Con la moderación y templanza que les caracterizan, políticos y periodistas nos advierten de la llegada de las siete plagas si no les hacemos caso.
Artur Mas se cree que es Charlton Heston
Inmediatamente después de la manifestación del 11 de septiembre, Artur Mas quiso introducir una cierta dosis de mesura entre los partidarios de la independencia de Cataluña. Al menos, en las declaraciones y ciertos gestos. Tras regresar de su entrevista en Madrid con Rajoy, miles de personas le esperaban en la plaza de Sant Jaume y el presidente de la Generalitat prefirió no subirse al balcón para tener su momento Evita Perón.
Ya en campaña las cautelas han saltado desde el balcón y se han hecho añicos contra el suelo. La propaganda electoral de CiU le coloca en la típica posición mesiánica de los líderes carismáticos. El mar de banderas detrás, los brazos abiertos para recibir el apoyo del pueblo. El líder y el pueblo, unidos e indistinguibles.
Alguien (no sabría decir quién) tuvo la idea de poner juntos a Mas y al Moisés de Charlton Heston. Los de Polònia no dejaron escapar la oportunidad.
Pero más allá de la broma, muy buena, el cartel es una de las primeras constataciones de que CiU está apostando por la vía nacional-católica para conseguir sus objetivos. Ellos son el pueblo y el líder, su única voz. Su palabra es el camino.
Por no hablar de símiles históricos más en la línea de la ley de Godwin. “Esa mano extendida me evoca el gesto totalitario de algún personaje histórico muy odioso”, dijo Ernest Folch en la tertulia de RAC1, según el resumen diario sobre opiniones en los medios que aparece en La Vanguardia.
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Con la moderación y templanza que les caracterizan, políticos y periodistas nos advierten de la llegada de las siete plagas si no les hacemos caso.