestar en Europa, los partidos socialdemócratas han perdido ahora parte de su hechizo con el electorado europeo. Mientras, fuerzas alternativas de izquierda, nuevos partidos centro-liberales y el auge de la extrema derecha empiezan a arrebatar espacio político a los partidos tradicionales.
En Islandia, el país que sufrió el mayor colapso financiero en relación al tamaño de su economía, los partidos ecologistas se quedaron con el espacio de la Alianza Socialdemócrata (Sam), reducido a un escaso 5,7% de los votos. En las últimas elecciones de Hungría y Polonia, los socialistas se presentaron en coalición con otros partidos de izquierda para frenar la sangría de votos y el auge de la ultraderecha.
En países como Francia, Italia, Grecia o España, por el contrario, nuevas fuerzas de izquierda alternativa anti-establishment ha arrebatado gran parte del voto progresista a los partidos tradicionales socialdemócratas.
Todavía le quedan a 2017 varias citas electorales con perspectivas poco halagüeñas para los socialistas. Elecciones legislativas en Alemania, Francia, Bulgaria o República Checa supondrán un nuevo examen para las fuerzas socialdemócratas tradicionales. Las encuestas, por el momento, no les auguran grandes resultados.
Una tendencia que parece tener una excepción en Reino Unido, donde laborismo de Corbyn consiguió uno de los mejores resultados del siglo para los socialdemócratas británicos. En Francia, las encuestas son menos alentadoras y dan a los socialistas el mismo voto que obtuvieron en las presidenciales: entre un 7% y un 9%.
El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, consiguió en las recientes elecciones generales de Reino Unido los mejores resultados de la formación desde el 2001. Después de una remontada de más de 15 puntos en las encuestas, los socialdemócratas británicos arrebatan la mayoría a los conservadoras liderados por Theresa May.
Los laboristas se alzaron en los comicios de 2017 con un 40% de los votos, a solo 2 puntos de los conservadores. Los tories, que convocaron elecciones anticipadas con la idea de cosechar una victoria arrolladora, se quedaron en un 42,4% de los votos.
Corbyn, gracias a su particular victoria contra los sondeos y los ataques de la mayoría de los medios de comunicación, ha conseguido conectar con el votante laborista y dejar a Reino Unido como uno de los pocos países europeos donde el voto socialdemócrata remonta en las elecciones más recientes.
El programa del candidato laborista, centrado en renacionalizar compañías de sectores estratégicos, abolir la matricula universitaria, construir viviendas públicas o introducir un aumento progresivo del impuesto sobre la renta, han colocado a Corbyn y su partido como ejemplo para el resto de formaciones socialdemócratas de toda Europa.
“La política ha cambiado y ya no volverá a ser la misma”, sentenció Corbyn en un discurso durante la campaña electoral.
Emmanuel Macron, próximo presidente de Francia, salió vencedor de una de las citas electorales más importantes y también más excepcionales de la historia francesa: récord de abstención, sin ninguno de los partidos tradicionales en la segunda ronda y sin ningún candidato de izquierda entre los tres más votados.
Macron, surgido de las filas del partido socialista francés y aupado por su entrada en el Gobierno de Hollande, vence ante la xenófoba Le Pen apenas un año después de haber fundado su propio movimiento político para alejarse de la socialdemocracia tradicional francesa.
El Partido Socialista francés pasó de ganar las elecciones anteriores y gobernar con François Hollande a alcanzar un escaso 6% en la primera ronda de las presidenciales. “El mandato de Hollande ha decepcionado muchísimo”, explica el politólogo Renaud Payre a eldiario.es, director del instituto de ciencias políticas Sciences Po de Lyon.
Los socialistas, que presentaron a un candidato del ala más izquierdista del partido, Benoît Hamon, vieron como la Francia Insumisa de Mélenchon, con un discurso de antiglobalización y euroescepticismo, les adelantó por más de 10 puntos en la primera ronda de las presidenciales.
