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París mantiene la indignación en la plaza de la República y la contagia a otras ciudades

Indignados protestan en la plaza de la République, en París.

Andrea Olea / Luna Gámez

La Nuit Debout, el movimiento indignado de Francia, ya ha cumplido una semana de protesta en la plaza de la République en París y tiene réplicas en una treintena de ciudades francesas. Este sábado, 9 de abril, más de cien manifestaciones volvieron a sacar a la ciudadanía a la calle, entre ellas, la de la capital francesa. Convocatoria: Sindicatos. Punto de salida: République. Ambas fuerzas, la sindical, más tradicional y la nueva creada por la Nuit Debout se retroalimentan y ocuparon juntas las calles parisinas. Su batalla común es contra la Ley El Khomri, la reforma laboral que lleva el nombre de la ministra de Trabajo francesa (Myriam el Khomri), pero esta ha sido solo la gota que ha colmado el vaso de la indignación, los frentes abiertos son muchos más.

A todos les une un interés por la reapropiación del espacio público y por la búsqueda de un sistema de gobierno alternativo. A continuación, algunas de los colectivos y luchas que convergen en la République:

El movimiento estudiantil

“République es nuestra última oportunidad”

Los estudiantes son quienes han llevado la voz cantante en la movilización contra la reforma laboral: de un lado, los lycéens (alumnos de secundaria) y del otro, los universitarios. Estos últimos, que forman el grupo más nutrido en la plaza de République, llevaban meses protestando por el aumento de las tasas de la universidad y por las condiciones de residencia del alumnado extranjero. En Francia, el precio de la matrícula de los establecimientos públicos no sobrepasa los 400 euros anuales, pero en los últimos años se ha producido un aumento considerable: “Ahora ya hay diplomas que cuestan 3.000 o 4.000 euros”, se queja Arthur, de 23 años y estudiante de Sociología Política. “Si no puedes ir a la universidad, no puedes construirte un futuro”. 

Arthur forma parte del grupo promotor de la Nuit Debout, convocada por el colectivo Convergence de Luttes (Convergencia de luchas). Cree que para mucha gente la reforma laboral solo ha sido la gota que colma el vaso. “Muy poca gente esperaba maravillas del gobierno socialista y temíamos que virara a la derecha... pero es que la ha sobrepasado: un gobierno supuestamente de izquierda ha puesto en marcha medidas neoliberales en lo económico y de ultraderecha en lo social”, considera.

La movilización de estos días en la plaza de République da esperanzas a muchos sobre lo que podría ser el surgir de un movimiento de contestación a más largo plazo. “En cierta forma, aquí decimos ‘Gracias, Hollande’, porque gracias a él, a (Manuel) Valls, a (Myriam) El Khomri, estamos ocupando la plaza. Han ido tan lejos en su cinismo que ahora estamos todos aquí, luchando contra ellos”, asegura este joven que considera que el movimiento Nuit Debout es la ultima esperanza para poder construir una alternativa a la ideología del Frente Nacional y a las políticas del gobierno socialista. “Ya es un éxito el hecho de que la gente vea que se puede hacer algo, sería un fracaso si la gente viese esto como una utopía. Acabar con la ley El Khomri debe ser solo la primera victoria”.

“La Nuit Debout, del centro a la periferia”

“La Ley El Khomri ha sido lo que nos ha hecho reaccionar, pero hay muchas cosas que no funcionan, como la represión policial y el desempleo”, cuenta Henni Darrat, estudiante de instituto, que con solo 18 años ha sido uno de los impulsores de una asamblea satélite del movimiento Nuit Debout en Montreuil, un barrio obrero situado en la periferia de París. El sentimiento de indignación se ha contagiado por varios barrios del extrarradio parisino creando el movimiento “periferia en pie” (Banlieu Debout).

“Antes de la ley del trabajo no estábamos organizados, no había ningún colectivo en el instituto. Algunos estábamos sensibilizados políticamente pero la actividad en el instituto comenzó con los bloqueos y las asambleas de las últimas semanas”, relata Henni, alumno de uno de los muchos institutos parisinos en pie de guerra contra la reforma. El 9 de marzo, primer día de protestas en los centros escolares, salieron a la calle entre 225.000 y 500.000 personas en toda Francia, según la policía. Desde ese momento en adelante, los bloqueos de las instalaciones se fueron sucediendo consecutivamente a la par que las asambleas de discusión se iban consolidando entre los jóvenes. El día de la huelga general en Francia, el 31 de marzo, los estudiantes se sumaron a los 1,2 millones de manifestantes, 390.000 según la policía francesa, una marcha que acabó en la plaza de la République dando a luz al movimiento Nuit Debout ,y el 5 de marzo los escolares organizaron otra jornada reivindicativa con manifestaciones y bloqueos en distintos centros.  Las acciones se saldaron con más de 130 estudiantes detenidos y varios movimientos apoyaron solidariamente las reivindicaciones para la liberación de los estudiantes.

