Iceta y yo
“La gente joven no se les ve. Solo quieren un teléfono de cincuenta euros pal’ cachondeo”, dice un socialista viejuner a mi lado en el acto de campaña viejuner del PSOE en Villaverde (Madrid). Esto es el PSOE: no darse cuenta de que por cincuenta euros a los chavales de hoy no les da ni para el botellón. Y menos pa’ comprar un móvil y armar cachondeo con él. Después de escribir cosas para 'Mongolia', llego a Villaverde resacoso en un metro limpio, de los que se podría comer en el suelo, inaugurado por Esperanza Aguirre y Ruiz-Gallardón cuando, en 2007, había Rato y pasta y putas y varios. El ABC tituló “El metro llega a Villaverde entre la alegría vecinal”. Supongo que en el diario de ultraderecha moderada se referían a la posibilidad de ver a la Espe y al Alber juntos, que era casi como ver follar a una pareja que llevase casada más de cincuenta años. No se encuentra ese entusiasmo en el acto del PSOE, en el que participan Miquel Iceta (ya sabéis quién es), Enrique Rico (secretario general del PSOE Villaverde), Sara Hernández (alcaldesa de Getafe) y Meritxell Batet (número dos del PSOE para las Generales). Los carteles de Pedro Sánchez rollo Esquire se sobreponen a la discoteca El Puerto: llega “El Mezclador” acompañado de un tal Julio Matos y un doble de Michael Jackson. “No dejes que te lo cuenten. ¡Me voy con la mezcla perfecta!”. Mi abuela me decía que no mezclase, que me iba a sentar mal.
Ahí empiezan, mezclados, Enrique, Sara y Meritxell, que parece nombre de grupo infantil de los ochenta. Le pregunto a un señor si va a venir “el de la tele”. Me mira raro y me dice “¿Quién?”. “Sí, este, el que parece gordo pero es delgado”. “¿Quién?”. “Sí, el que sale con Ferreras: es profesor y habla campechano”. “No, a ese le echamos”. “Le echamos” es la versión, en boca de Carmona, de “me fui yo”. El primero en el estrado, Enrique Rico, entra a saco y nos dice que van a ganar las elecciones por una “reflexión objetiva” suya. En mi anormalidad profunda, espero un discurso lógico que demuestre tal afirmación. No ocurre. Me quedo con la sensación de que nos ha dicho “estoy convencido de que ganaremos las elecciones por una reflexión objetiva: somos la hostia”.
Rico da paso a Meritxell, que es muy salada tono oldies. Duerme a mi lado un jubileta: no hay mejor sitio que mi hombro en una mañana de sábado. Le abrazo fuerte porque uno se siente muy solo en un acto del PSOE. Asegura Meritxell que en España ha habido un pacto intergeneracional. Lo más cercano que he vivido a eso es cuando mi madre me decía que tenía que llegar a casa antes de las doce. Salta al ruedo Sara Hernández, que se oye mucho pero escucha poco, me parece.
E Iceta sube y no baila, menos mal, pero dice que es la primera vez que actúa en Madrid. La peña geriátrica se calienta: el de mi lado se despierta como si estuviese viendo a Prince por primera vez en España ¡y en su pueblo! Miquel empieza con tono informal, cercano, y el personal asistente piensa que podría jugar al mus con él. Para capar al CIS, Iceta recomienda a Pedro Sánchez, que es igual que Jesucristo: guapo, habla como serio y promete cosas cojonudas. Cuando el catalán suelta que “la Historia de España ha sido tristona” me levanto otra vez, demasiado pasado, y grito “¡Bravo!”. Nadie me sigue. Ni mi novio, el que antes me abrazaba en sueños: me ve más como un amigo. Al final, razona Miquel, y esta sí es la primera reflexión objetiva de la mañana, si en el PSC no se desanimaron con la que tenían encima ¡qué cojones se va a desanimar el PSOE!
Necesito, necesito, necesito, necesito, necesito, necesito un selfie con ese hombre.
Tomo otra birra, vuelvo en metro y entra un señor con una bolsa. Grita al vagón: “Soy un padre desempleado y vendo galletas cubiertas de chocolate”. Como decía el ABC en 2007, ya está aquí la alegría vecinal.
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