Tras alcanzar por tres citas electorales consecutivas los peores resultados de la historia de la democracia, el PSOE se debate entre dos opciones para volver a encontrar su voto tradicional: Pedro Sánchez, que ahora busca un voto de “giro a la izquierda”, y el perfil más moderado de Susana Díaz.
Las elecciones primarias del partido decidirán el camino que llevará la formación socialista en los próximos años. Con la llegada de Podemos, el PSOE se encontró ante un competidor que nunca tuvo en una cita electoral: un partido emergente, con agenda social, anti-establishment y muy crítico con las políticas llevadas a cabo por los socialistas en el último Gobierno del PSOE (2008-2011).
Precisamente, la candidatura de Unidos Podemos se presentó como la “nueva socialdemocracia” en la campaña para las últimas elecciones del 26J. Aunque el partido liderado por Sánchez venció el fantasma del sorpasso y se mantuvo como la primera fuerza de la oposición, Unidos Podemos ha conseguido arrebatarle buena parte de su electorado tradicional, especialmente entre jóvenes y en grandes ciudades.
La caída del PSOE, a pesar de todo, no está entre las peores de los socialdemócratas en Europa: todavía se mantiene en un 20% de los votos y la mayoría de encuestas lo ubican en tendencia ascendente.
El PASOK, el partido socialista tradicional griego, consiguió el 43% de los votos en 2009. Cinco años y cuatro citas electorales después, los socialistas helenos han quedado inmersos en la irrelevancia. La coalición de izquierda Syriza, partido liderado por Alex Tsipras, ha engullido el voto socialdemócrata. En las últimas elecciones de septiembre de 2015, el PASOK apenas alcanzó el 6% de los votos.
En su primera victoria electoral en enero de 2015, Tsipras llamó a unirse a Syriza, “la única opción válida para detener este desastre que está pasando”. La coalición se aprovechó del desencanto del electorado con los partidos tradicionales por las políticas de austeridad impuestas desde Bruselas. Además, tras los comicios de 2012, el PASOK entro en una gran coalición de Gobierno con los conservadores de centro-derecha Nueva Democracia (ND).
En 2004, Pasok y ND sumaban el 90% de los escaños del Parlamento griego, en los dos últimos comicios no superaron juntos el 35% de los diputados del Parlamento.
Además de Syriza, el gran partido emergente en la escena griega, partidos neonazis y de derecha nacionalista como Amanecer Dorado (XA) o Griegos Independientes (ANEL) también han pescado votos entre los votantes de partidos tradicionales. Precisamente, el partido de Tsipras eligió como socio de Gobierno a los nacionalistas de derecha de ANEL.
Holanda frenó a la ultraderecha en las pasadas elecciones de marzo de 2017, pero no fue gracias a los socialistas. El Partido del Trabajo (PvdA) se dio el mayor batacazo de la noche electoral al cosechar los peores resultados de la historia del partido desde la Segunda Guerra Mundial. Entre 2012 y 2017, pasó del 24,8% de los votos al 5,7%. Mientras, el islamófobo y ultraderechista Geert Wilders se posicionaba como candidato a vencer en las elecciones, aunque finalmente frenó su auge en las elecciones.
“El país está claramente mejor que en 2012, pero no hemos conseguido convencer a nuestros votantes para que nos vuelvan a apoyar”, señaló el líder del PdvA tras conocer los resultados electorales. En 2012, los socialistas neerlandeses pactaron Gobierno con los liberales de VVD y pusieron en práctica medidas de austeridad. Los votantes no les castigaron por igual en 2017: los liberales repitieron como partido más votado mientras los laboristas se hundieron.
Los ecologistas de GroenLinks (GL) y los socioliberales D66 captaron gran parte de ese voto socialdemócrata hacia fuerzas alternativas. GL, que tuvo su mayor éxito entre los votantes jóvenes, fue el partido que más creció respecto a las anteriores elecciones. Con un programa centrado en la defensa del medio ambiente y la reducción del consumismo, lograron superar los más de 50 años de voto tradicional socialdemócrata en Países Bajos.