Henin considera que las interacciones sociales y los lazos entre distintos colectivos es lo más importante de la Nuit Debout. Cuando los estudiantes de Montreuil decidieron crear su propia asamblea fueron en busca de ayuda a Republique y ahora son otros barrios los que acuden a Henin y a sus compañeros para pedirles consejo. “Incluso si la reforma es retirada, tenemos que continuar la movilización. Queremos hacer política de otra forma y en esa otra política es necesario aunar fuerzas para construir un proyecto común y acabar con las diferencias entre derechas e izquierdas”, afirma este estudiante.

El movimiento por el Derecho a la Vivienda

“En esta plaza faltan nuestros responsables políticos”

Cuando en la plaza de République no había nada, allí estaba el colectivo DAL (Droit au Logement, derecho a la vivienda en español). Este veterano colectivo, equivalente francés de la PAH (Plataforma Antidesahucios), lleva veinte años luchando contra los desahucios, el vertiginoso aumento del precio de la vivienda y los problemas de alojamiento en Francia, que según la asociación afectan a unos 3,8 millones de personas en todo el país. El 31 de marzo, la DAL acampó en République junto a una decena de familias para protestar contra la reanudación de los desalojos tras la llamada “tregua invernal” (la ley en Francia prohíbe las expulsiones durante el invierno), al estimar que en los próximos meses podría haber hasta 30.000 nuevos desahucios.

“Pedimos una autorización para acampar durante tres días. Como la gente de Nuit Debout no había recibido respuesta a su propia demanda por parte de la Prefectura de Policía, se acogieron a la nuestra”, explica Malika Gherib, de 63 años, aguerrida militante de la DAL desde hace ocho años, cuando estuvo a punto de perder su casa.

“Vengo a contaros que, gracias a vosotros, hemos logrado una reunión con el ministerio el próximo 27 de abril”, anunciaba triunfal la activista este miércoles ante la Asamblea general de République, recibiendo una ovación en respuesta. Esa mañana, una acción de su plataforma, con el apoyo de cientos de personas procedentes de la Nuit Debout, había concluido frente al Ministerio francés de Vivienda para exigir una solución habitacional para miles de personas en riesgo de perder sus casas. Gracias a la presión ejercida, los responsables ministeriales aceptaron un encuentro con el colectivo.

“En esta plaza hay sobre todo jóvenes, pero nos tenemos que ayudar los unos a los otros”, argumenta Malika, que pasa todo su tiempo disponible en République y participa asiduamente en las actividades de la Nuit Debout.  “Quienes faltan aquí son… los responsables políticos. Aquí tienen que venir el señor Valls, el señor Hollande. Escuchar a la gente para entender lo que está pasando”. A pocos metros, varios sin techo aprovechan el precio libre de la cantina para comer sin preocuparse de tener que pagar.  “Perdona la expresión, pero aquí estamos todos metidos en la misma mierda”, afirma Gherib.  “Sin trabajo no hay vivienda, sin vivienda no hay salud y sin salud no hay vida”, concluye.

La ciudadanía de a pie

“Veo mucha gente perdida... que quiere hacer algo”

A République también se están acercando multitud de personas que no pertenecen a ningún movimiento o colectivo, ciudadanos sin siglas detrás que vienen a aportar su granito de arena. Malandjo Danho es muchas cosas: bailarín, cantante, militante antirracista. Tiene 45 años y llegó a Francia desde Costa de Marfil a los 5. Se siente marfileño y francés, en ese orden. En 2011, durante la breve réplica que tuvo el 15M en Francia, acogió en su casa a gente llegada de todo el país para participar ese movimiento de protesta que finalmente se diluyó en pocas semanas.  

Al oír hablar de la Nuit Debout cogió su tienda de campaña y se plantó en la plaza: allí duerme todas las noches desde el viernes 1 de abril, pese a ser desalojado todas las mañanas por la policía. “Para que el día en que esto estalle de verdad, me pille cerca”, afirma con un guiño. Insiste en que se le fotografíe junto a los refugiados con los que ha compartido techo (o más bien cielo) en las últimas noches. 

En las asambleas generales de la tarde, Malandjo se eleva entre el público, desde sus cerca de dos metros de altura, y toma la palabra para resumir sus impresiones del día. Su visión del movimiento es precavida aunque optimista: “Por el momento, veo mucha gente perdida, que quiere hacer algo y no sabe cómo”, explica, y matiza: “Están perdidos, pero este es un buen lugar para encontrarse, intercambiar impresiones y debatir”. 

