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El lado oscuro de las feministas de Femen es un hombre

Activistas de Femen en la presentación del documental en Venecia.

Iñigo Sáenz de Ugarte

Los cuerpos de las voluntarias de Femen son su arma de combate. Lo han sido en el hemiciclo del Congreso como antes lo fueron en Davos, Túnez, Rusia, EEUU o Brasil. Los pechos al aire son una garantía para atraer a los medios de comunicación. Aseguran como mínimo 20 segundos en los informativos de televisión. En las páginas web pasan muy rápido de noticia del día a pieza de fotogalería. En el apartado protestas, las chicas de Femen juegan con ventaja.

Si Femen es el feminismo que enseña las tetas, quizá su mayor paradoja sea que una persona decisiva en su lanzamiento –según algunos, casi su fundador– fuera un hombre, Victor Svyatski, de 36 años. Quedó de manifiesto en el documental Ucrania no es un burdel, de la cineasta australiana Kitty Green, que pudo verse este año en el Festival de Cine de Venecia. Green acompañó al grupo durante un año, también a un peligroso viaje a Bielorrusia, entrevistó a sus integrantes, vivió con ellas y al final convenció a Svyatski para que también se pusiera delante de la cámara.

No resulta muy feminista que un grupo de mujeres activistas esté en realidad dirigido por un hombre, mucho menos si este desprecia la opinión de sus militantes. Green acepta que la habilidad y carisma de Svyatski al organizar el grupo eran notables. También era innegable que el trato que recibían las chicas, del que ella fue testigo, era lamentable: “Fue todo un impacto moral cuando me di cuenta cómo funcionaba la organización. Era bastante horrible con las chicas. Les gritaba y les llamaba zorras”.

En el documental, Svyatski admite algunas de estas acusaciones, que justifica por la debilidad de unas mujeres que se supone que están peleando en la calle por defender sus derechos. “Estas chicas son débiles”, le dijo a Green. “No tienen un carácter muy fuerte. Por el contrario, son sumisas, sin garra, impuntuales y otras muchas cosas que les impide ser activistas políticas. Son cualidades que es necesario enseñarles”.

Green consiguió que una de las mujeres admitiera que la relación entre él y ellas tenía mucho de síndrome de Estocolmo y de “dependencia psicológica”. Varias de las fundadoras asistieron al estreno de la película en Venecia, con lo que hay que imaginar que no estaban en total desacuerdo con la historia contada por Green.

“No soy un tirano”

Entrevistado en septiembre por Der Spiegel, Svyatski dijo que la historia del documental estaba pactada entre Green y él. Que todo era una ficción montada por ambos: al principio él aparecería como un tipo dominante y en el desenlace las mujeres se librarían de su control. Sea o no cierto, lo que no puede negar es que él tomaba las decisiones. Elegía a las chicas en un casting del que siempre se ha dicho que daba prioridad a las más atractivas y también seleccionaba las actuaciones. “Siempre lo he hecho todo en colaboración con las tres fundadoras de Femen. Me conocen desde hace muchos años, de mi ciudad natal de Khmelnytskyi. Femen es un trabajo de equipo. No soy un tirano”, explicó al semanario alemán.

Se dice que Svyatski ya no es el líder del grupo. En cualquier caso, tanto él como las otras fundadoras tuvieron que abandonar Ucrania, según Svyatski por las presiones de Moscú al Gobierno de Kiev (Putin ha sido uno de los objetivos de las acciones de Femen), y ahora están en París.

Inna Shevchenko, una de sus dirigentes, afirma que la actual es una nueva Femen.

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