Sudán del Sur: la construcción de un país
Era el país mas grande del continente africano y se partió en dos. Y su excedente, Sudán del Sur, se ha convertido en la nación mas nueva del mundo para lo que le hizo falta pasar por una cruenta guerra civil que había sido la mas longeva del continente. Su primer problema es que se ve obligada a seguir los pasos clásicos de la construcción de un Estado y a pasar por la lista habitual del supermercado de la burocracia internacional, como dice Dirk Jan Omtzigt, un asesor europeo para las negociaciones económicas del Gobierno de Sudán del Sur: “Hay una lista enorme de cosas que resolver cuando inicias un nuevo país. Después de la independencia necesitamos símbolos de nacionalidad. Una bandera, un himno nacional... pero también necesitamos un banco central, una nueva moneda, un marco legal, una Constitución escrita, pasaportes, control del trafico aéreo e incluso escoger un idioma oficial”.
Zed Nelson, nacido en Uganda y forjado como fotógrafo en todas las zonas de conflicto del continente, ha reunido una galería de perfiles muy dispares que simbolizan la joven nación en proceso de construcción. Sus fotos se encuentran ahora expuestas en el centro Creación de Fotografía Documental de Barcelona. El reportaje gráfico de Nelson recibió el primer premio del concurso CFD de fotografía documental.
En su haber están las facciones ocultas tras unas gafas de espejo y un inmenso reloj de pulsera del famoso rapero Silver X, cuyo álbum es un éxito: “Cuando alcanzamos la independencia e izaron la bandera, no podía dejar de llorar, en parte por las cosas terribles que habían sucedido pero también por un sentimiento de inmensa felicidad”.
Como Silver, los artistas, emprendedores autónomos, y pacifistas rezuman optimismo e idealismo, en su lado opuesto están los money makers, los hombres de negocios y los hombres de poder que ven en letras mayúsculas la palabra Oportunidad. Hay un segundo grupo: los empleados del Gobierno y de agencias internacionales. Ya sabemos lo que comparten del grupo anterior: Ideales para conseguir Oportunidades.
Han llegado todos, están los exsoldados, los que se exiliaron y educaron a sus hijos en el extranjero, los que han estado en el campo de batalla y los que nunca han salido de un despacho con aire acondicionado, pero sobre todo están los intereses internacionales en forma de ejecutivos del FMI, jefes del Banco Mundial, de la ONU, de las ONG y las multinacionales representadas por empresarios no identificados.
Y todo recuerda a un modelo de explotación infinita de fuentes finitas de energía, poder y personas.
“Sudán del Sur tiene la peor situación de desarrollo humano en todo el mundo –cuenta George Conway, director de Programa de Desarrollo de Naciones Unidas–. ”Solo algunas calles están pavimentadas y solo el 20% de la población tiene acceso a la sanidad publica más básica. No existen muchos lugares en el mundo donde empecemos desde cero. Y aquí menos de la mitad de los funcionarios públicos tienen educación primaria“.
Conway podría estar hablando del ministro de Información y Comunicaciones, Atem Yaak quien dice haber sido el primer propietario y editor del periódico The Pioneer (desde el frente, en el SPLA, el Ejercito Armado de Liberación de Sudan, donde se le comparaba con Goebbels por su propagandismo): “Durante el conflicto había que sacar nuestro dolor y necesitábamos dar a conocer las mentiras del Gobierno del Norte y explicar por qué hacíamos esta guerra”.
A pesar de su cargo, no se avergüenza en afirmar que no sabe en qué año nació y que sus padres nunca fueron al colegio: “Crecí como un chico dinka que atendía al ganado. Fui a una escuela de la selva solo durante dos años. Después había que competir para conseguir una plaza en una escuela de primaria. Todos éramos de tribus distintas así que tuvimos que aprender inglés para entendernos”.
La británica Lise Grande representa al secretario general de la ONU y es coordinadora de las Misiones Humanitarias (UNMISS), es decir de las 23 agencias de Naciones Unidas que últimamente se han establecido en Sudán del Sur. Dice ser la reina de la UNDP y que este es el esfuerzo internacional más grande de construcción de un país para su generación. “Normalmente reducimos a añicos lo que hubo antes de la guerra, pero al no haber nada aquí lo estamos construyendo desde cero. Lo mas difícil es levantar sistemas de Estado y que funcionen. El Gobierno en realidad tiene muy pocas posibilidades de tener éxito. Es una carrera contra el tiempo. El 98% de su presupuesto viene de una sola fuente: el petróleo”.
Para Grande, la dificultad de no contar con carreteras y la tasa de mortalidad maternal mas alta del mundo son un cargas muy pesadas. “Tengo 144 objetivos que poner en marcha y solo hemos llegado a 19. Tenemos que marcar prioridades porque si los abordamos todos a la vez, no tendremos éxito”.
“Cientos de miles retornan a casa desde el Norte. La primera oleada era pobre y escapaba de la muerte, no traían consigo apenas nada. Eran unos 320.000. Ahora llega la clase media, no saben dónde dormir ni dónde encontrar trabajo. En la frontera es el caos, hay miles de refugiados bloqueados allí con sus escasas pertenencias. Intentamos hacer frente a esto pero ya les está atacando el cólera. Y también nos ocupamos de unos 300.000 personas que huyen de áreas aún en conflicto en Sudán del Sur.
Helen Mbao, directora de operaciones del Banco Mundial, dice tener soluciones para todo: “El Banco Mundial es el rey de las agencias internacionales. Tenemos una sola misión: un mundo libre de pobreza. Hemos prestado miles de millones de de dólares a cero interés a países en todo el mundo. Sudán del Sur ha solicitado ser miembro, pero antes de eso tenemos que llegar a ser miembros del Fondo Monetario Internacional”.
