Análisis Assassin’s Creed Unity, el ocaso de una gran saga
El mes de Noviembre es una época del año repleta de eventos. Los niños se disfrazan en Halloween, se dejan flores en los cementerios por el Día de todos los Santos, los americanos celebran su Día de Acción de Gracias, los grandes almacenes comienzan con las campañas navideñas, y desde hace unos años, como si de una tradición más se tratara, Ubisoft lanza un nuevo Assassin’s Creed.
La franquicia superventas de la editora francesa no ha faltado nunca a su cita desde su primera aparición allá por 2007, añadiendo además contenido adicional entre título y título para mantener viva la llama. Sin embargo, tal y como ocurre con otros tantos lanzamientos, semejante ritmo conlleva también un gran esfuerzo para no caer en la sobreexplotación o la clonación indiscriminada, algo que hasta ahora se había solventado de forma relativamente digna.
Por desgracia, no hay que más añadir un imprevisto como una nueva plataforma donde desarrollar el siguiente proyecto, para que los frágiles pilares de una política de lanzamientos tan frenética se tambaleen.
Assassin’s Creed Unity es efectivamente, el primer juego de la saga creado con las consolas de nueva generación en mente, algo que a priori podría parecer una gran noticia por el potencial que brindan estas plataformas, pero explotar un nuevo hardware mientras se ofrecen novedades de interés y soplos de aire fresco, es algo que consume más tiempo y recursos de lo habitual.
Con esta entrega desde luego algo parece haber fallado, porque a pesar del atractivo de su nuevo marco histórico, nos encontramos con un planteamiento demasiado familiar y con una retahíla de fallos técnicos que hace que nos cuestionemos si Noviembre de 2014 era la fecha adecuada para su llegada a las tiendas.
Pero empecemos por el principio, que tampoco queremos que todo esto suene demasiado catastrofista.
La herencia de grandes obras
La herencia de grandes obrasAssassin’s Creed Unity ofrece lo que todos esperamos de un juego de esta popular serie, es decir, una historia con una trama elaborada, un enorme mundo abierto para explorar y toneladas de misiones con las que mantener el nivel de interés a base de recompensas de todo tipo.
Se trata básicamente de la misma fórmula que lleva encandilando varios años a todos sus fieles seguidores, una fórmula de la que todavía se pueden extraer grandes aspectos positivos como una riqueza obsesiva por el detalle y una libertad de acción y de movimiento que pocos juegos consiguen ofrecer.
En esta ocasión nos encontraremos con dos importantes añadidos que a priori convierten la experiencia en algo incluso más atractivo. Por una parte tenemos una época y hechos históricos tan trascendentes como el estallido de la Revolución Francesa, por otra, una ciudad de París recreada con tanto mimo, que resulta un auténtico placer pasear por sus calles, admirar sus joyas arquitectónicas y disfrutar de las vistas desde sus pintorescos tejados.
París, una ciudad imponente
París, una ciudad imponenteLa ambientación ha sido recreada con una exquisitez digna de aplauso, y viviremos en nuestras propias carnes tanto la exuberancia de la vida de palacio, como las tensiones en la calle a base de turbas enfurecidas pidiendo que rueden cabezas… y guillotinas haciéndolas rodar.
No hay un solo rincón del imponente escenario de juego que no valga la pena pararse aobservar, y para aquellos que conozcan bien la capital francesa, la dedicación a la hora recrear sus calles y monumentos por parte de Ubisoft Montreal provocará incluso un mayor grado de admiración.
Es sin duda la gran carta de presentación de Assassin’s Creed Unity y su indiscutible gran virtud. La mala noticia es que aquí se acaban sus bondades, porque no hay ningún otro aspecto del juego que no merezca un importante “pero”.
Un marco histórico desaprovechado
Un marco histórico desaprovechadoLa historia por ejemplo comienza encarnando a Arno Dorian, un tierno infante de familia adinerada que presencia el asesinato de su propio padre. Con el paso de los años, y ya convertido en fornido joven acabará, envuelto en la eterna lucha entre asesinos y templarios.
Como punto de partida no resulta demasiado original, pero el principal problema viene después con un argumento que no consigue aprovechar el incomparable telón de fondo que ofrece el estallido de la revolución. Ni las apariciones puntuales de personajes como el Marqués de Sade o el mismísimo Napoleón Bonaparte, ni la historia de amor de turno, consiguen animar una trama insulsa, repleta de tópicos y con una alarmante escasez de giros inesperados.
No cuenta ni con el emotivo argumento de la tercera entrega, ni con grandes incorporaciones de peso como las batallas navales de pasadas ediciones, provocando una molesta sensación de encontrarnos ante un Assassin’s completamente genérico.
Salvo por algunos destellos de calidad como alguna que otra fugaz pasada por otras épocas de la historia, nos encontramos ante un título que aprovecha las características y mecánicas clásicas de la saga, manteniendo casi todas ellas intactas, y como bien sabéis, los videojuegos no son como el vino, no siempre mejoran con el tiempo.
Novedades limitadas
Novedades limitadasSe han incluido algunos movimientos que son más que bienvenidos, como cambios en el sistema de cobertura, una silueta que marca el último lugar donde fuimos detectados o un mayor control al descender de un lugar elevado. También tendremos mayor libertad al hora de desplazarnos por la ciudad gracias a la enorme cantidad de interiores de edificios, así como más facilidades para dar esquinazo a nuestros perseguidores ocultándonos entre la muchedumbre enfurecida, pero por lo demás, nos encontramos ante el mismo sistema de cualquier entrega anterior, y algunos aspectos empiezan a pedir a gritos una renovación urgente.
