Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
No diga PNV, diga Podemos Nacionalista Vasco
El PNV gobierna en Ajuria Enea, la Diputación de Bizkaia, el Ayuntamiento de Bilbao, Kutxabank, el Tribunal de Cuentas y EITB. Y a partir de ahora el PNV va a gobernar también en las diputaciones de Álava y Gipuzkoa, en San Sebastián y Vitoria, y hasta en Navarra. El PNV no gobierna en Murcia porque no quiere. El éxito electoral del PNV ha sido tan abrumador que, probablemente, uno de los pocos sitios donde no gobierne sea en nuestras camas.
Cuentan los analistas de la corte vasca que hay que remontarse 30 años para vivir un escenario semejante, y sorprende que casi nadie subraye los hipotéticos inconvenientes de un poder tan absoluto, una cuestión que suele indignarnos tanto a los vascos cuando hablamos del resto del mundo. Pero Euskadi is different y en el PNV están tan tranquilos que no necesitan siquiera revisarse los timelines de Twitter (aunque después de desalojar a Maroto en Vitoria yo echaría un vistazo por si acaso).
Y no se trata de cuestionar la voluntad popular ni los resultados de las elecciones (para eso ya está Rajoy pegando voces en la sesión de control del Gobierno), sino de analizar el hecho de que se acumule tanto poder en las mismas manos, que por no haber, no hay ni puertas giratorias porque todos viven en la misma casa y lo único que hay que hacer, como el todavía diputado general de Bizkaia José Luis Bilbao, es cambiarse de cuarto.
El PNV ha arrasado por su propia fortaleza política –centralidad, moderación, gestión– pero también por las debilidades de sus contrincantes. EH Bildu ha salido tan escarmentada de su experiencia de gobierno –iba a revolucionar la política y revolucionó el patio con el puerta a puerta– que pareciera que disfrute más quitando el poder que tomándolo. El PSE, por el contrario, de tanto querer gobernar ha vuelto a sufrir la condescendencia del PNV, recordando que los viejos clásicos de la política vasca siempre vuelven. El PP tiró del discurso del odio para sobrevivir y se ha inmolado. Se supone que Podemos iba a poner patas arriba la política vasca –lo aventuraban las encuestas– y ha terminado haciéndose fotos de familia junto al árbol de Gernika como todos los demás. Irabazi mantiene el tradicional postureo de IU de votarse a sí mismos en las sesiones de investidura, regalando mañanas de gloria a la política vasca, y a la alavesa en particular. De Ciudadanos digamos que en Euskadi sería más indicado llamarles Ciudadano, por su único representante en las principales instituciones vascas.
Así las cosas, el único que pudo en la Comunidad Autónoma Vasca fue el PNV. No diga PNV, diga Podemos Nacionalista Vasco. Y Euskadi se ha convertido en un oasis de estabilidad en medio de la jarana extremista que está soportando España.
Los banqueros, que para esto son muy listos, han sido los primeros en pillar la diferencia. Rafael Doménech, economista jefe de Economías Desarrolladas del BBVA Research, dijo hace una semana en Bilbao que “la mayor estabilidad, también política, y el menor grado de incertidumbre política” favorecerán que se cumplan las buenas previsiones de la entidad en Euskadi. Y este lunes en Cantabria, el presidente de ese mismo banco, Francisco González, alertó del “populismo” de Carmena y Colau que conduce a “un viaje a ninguna parte”. Estabilidad vasca, buena; populismo español, malo.
Los banqueros tendrían que tener cuidado con estas cosas que dicen en público no sea que provoquen en Euskadi un ‘efecto llamada’ de consejeros delegados represaliados por los soviets y tengamos que reconvertir los hoteles de cinco estrellas en refugios para multimillonarios que se han quedado solo en millonarios.
“Parece políticamente excesivo, pero puede ofrecer la ventaja de una Euskadi institucional que imprima un ritmo más vivo en sus decisiones para la reactivación económica, el empleo y las iniciativas sociales”, decía el domingo El Correo en un editorial titulado ‘Dominio jeltzale’. Y visto que hay una impresión tan extendida al respecto va a ser mejor no decir nada, no sea que el PNV convoque elecciones en nuestras camas y las gane también.
Sobre este blog
Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.