La primarias marcan la vuelta de Cristina Kirchner a la política en Argentina
La noche empezó desmintiendo a las encuestas que mostraban a Cristina Fernández de Kirchner como la favorita de las PASO –las primarias argentinas– para convertirse en candidata a senadora. La expresidenta aparecía segunda, aunque por poco, detrás de Esteban Bullrich, el ministro de Educación de Mauricio Macri. Pero el lento recuento ofrecía ya de madrugada un final cabeza a cabeza en el que la balanza se inclinaba alternativamente a un lado y al otro. Finalmente, con el 95,6% de los sufragios escrutados, el resultado es un virtual empate, con menos de un punto –apenas 6.915 votos de un total de más de seis millones– a favor del candidato del Gobierno.
Fernández, que busca representar en el Senado a la provincia de Buenos Aires –un territorio con un tamaño equivalente al de Italia– obtiene el 34,11% de los votos, mientras que el candidato de Macri se queda con el 34,19%. Tercero, lejos, el exaspirante a la presidencia Sergio Massa (15,55%). En octubre se definirá a quién corresponden los dos escaños de la provincia, así que tanto Bullrich como Fernández tendrían su lugar asegurado.
En los 20 meses de gobierno del exempresario y exdirigente futbolístico Mauricio Macri, el regreso de Fernández se extendía como una amenazante y alargada sombra. Hace casi un mes, ella confirmó que se presentaría como candidata a senadora en las legislativas de octubre, la primera prueba electoral importante en la agenda del Gobierno.
Primarias sin primarias
Pero para llegar a octubre hay que pasar antes por las PASO, las primarias obligatorias pensadas para que los partidos decidan democráticamente a sus candidatos en una elección abierta. Sin embargo, en esta ocasión no había nada que decidir, sino que los comicios han funcionado más bien como una encuesta nacional de la que todos los ciudadanos deben participar –en Argentina el voto es obligatorio–. Ante la tesitura de competir con Florencio Randazzo, exmiembro de su gobierno, Fernández de Kirchner optó por crear una fuerza política propia, Unidad Ciudadana, de modo que ni ella ni ningún candidato definían su liderazgo, sino que más bien medían fuerzas de cara al encuentro definitivo.
A nivel nacional, el partido de Macri obtuvo una clara victoria en votos. Y triunfó en provincias importantes del país como Mendoza, Córdoba y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Incluso en Santa Cruz, el bastión de la familia Kirchner. Estos resultados no eran en absoluto evidentes, dado el desgaste de estos meses de gobierno y una situación económica complicada que se hace sentir en los bolsillos de los asalariados. Con un 37% de los sufragios, Cambiemos se convierte en la primera fuerza política nacional, en virtual empate con la suma de las facciones de peronismo y kirchnerismo.
“Si hubiese tenido alternativa a muchas decisiones, sobre todo subir las tarifas, lo habría hecho –los servicios de electricidad, agua y gas aumentaron hasta un 200%–. Agradezco que a pesar de las dificultades los argentinos hayan creído que este era el rumbo correcto”, dijo un Macri eufórico. El presidente entiende que ahora puede encarar con más ímpetu lo que le queda de legislatura, aunque siga sin tener una mayoría absoluta en las cámaras.
El presidente se fue a dormir triunfante, pero su duelo personal con la expresidenta no había acabado. Como la diferencia a última hora del domingo era tan pequeña, Kirchner no salió a dar su discurso hasta entrada la madrugada. “¡Hemos ganado!”, exclamó cuando por fin salió al escenario, cerca de las 3.40. “De cada tres ciudadanos y ciudadanas, dos le dijeron no al ajuste”, enfatizó. Y acusó al Gobierno de manipular los ritmos del recuento: “Nunca pensé que iba a tener que pedirles perdón a todos los argentinos por este bochorno”.
Tanto Fernández como Macri ganan y pierden, de modo que las primarias parecen dejar el juego en tablas. El presidente le ha ganado ante todo a las encuestas, que mostraron a Fernández de Kirchner como favorita hasta el mismo día de las elecciones. Su partido se consolida y aguanta el tirón, pero no consigue batir en el campo a la exmandataria. Mientras, Fernández, que esperaba un amplio triunfo para entrar por la puerta grande otra vez a la vida política argentina, quizá no tuvo el domingo que esperaba. Pero ha demostrado estar en forma donde otros la veían acabada. Ella está de vuelta en el ruedo y está llamada a convertirse en un personaje clave con el que Macri no ha tenido que lidiar hasta ahora: el jefe –en este caso, jefa– de la oposición.