“Hemos pasado la noche fuera de casa hasta el amanecer”
Desiree Scuccuglia estaba durmiendo en casa con su madre, su hijo de 10 años y su perro cuando, a las tres y media de la mañana, un fuerte temblor les despertó. Esta pianista de 44 años tiene experiencia con los seísmos –recuerda especialmente el de 1997 que provocó la caída de los arcos del techo de la basílica de Asís– así que no dudó sobre lo que tenía que hacer. La localidad donde vive, Terni, está una zona sísimica.
Salió con su familia de casa, adonde ha vuelto al amanecer. “El terremoto se sintió mucho aquí, porque estamos a 60 kilómetros del epicentro. El primer temblor fue particularmente fuerte. Una hora después se repitió y aún hubo otra réplica que pudimos notar, aunque la televisión habla de hasta 120 sacudidas durante toda la noche”, cuenta desde su ciudad a eldiario.es.
“En cuanto notamos el primer temblor, salimos al jardín sin coger nada y dejando la puerta abierta. En nuestra ciudad hay temblores sísimicos a menudo, y vivimos situaciones parecidas un par de veces al año”.
Terni, al contrario que otras localidades como Amatricia, no ha sufrido grandes daños, más allá de “algunas grietas o la caída de algún escombro o pequeños adornos”. El transporte funciona, las tiendas han abierto y hay comunicaciones. “El problema está en los pueblos del epicentro, la provincia de Rieti está casi destruida y las carreteras son intransitables. Las consecuencias se agravan porque hay pequeños pueblos aislados en la montaña que son turísticos y ahora estaban bastante poblados”, cuenta Desirée.
Aunque ellos han tenido suerte, dice que tanto su familia como la gente y los vecinos con los que compartió la noche están “muy turbados e impactados”. Su hijo tuvo un poco de miedo, pero como estaban fuera de casa muchos amigos y conocidos “lo ha superado bien”. Los servicios de emergencia funcionaron y “se ha sentido la solidaridad a través de la movilización social, por ejemplo, en la donación de sangre y la recepción de desplazados que se han quedado sin casa”.