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El giro de Casado con Vox deja en fuera de juego a Díaz Ayuso

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, junto al presidente del PP, Pablo Casado, en el Ayuntamiento de Madrid

Fátima Caballero

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“Hasta aquí hemos llegado”, le dijo Pablo Casado a Santiago Abascal este jueves en la tribuna del Congreso de los Diputados durante la moción de censura de Vox, la que menos apoyos ha cosechado de la historia. Si hay un lugar donde va a ponerse a prueba esa línea roja trazada por el presidente del PP respecto de la extrema derecha esa es la Asamblea de Madrid. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, se ha convertido en una de las más firmes partidarias de la línea dura en el PP. El pasado12 de octubre en las marchas organizadas por Vox con motivo del día de la Hispanidad los mismos manifestantes que abucheaban a Casado por no apoyar la moción de censura vitoreaban a Ayuso, que ha basado su liderazgo político en ser la presidenta regional que más confronta contra el Gobierno de Pedro Sánchez por la gestión de la pandemia.

El cordón sanitario del líder del PP a la extrema derecha de la pasada seamana pilló con el pie cambiado a Vox. Y a juzgar por las palabras de Ayuso del día anterior también a la presidenta madrileña. El miércoles, en una rueda de prensa, la líder regional defendía la unión de todas las derechas cuando se le preguntó cuál debía ser la postura de su partido en la moción de censura. “La división del centro derecha es una catástrofe para España”, aseguró, en referencia también a Vox, un partido al que nunca ha calificado como extrema derecha y al que ha defendido abiertamente desde el Parlamento regional de los ataques de la izquierda: “No voy a tolerar que llame fascista a ningún grupo de esta cámara”, le espetó en junio a Más Madrid en uno de los broncos debates en la Asamblea madrileña. 

Ayuso volvía a defender su alianza con la formación de Abascal este mismo jueves desde la tribuna parlamentaria cuando Casado ya le había dicho a Abascal aquello de “no queremos ser como usted”. A diferencia de su jefe de filas, la presidenta madrileña agradecía el apoyo a Vox: “Me debo a los madrileños y a los diputados de Vox, el PP y Ciudadanos que son los que me han puesto aquí”. Antes había asegurado que el partido de ultraderecha es su “socio” de gobierno al igual que Ciudadanos –pese a que con el segundo comparte gabinete–. 

“No le debo a nadie este puesto”, había afirmado Ayuso antes de recordar gracias a qué votos es presidenta (los de Vox y Ciudadanos). La jefa del Ejecutivo madrileño tiene una deuda anterior con el propio Pablo Casado. Fue la apuesta personal del presidente del PP cuando tras unos meses como líder tenía a pocos dirigentes de su máxima confianza dentro del partido para elaborar las listas de Madrid. Y entre la cantera de viejos amigos de las Nuevas Generaciones del partido decidió apostar por Ayuso para la Comunidad y por José Luis Martínez-Almeida para el Ayuntamiento de Madrid –hasta entonces dos desconocidos–, a los que lanzaba a conquistar su feudo más importante. Ambos perdieron 24 años después unas elecciones del PP en Madrid. Los acuerdos con Ciudadanos y la extrema derecha sirvieron para mantener a Casado en la Presidencia del PP a pesar de sumar en el marcador cinco derrotas consecutivas en las urnas.

En el PP algunos dirigentes aseguran que la confianza de Casado hacia Ayuso está “algo deteriorada”. En el equipo de Casado, no entendieron el nombramiento de Miguel Ángel Rodríguez, ex secretario de comunicación de José María Aznar, como mano derecha de Ayuso y gran poder del gobierno regional ni la deriva empleada por la presidenta desde entonces. Uno de los primeros consejos que Rodríguez le dio a Ayuso fue que no le cogiera el teléfono a Teodoro García Egea, el secretario general del PP. “Tú solo tienes que hablar con el presidente Casado”, cuentan distintas fuentes que Rodríguez le recomendó a la presidenta a la que pedía tratar de tú a tú con Casado. En el partido tampoco sienta bien que ella siempre se cope el protagonismo incluso en los días que se programan actos para que sea el líder el que fije el mensaje. En mayo, y luego en septiembre, el líder del PP ya tuvo que parar los pies a la presidenta madrileña, que había mostrado intención de convocar unas elecciones anticipadas porque las encuestas jugaban a su favor por el desplome de Ciudadanos. Esa tentación volvió a estar presente en la Puerta del Sol después de la propuesta del PSOE a Ciudadanos para una moción de censura que haría presidente a Ignacio Aguado.