Ya sean reinas de la belleza, ministras de Asuntos Humanitarios, jefes de prisiones o jugadores de fútbol, la mayoría de los entrevistados relata haber sobrevivido a la muerte de sus seres queridos, asesinados en el horror de la guerra y desean con entusiasmo “construir una nación mejor”. Rachel Angeth Madit, Miss South Sudan, perdió a cuatro hermanos por heridas y enfermedades, y tras ganar una corona, un ordenador portátil y un coche ha abierto la primera agencia de modelos del país desde la que espera “la llegada de inversores para salir adelante”.
Mary Ajith, de 21 años, reportera del Citizen Newspaper, huyó de una masacre en 1991 con su familia cuando toda la población superviviente de la etnia boi fue desplazada por el enfrentamiento entre facciones opuestas sudsudanesas. Pasó 15 años en un campo de refugiados en Kenia y, aunque la comunidad local era muy hostil y eran plenamente dependientes de ONU, reconoce que le dieron una educación muy buena. “Por eso volví a Sudán del Sur en 2010 al terminar mis estudios. Siento que mi futuro está aquí, aunque las cosas no sean estables. Escribo sobre política y mi sueño es ser periodista”.
Si hay una persona que encarna el deseo del Gobierno de luchar contra la corrupción, esa es Pauline Riak: “No teníamos bancos al principio y el dinero llegaba en maletas. Pagábamos todo en metálico. Ese es obviamente un ambiente que propicia la apropiación indebida. Pero ahora tenemos bancos y ordenadores y las cosas están cambiando. Desde la posición en la que estoy no creo que se pueda hacer mejor. No teníamos carreteras. ¡Ni siquiera tejados! Los sudaneses del Norte nos bombardearon y nosotros reconstruimos. Lo hicieron de nuevo y reconstruimos de nuevo. La resistencia es enorme. Ahora estamos en el proceso de determinar lo que consideramos corrupción, tenemos petróleo y con eso dinero. La maldición potencial de este recurso existe pero todos aspiramos a tomar ese camino. Soy muy optimista. Si te fijas en los avances desde 2006, la vida está volviendo lentamente a la normalidad”.
Algunos estaban convencidos de que la independencia nunca ocurriría. El general Alison Monani Magaya, ahora también ministro de Interior, fue veterano de Anyanya, el primer grupo armado separatista. Afirma que el Norte nunca aceptó a la gente del Sur como iguales, solo como “ciudadanos de segunda clase”.
“Ahora que es el momento de que nuestro pueblo disfrute de la paz, nuestro mayor problema sigue siendo la seguridad y la estabilidad. Necesitamos ley y orden, y resolver conflictos. Hay regiones muy violentas y estamos estableciendo investigaciones criminales, pero necesitamos laboratorios de huellas digitales y análisis. La lucha ha terminado y esta es la fase dos, la construcción nacional. Somos 60 grupos étnicos en este país. Necesitamos mantenerlos unidos para que sientan que son parte de un todo”.
Mabior Garang tiene un aspecto impecable de dandy (traje de lino blanco y pajarita a juego con la camisa) y en su escritorio, un Mac ultima generación. Es el hijo del antiguo líder rebelde John Garang y la voz de la memoria histórica para este reportaje. “Dicen que la guerra es política, y por ello se usa cualquier medio. A veces tienes que tomar las armas para alcanzar objetivos políticos. El SPLA fue a la guerra para eso. Hicieron una guerra no para ganar una victoria en el campo de batalla, sino para poner presión en el régimen de Jartum para que aceptara ir a la mesa de negociaciones”.
“Pero hay un problema –continúa Garang–. Cuando pasas a una cómoda y pacífica situación constitucional después de una guerra, hay una demanda de separar lo militar de lo estatal. Así que los verdaderos líderes de la lucha –aquellos que entienden al pueblo– terminan viviendo en barracones militares. La situación los deja de lado. En su lugar, una diáspora extranjera vuelve y llena ese vacío político. Yo los llamo la clase media de corta y pega. Y ellos simplemente no están en sintonía con la población”.
“Si tienes que tener un master para obtener una posición gubernamental, ¿qué posibilidades tienen nuestros líderes originales? Ellos no tuvieron la oportunidad de una educación formal. Y ahora están un poco al límite. Hicieron una guerra, contribuyeron con sus hijos, ganado y cosechas. Y en el momento en que debían ser compensados, el Gobierno ha sido secuestrado por la clase media de corta y pega”.
Mientras los carteles del primer hotel chino de cinco estrellas empiezan a emerger sobre calles sin pavimentar, sin rotondas ni jardines públicos, uno se pregunta cuánto tardará en llegar Calatrava y sus clónicos puentes colgantes, cuándo propondrá Foster un rascacielos que dé identidad a la capital y la ponga en el mapa planetario de las ciudades que importan, cuándo se llenarán las calles de utilitarios japoneses y marcas de gama alta para poderosos.
Pero sobre todo, ¿cuándo y cómo ha ocurrido que se haya hipotecado a generaciones de sudaneses del sur con la deuda que contraerá su Gobierno con el FMI y el Banco Mundial en aras de una prosperidad que se paga con privatizaciones, concesiones y prerrogativas sobre el bien común a cambio del dudoso gusto de formar parte del club de los países en vías de desarrollo?
¿Cuánto tiempo tardarán en ser como nosotros y en comprar este modelo del crecimiento a cualquier precio?
10