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¿Es posible que los niños coman sano? Sí y estos colegios demuestran cómo

Un comedor escolar.

Diana Oliver / Adrián Cordellat

La obesidad infantil en el mundo se ha multiplicado por diez desde 1975, según los datos de un reciente estudio publicado en la revista científica The Lancet. España no es ajena a esta tendencia. Así lo constató el último informe Aladino, que fijó la prevalencia de la obesidad y el sobrepeso en el 41,3% de los menores. “Los poderes políticos son los máximos responsables de esta situación, y así lo afirma la OMS en sus documentos sobre la obesidad infantil, por no tener una voluntad firme de querer solucionar o aliviar el problema, aunque lo maquillen con mil y un programas, observatorios, declaraciones y plataformas”, afirma el pediatra Carlos Casabona, autor del libro ‘Tú eliges lo que comes’.

En medio de este océano desolador, sin embargo, surgen pequeñas islas con iniciativas independientes para luchar contra la obesidad infantil, llevadas a cabo en colegios o a nivel local. Aunque es difícil que sus resultados puedan verse globalmente, su impacto sí que se deja notar en las comunidades en las que se ponen en marcha.

Comedores con conciencia

En el Colegio Siglo XXI del barrio madrileño de Moratalaz, por ejemplo, los niños de infantil (3 a 6 años) almuerzan todos los días fruta, como modo de introducir un hábito alimenticio saludable. Cada día, un alumno lleva la fruta que ha elegido para el resto de compañeros y ésta se reparte en un corro, cerrando el paso a la bollería industrial y a otros productos menos saludables que suelen poblar los patios escolares.

La Fundación Educativa FUHEM, por su parte, ha llevado a la alimentación de los niños su apuesta por la educación ecosocial y el desarrollo sostenible. En sus comedores introducen productos frescos, ecológicos, de cercanía y de temporada. Además, en los tres colegios que FUHEM tiene en la provincia de Madrid se han creado grupos de consumo en los que el profesorado, el personal de administración y servicios, y las familias pueden hacer su compra semanal o quincenalmente, promoviendo de esta forma la compra de productos saludables.

Para Luis González Reyes, coordinador del proyecto de comedores, la alimentación “proporciona un medio para abordar muchas cuestiones importantes en la formación escolar y es un buen vector educativo porque es muy importante en nuestra vida cotidiana, ya que, por ejemplo, es determinante en la salud de las personas”.

En la misma línea, en octubre de 2013 nacía en Cataluña la asociación Menjadors Ecològics. Su objetivo, según explica Nani Moré, portavoz de la organización, es el de “promover los comedores ecológicos y de proximidad desde una propuesta de cambiar la experiencia del comedor escolar a todos los niveles”. Hoy trabajan en red con más o menos intensidad en 52 escuelas infantiles y de primaria en Cataluña, Valencia, Navarra, Madrid y Galicia. En los colegios que se suman al proyecto se organizan talleres para que las familias “conozcan qué es una dieta saludable porque no se trata de llenar un plato cada día, sino de alimentar”.

En ese cambio del que habla Moré entran en juego cuatro actores principales. Por un lado, el personal de cocina y los monitores de comedor: “Un buen acompañamiento debe respetar que cada niño se autorregule en lo que va a comer. En todos los estudios a nivel internacional que tratan el tema de la obesidad se ha visto que obligar a comer de pequeños es un factor determinante para su desarrollo”. Por otro, el equipo directivo y los docentes del centro escolar tienen mucho que decir a través de la inclusión de la alimentación a nivel curricular. Por último, los padres, a quienes se ofrecen pautas para reducir o eliminar el consumo de bollería industrial. “Estamos potenciando el cambiar hábitos, que es la clave para luchar contra la obesidad infantil, porque si no lo tratamos en la infancia, luego tiene una difícil solución en la edad adulta”, explica Moré.

Ejercicio físico

En 2012 la docente escocesa Elaine Wyllie puso a sus alumnos a correr una milla en un parque. Sin ser consciente de la repercusión que iba a tener su decisión acababa de poner en marcha la iniciativa ‘La milla diaria’, que hoy siguen más de mil colegios en Escocia y otros cientos fuera de sus fronteras en un fenómeno que se ha viralizado gracias a Internet.

En España también hay centros educativos que se han sumado a la propuesta. A principios del curso pasado, en el colegio público Tirán, en Moaña (Pontevedra) el profesor de educación física del colegio, Felipe González, puso en marcha la conocida como 'Milla de la curuxa': un recorrido ida y vuelta de 1.640 metros por una senda situada en un monte aledaño al centro. “Cada día, entre la segunda y la tercera hora de clase, todos los alumnos de primero a sexto de primera la recorren acompañados por seis profesores que vamos rotando, respetando siempre el ritmo de cada niño”, afirma el docente. La milla es la medida estrella de un programa global del centro que busca incentivar y aumentar la actividad física de los alumnos.

“Con nuestro proyecto deportivo nos aseguramos un incremento diario de la carga de actividad física de los niños, pero por mucha carga que nosotros metamos, si al final la alimentación va a proporcionar a los niños más kilocalorías de las que queman, poco estamos haciendo”, explica. Por eso, de cara a este curso, la nutrición va a entrar en escena, dando pautas alimenticias a las familias para conseguir incrementar el descenso en las tasas de sobrepeso.

“Cansados” también de ver cómo las cifras de obesidad infantil se incrementaban sin parar, un grupo de investigadores pertenecientes al Centro de Estudios Sociosanitarios de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCM) puso en marcha en la provincia de Cuenca en 2003 los conocidos como programas MOVI: introducir actividades físicas de tipo lúdico-recreativo (no competitivas), abiertas y aptas para todos los niños y que se realizan en el colegio en horario extracurricular.

En las tres ediciones llevadas a cabo hasta la fecha, según Mairena Sánchez, investigadora del Centro, los niños que han formado parte del programa mostraron, en comparación con los alumnos del grupo de control, “una disminución de la grasa corporal así como una reducción del riesgo cardiometabólico global por la disminución de la insulina en sangre”. Para la investigadora, el papel de la escuela es “fundamental” para romper con el sedentarismo.

Las familias como objetivo

En Tenerife, el proyecto 'Enraizados: Educación temprana sobre consumo y salud', promovido por el Cabildo, también está dirigido a familias, en este caso con hijos e hijas de 0 a 3 años. “El objetivo es ofrecer a los padres, madres y otros familiares información, habilidades y herramientas que les capaciten para una toma de decisiones informada y autónoma en su vida diaria acerca del consumo responsable y hábitos saludables. De esta forma, esperamos de manera indirecta ayudar en la prevención de la obesidad infantil y otras consecuencias asociadas a los malos hábitos en la infancia”, explica Félix Morales, experto en periodismo científico y promotor del proyecto.

La acción, planteada como un programa formativo bienal, dedicó su primer curso, en el que participaron 625 familias, “a ofrecer una capacitación básica sobre etiquetado y a la relación de la cesta de la compra con la salud”. Al finalizarlo, un 75,5% de las familias afirmó haber puesto en práctica algún cambio en sus hábitos de consumo. En este segundo curso que se inicia en noviembre, el proyecto pondrá su foco de atención en el fomento de “la mirada crítica sobre la publicidad y el marketing que determinan en buena medida los patrones de consumo habituales”.

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