Aunque Casado sigue manifestando un férreo apoyo en público a todas las decisiones de la presidenta madrileña en su enfrentamiento contra el Gobierno, cuando tuvo que elegir se decantó por Almeida para hacerlo portavoz del partido. El giro del líder del PP ha sido más evidente este jueves, pero el viraje al centro que pedían la mayoría de los barones fuera de Madrid, se comenzó a fraguar en verano con la salida de Cayetana Álvarez de Toledo de la Portavocía del Congreso –otra de sus apuestas personales–. El cese de Álvarez de Toledo aupó frente a Ayuso como portavoz del partido al alcalde Martínez-Almeida, que había adoptado una posición mucho más conciliadora durante la crisis. En el partido nadie cree que Casado esté pensando en Ayuso para la presidencia del PP de Madrid. Todas las voces apuntan a que será la diputada en la Asamblea de Madrid Ana Camins –íntima amiga de Casado– la que se haga con ese complicado puesto. 

A pesar de estas diferencias, la realidad es que el apoyo de Casado a las decisiones de la presidenta madrileña en su guerra contra el Gobierno siempre ha sido cerrado. “Es el modelo del PP para la lucha contra la pandemia”, ha declarado en diferentes ocasiones el dirigente ‘popular’, dejando claro en público que fue su apuesta personal y que lo sigue siendo. 

Queda por ver cómo encaja el nuevo papel de Casado –si es que se mantiene– con la estrategia de polarización que ha liderado Ayuso. También con los apoyos de Vox de los que depende en varios gobiernos autonómicos y municipales. Las primeras consecuencias fueron toques de atención en Andalucía. La formación de Abascal se levantaba de la mesa de negociación de los presupuestos autonómicos para decidir cuáles son los siguientes pasos tras el ataque cerrado de Casado al líder de Vox.

En Madrid, ya ha habido un primer aviso: “Háganos caso, que le irá mucho mejor. No muerdan la mano al grupo político que les ha permitido estar ahí”, le dijo Íñigo Henríquez de Luna, un viejo amigo en el PP –ahora en las filas de Abascal– este jueves a Ayuso en la Cámara madrileña. Henríquez de Luna, el que fue la mano derecha de Esperanza Aguirre en el Ayuntamiento de Madrid, se afilió a Vox cuando Almeida le dejó fuera de las listas a las municipales. 

De momento, la formación de Abascal ha anunciado que no romperá con los gobiernos autonómicos y municipales que mantiene con sus votos, aunque ha avisado que encarecerá su apoyo para la aprobación de futuras medidas como los presupuestos. En la Comunidad de Madrid todavía no se ha iniciado el diálogo para sacar adelante las cuentas de 2021 después de haber dejado en un cajón las de este año.

En Ciudadanos –el otro “socio” de Gobierno de Ayuso– observan con expectación el giro de timón de Casado. El partido de Inés Arrimadas había tenido hasta ahora el monopolio en la derecha contra las posiciones más retrógradas de Vox –aunque luego nunca ha desdeñado su apoyo en numerosos gobiernos–. La líder de Ciudadanos pedía no obstante este viernes que Vox no dinamite el apoyo. Esto se suma a que el vicepresidente regional, Ignacio Aguado, se ha distanciado de la presidenta madrileña en la gestión de la pandemia en una ruptura total de las posiciones más frentistas de Ayuso contra el Gobierno de Sánchez e invoca desde hace semanas “unidad” entre administraciones. La última “deslealtad”, como la calificaban desde el entorno de Aguado, se producía este viernes cuando el consejero de Sanidad anunciaba el plan del Gobierno regional tras el fin del estado de alarma a espaldas de Ciudadanos.

Ahora el nuevo giro de Casado, al distanciarse de Vox, deja fuera de juego a la presidenta madrileña, que últimamente ha dado trato de socio prioritario al partido de Abascal. La duda es qué hará ella. Cumplir con el rumbo marcado por su partido, o aspirar a convertirse en un nuevo verso suelto, como su antigua mentora, Esperanza Aguirre.

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