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“La naturaleza de Isla necesita dedicación especial por los graves problemas que afectan a su biodiversidad”

La profesora Juana María González Mancebo participa en la reunión de Moveclim. Foto: LUZ RODRÍGUEZ

Esther R. Medina

Fuencaliente —

La Palma “requiere de cuidados especiales en su medio ambiente porque tiene varios problemas”, entre los que destaca “las plantas invasoras como la Tradescantia fluminensis, muy agresiva y con gran capacidad de expansión, que hemos detectado en el bosque de laurisilva de Los Tilos”, según ha asegurado a LA PALMA AHORA Juana María González Mancebo, profesora titular del Departamento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal de la Universidad de La Laguna e investigadora, que participa en el workshop que se celebra estos días en Fuencaliente en el marco del proyecto internacional Moveclim (Montante Vegetation as Listening Posts for Climate Change), una iniciativa que estudia la biodiversidad y los efectos del cambio climático utilizando como bioindicadores helechos y briófitos (musgos). A esta relevante reunión asisten 15 científicos especialistas en estas plantas de las islas de Reunión, Guadalupe, Polinesia Francesa, Azores y Canarias. “El trabajo realizado en La Palma nos ha permitido detectar importantes problemas de conservación”, ha afirmado.

La Tradescantia fluminensis “representa un gran problema sobre todo en El Cubo de La Galga, pero también en Los Tilos, porque compite con especies nativas o endémicas de esta isla, se extiende como una plaga y podríamos decir que se lo va comiendo todo”, ha afirmado la citada investigadora, quien ha resaltado que “no es que sea peor que el ‘rabo de gato’, lo que ocurre es que ocupa espacios distintos, porque necesita sombra, vive dentro del bosque”. Esta especie “estuvo controlada en Los Tilos en el pasado, pero en la actualidad, no, y está llegando ya incluso a zonas donde hay especies en peligro de extinción, como ocurre en el barranco de Los Tilos”, ha alertado. González Mancebo ha dado “el aviso a la Unidad Insular de Medio Ambiente para que se tenga en cuenta este problema, porque es una planta muy agresiva que se extiende con rapidez”. La erradicación de la especie es posible. “En el Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera, se ha eliminado, aunque necesita un seguimiento durante años, es un trabajo que se va haciendo poco a poco, pero se consigue”, sostiene. “Este lunes estuvimos en Garajonay para comparar los bosques de La Palma con los de La Gomera, que son más antiguos, y hemos podido comprobar que en las zonas donde antes había Tradescantia, ahora no hay, se ha conseguido erradicar”, afirma.

La reunión del proyecto Moveclim, que se celebra en Fuencaliente hasta el próximo 15 de junio, es un encuentro científico “relevante” porque, explica González Mancebo, es “la primera vez que nos reunimos para hacer, con la misma metodología, un estudio de biodiversidad y cambio climático en distintas islas del mundo, lo que nos permite comparar zonas tropicales con subtropicales y áreas más septentrionales como es el archipiélago de Azores”. “Estudiamos la biodiversidad y el efecto del cambio climático utilizando unos grupos de plantas muy adecuados para esta investigación porque son bioindicadores: helechos y briófitos (musgos)”. Estas especies, añade, “dependen de microhábitats y son consideradas excelentes bioindicadores porque responden muy rápido a los cambios de los ecosistemas”. “Nos permite ver qué rasgos funcionales tienen las plantas que son capaces de ocupar gradientes más amplios de distribución altitudinal, es decir, gradientes más amplios de temperatura”, detalla, y por consiguiente están mejor adaptadas al cambio climático. “Podemos comprobar así qué rasgos tienen las plantas que son más tolerantes”.

El estudio se ha desarrollado en “el noreste de La Palma, en el barranco de Los Tilos, la zona mejor conservada, y hemos hecho comparaciones también con alguna parte baja del barranco de La Galga, donde, la verdad, había poco bien conservado”, apunta. “Cada 200 metros hemos instalado unos aparatos que medían cada media hora humedad y temperatura a lo largo de un año y medio”.

El proyecto Moveclim está coordinado por Claudine Ah-Peng y ha sido concedido por NetBiome, un consorcio de investigación sobre biodiversidad de las Regiones Ultra-Periféricass (RUPs) y los Países y Territorios de Ultramar (PTUs) que centra su investigación de excelencia en el apoyo al desarrollo sostenible.

La profesora titular del Departamento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal de la Universidad de La Laguna e investigadora explica que “cuando vemos que las plantas con flores, las que todos reconocemos, han respondido al cambio climático, antes lo han hecho estos grupos de organismos, los helechos y los musgos; son los ‘chivatos’ que detectan lo que va a venir; se les considera bioindicadores porque son de respuesta muy rápida a los cambios”. En La Palma, dentro de esta investigación, “tenemos tres transectos (líneas a lo largo del gradiente altitudinal) cada 200 metros, desde la costa hasta la cumbre, en el Pico de La Nieve, y en cada transecto hemos acondicionado una serie de parcelas donde se ha estudiado la biodiversidad vegetal, especialmente los grupos de helechos y briófitos”.

Los principales problemas ambientales detectados en el área de trabajo son “las especies invasoras, especies vegetales como la Tradescantia fluminensis dentro de las zonas forestales”, y los herbívoros invasores, conejo y arruí, junto a otros problemas como la imposibilidad de “encontrar tabaibal-cardonal en buen estado en las zonas bajas, porque casi todas están ocupadas por cultivos o alteradas, puesto que tuvieron sus usos en el pasado y ahora están abandonadas”, precisó. Otra dificultad para la realización del estudio ha sido que “no hemos conseguido un pinar sin quemar; la mayor parte está calcinada.

González Mancebo ha resaltado que “este es un trabajo con mucha proyección de futuro, vamos a sacar conclusiones sobre rasgos funcionales de especies para que puedan ser utilizadas como detectoras de cambio climático en el futuro”. Ha adelantado que “podemos decir que las cumbres de La Palma en el piso supramediterráneo tienen una superficie muy pequeña, y esto hace que el cambio climático a esta altitud sea especialmente dañino porque las plantas no tienen donde migrar en altura; si la temperatura sube, las plantas suben también buscando temperaturas más bajas, pero en La Palma disponen de un piso muy cortito, de los 2.000 a los 2.400 metros, se les acaba la isla, mientras que en El Teide tienen más campo para migrar hacia arriba, de los 2.000 a los 3.700 metros”. Insistió en que “las especies que son exclusivas de alta montaña en La Palma hay que mimarlas mucho”.

La investigadora Juana María González Mancebo ha resaltado que “un problema ambiental importantísimo en La Palma es la herbivoría, porque el arruí y los conejos son especies invasoras que están haciendo mucho daño en la vegetación de la Isla”.

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