Malandjo cree que République también es una buena palestra para sacar a relucir el racismo latente en Francia. “Si miras a tu alrededor verás que casi todo el mundo es blanco. La gente de la comunidad negra o árabe se siente menos concernida. Los franceses no se dan cuenta de que este país sigue practicando el saqueo en otros países de África o de Oriente Medio, a veces se preocupa más de la causa palestina que de la gente que tiene aquí”, afirma señalando a varios refugiados que descansan sobre unos colchones. “Queda mucho por hacer... pero soy un hombre paciente”, asegura con una sonrisa.

“Nuestras jubilaciones están estancadas y con ellas tenemos que ayudar a nuestros hijos”

El perfil de los jubilados que hacen malabares con sus pensiones para ayudar a su familia ante la falta de trabajo no es exclusivo de España. En Francia, cada vez más son los desempleados que dependen de la solidaridad de sus allegados y muchos temen que esta brecha social se acentúe si finalmente la Ley El Khomri fuese aprobada.

“Quieren destruir el Código del Trabajo que fue construido a base de luchas desde tiempos de nuestros abuelos”, afirma Monique, una jubilada que con su pensión y la de su marido ayudan a su hijo de 20 años, desempleado y frustrado ante la falta de trabajo, según cuenta esta francesa indignada. “Nosotros estamos aquí por nuestros hijos, por nuestros nietos y por las generaciones venideras. Si no conseguimos parar esta ley hay que seguir manifestándose, hay que ir a la Asamblea Nacional, hacer huelgas generales y no callarnos”.

Monique dibuja con sus palabras el escenario de una Francia que enfrenta el miedo de la precariedad, “los salarios son cada día más bajos mientras que los precios de los alquileres no paran de aumentar, la vida no es fácil, nuestras jubilaciones están estancadas y con ellas tenemos que ayudar a nuestros hijos, no los vamos a dejar en la calle”. Esta jubilada reconoce tener esperanza en que la reforma laboral francesa no sea aprobada y que toda esta movilización sirva para que el pueblo reaccione. Al mismo tiempo, expresa su admiración con el movimiento Nuit Debout, en el que ha participado a través de alguna asamblea, y afirma que “es importante porque cuenta con una población diversa, junta a muchos movimientos y porque resistir en la plaza de la République representa otra forma de manifestación”.

“La Nuit Debout es la reapropiación del lenguaje y el espacio por el pueblo”

Francia, país fértil en producción cultural, fue el pionero en implantar un estatus específico para los trabajadores intermitentes del sector de las artes. Este sistema se caracteriza por otorgar un salario mensual compensatorio a los miembros de este gremio que coticen las horas mínimas exigidas. El objetivo es fomentar que sigan empleados en producciones artísticas y aunque no les proporcione los ingresos necesarios, la protección social del estado se encarga de completar para que puedan obtener por lo menos un salario mínimo.

Charlotte es intermitente desde hace 6 años, montadora de videos de cine y participa activamente en el movimiento Nuit Debout. “Hace años que intentan quitarnos las ventajas que hemos adquirido y vamos resistiendo. Mantener el estatus de trabajador intermitente es importante porque el sector cultural francés aporta mucha riqueza al país. Gracias a nosotros, a nuestros espectáculos y festivales, llegan muchos ingresos para otros sectores, como el de los servicios, por ejemplo, pero nuestro aporte no se reconoce”, lamenta esta joven. Charlotte estuvo también presente en la manifestación del 9 de abril junto con otros compañeros de su gremio. Ella considera que la Ley del Trabajo afecta a todos los trabajadores, “pero a los precarios como nosotros, más todavía”, añade.

Entre los trabajadores intermitentes, muchos se quejan por estar perdiendo derechos y afirman que viven hoy más dificultades que hace 10 años. Charlotte teme que si se acaba con el estatuto de intermitencia, el sector del cine, que es su dominio, se debilite. “Hoy en día ya es difícil ser artista o tener un trabajo intermitente, pero sin un estatus específico, será aún más complicado y lo que estaría en riesgo sería nuestra cultura”, por lo que considera que es importante que la lucha de los trabajadores intermitentes esté presente en la plaza de la République.

“Aquí hay una convergencia de luchas, estamos aquí para reflexionar juntos sobre el futuro. No sabemos como va a acabar pero para mi el movimiento Nuit Debout es una reapropiación del lenguaje y del espacio por el pueblo”, afirma Charlotte.

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