El sistema de combate por ejemplo, sigue utilizando ese sencillo sistema de parar, esquivar y golpear, pero ni los nuevos movimientos ni las nuevas armas que podremos ir desbloqueando consiguen que se desprenda de un estilo que empieza a resultar excesivamente robótico y artificial para los tiempos que corren.
El desarrollo también sigue en la línea habitual, con una campaña que puede completarse en unas 15 horas aunque con todo tipo de misiones secundarias, desafíos y coleccionables repartidos por el gigantesco mapa, que aunque fomentan la exploración de cada rincón de la ciudad, no tienen demasiado interés en sí mismos.
Quizás las únicas excepciones sean las misiones de Enigma de Nostradamus, que nos obligan a adivinar acertijos y encontrar pistas ocultas para poder seguir avanzando. No es que ofrezcan un resultado espectacular, pero al menos se salen del guion establecido. Las Historias de París por el contrario, sí siguen con patrones más habituales en la serie, pero mantienen un mayor grado de interés por indagar en algunos aspectos históricos de la ciudad.
Pero oye, al final esto es un Assassin’s, y como de costumbre las misiones más atractivas siempre son las de asesinar a nuestros principales objetivos. Unity mantiene en cierto modo esa magia de planear la forma de acercarnos a nuestra víctima, que suele estar bien protegida, para ensartarle una de nuestras cuchillas en la yugular, sin embargo, ya no resulta tan memorable como en ediciones pasadas. Aunque se han incorporado algunas nuevas mecánicas como la creación de oportunidades para explotar alguna grieta en la seguridad, en la práctica no aporta grandes diferencias respecto a lo visto anteriormente.
Las misiones cooperativas, una de las grandes promesas de esta entrega, tampoco llegan a destacar y finalmente se han quedado en un añadido con mucho menor peso del que esperábamos. Al carecer de una campaña cooperativa o al menos de la posibilidad de jugar la historia principal en compañía, se han añadido un puñado de misiones por el mapa que se pueden seleccionar como cualquier otra misión secundaria. Estas misiones, en función del objetivo o del tipo de desafío, permiten entre 2 y 4 jugadores, y aunque proporcionan algunos grandes momentos cuando varios jugadores se coordinan, son prácticamente anecdóticas, por lo que en muchas ocasiones se acaba sacando más provecho de la posibilidad de explorar libremente la ciudad con un compañero a nuestro lado.
¿Gráficos de última generación?
¿Gráficos de última generación?Por último, no podemos dejar de lado otro de los aspectos más espinosos de Assassin’s Creed Unity: su apartado técnico.
La labor para recrear París con tanto detalle y con semejante cantidad de gente y elementos simultáneos en pantalla era un proyecto ambicioso, y desde luego es algo de lo que se resiente el motor gráfico del juego, especialmente en su versión para consolas.
Para poder procesar toda esa información, se utilizan recursos más propios de otros tiempos, como la generación brusca de elementos a medida que avanzamos, o sombras que se generan sobre la marcha en función del lugar al que estemos mirando, y lo peor de todo, unas caídas de framerate que llegan a ser dolorosas para la vista. El juego en consolas de nueva generación llega a duras penas a los 30 fotogramas por segundo, provocando que la acción sea de todo menos fluida en escenarios abiertos.
Otro aspecto a destacar, es la innumerable cantidad de bugs, algo relativamente habitual en los juegos de mundo abierto de grandes proporciones, pero que en esta ocasión, coquetea con los límites de lo inaceptable, llegando incluso a romper parte del encanto de su excepcional diseño artístico.
Eso sí, al menos el apartado sonoro cumple con creces su cometido con multitud de efectos de calidad, diálogos entre los miles de personajes con los que nos topamos por la ciudad y un doblaje al castellano impecable.
Conclusiones
ConclusionesAssassin’s Creed Unity era un proyecto ambicioso, y como tal, necesitaba un planteamiento de base diferente y una menor exigencia para cumplir con las fechas.
La recreación del París de la época es una labor titánica que se ha solventado de forma magistral por parte de los responsables de diseño, pero cuando un juego recurre a una fórmula que empieza a dar claras señales de agotamiento, se necesita mucho más que un nuevo escenario de juego, por muy impresionante que sea.
Tras dedicarle muchas horas buscando más aspectos positivos que destacar, seguimos teniendo la impresión de que faltaban tiempo y recursos para rematar la faena profundizando en la historia, implementando nuevas ideas, y solucionando el festival de problemas técnicos y de rendimiento.
La pregunta que no podemos evitar hacernos es si realmente ha sido acertado seguir con la política de un juego al año, en lugar de aplazar su lanzamiento para conseguir el gran juego que Assassin’s Creed Unity estaba llamado a ser.
Lo mejor
Lo mejor
- La recreación de París, probablemente el mejor escenario de juego hasta la fecha en la saga.
- La cantidad de detalles y la sensación de moverse por un entorno vivo.
- Algunas misiones puntuales, se salen del guion establecido y aportan algunos destellos de innovación.
- Resulta especialmente divertido explorar la ciudad acompañados por otros jugadores.
Lo peor
Lo peor
- No se ven cambios de peso ni grandes novedades respecto a la fórmula original, resulta un Assassin’s demasiado genérico.
- No se aprovecha como es debido un marco histórico de la talla de la Revolución Francesa.
- La trama es mucho más insulsa de que costumbre.
- Los problemas técnicos, especialmente la falta de fluidez por las brutales caídas de framerate.
- Una enorme cantidad de bugs, es difícil creer que se haya hecho una labor de testeo en condiciones.
- Las misiones cooperativas son escasas y casi anecdóticas.
- El sistema de combate comienza a resultar arcaico.