Al sur del lago Balkhash, frente a grandiosas montañas, en el Kazajistán asiático, se encuentra la antigua ciudad de Alma Ata. Algunos tenían apenas 19 años y comenzaban sus estudios de Medicina cuando en esta ciudad remota, en 1978, se celebró la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud. Sin duda uno de los mayores acontecimientos de política sanitaria de final de siglo. La Conferencia, organizada por la OMS/OPS y UNICEF, dio lugar a la Declaración de Alma Ata, en la que se estableció una nueva definición de salud como el estado de pleno bienestar físico, psíquico y social, y se declaró la protección de la salud como un derecho humano fundamental.
La Declaración mostró, entre otros temas, su preocupación por la desigualdad entre personas y entre países, por la interrelación entre salud y desarrollo socioeconómico, y por el derecho y el deber de los ciudadanos de participar en la cuestión sanitaria. Se hizo mención expresa a la educación sanitaria, a los problemas de alimentación, al acceso al agua potable, a las vacunaciones necesarias y al acceso a medicamentos esenciales. Se instó a los gobiernos a iniciar y sostener programas de Atención Primaria como parte de un amplio Sistema Nacional de Salud.
Bajo esta perspectiva nació a comienzos de los años 80 la formación en Medicina Familiar y Comunitaria en España, y cientos de médicos, entre los mejores, con el mejor de los ánimos, se lanzaron de forma jovial y optimista a la tarea. El devenir de los acontecimientos con la masificación de las consultas, la falta de adecuado desarrollo de los programas de salud, la falta de confianza en la Atención Primaria como eje para reconfigurar la atención sanitaria y por último, más recientemente, las políticas de ajuste neoliberal y de austeridad han dañado las esperanzas iniciales. A nivel global hemos visto cómo se retiraban y cercenaban los presupuestos de servicios sociales incluidos los sanitarios.
Algunos pensaron que la Declaración de Alma Ata no es más que otros de los sueños de los mismos peligrosos utópicos soñadores de siempre. Otros, sin embargo, seguimos pensando que representa un firme, un sólido referente en políticas de salud. A pesar de los retrocesos globales por todos conocidos en las últimas décadas, Alma Ata sigue siendo un horizonte irrenunciable y un desafío intelectual.
Pese a no haberse cumplido objetivos fundamentales de salud para todos en el año 2000, la Atención Primaria, como señaló en 2008 la Directora de la OMS, Margaret Chanen, parece cada vez más una manera inteligente de enderezar el desarrollo sanitario. Los valores de equidad y justicia social pueden verse de nuevo reforzados y hemos visto cómo el dinero mal administrado no es suficiente para conseguir mejores resultados sanitarios. Como dice Chan, “las lagunas existentes en los resultados sanitarios no son cosas del destino sino indicadores de fallas en las políticas”
Confiemos una vez más en la razón y en la humanidad de las razones para continuar hacia el horizonte de salud para todos en todos sitios. Alma Ata es mi tierra.
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