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Sobre este blog

Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

El discurso contra los inmigrantes sí da votos al PP

Cartel de la candidatura de Xavier García Albiol en Badalona

Iker Armentia

Estamos en el año 2015 después de Jesucristo. Toda España está viviendo el cambio... ¿Toda? No. Mientras en Barcelona Ada Colau toma el cielo por consenso, y en Madrid Carmena desquicia a Esperanza como nadie antes había logrado desquiciarla, mientras Rita Barberá exclama “¡qué hostia!... ¡qué hostia!” y los chistes machistas de León de la Riva han dejado de hacer gracia en Valladolid, mientras todo eso ocurre, una aldea poblada por irreductibles galos garantes del sistema democrático occidental resiste todavía y siempre al invasor, el cambio y los soviets en general.

La aldea es Vitoria. Mi ciudad.

Sí. La ola del cambio no llegó a Vitoria el pasado domingo. Ni siquiera nos mojó las rodillas, como dijo Igor Marín. El PP revalidó su victoria, lo que era previsible, pero consiguió lo que casi nadie esperaba: aumentar el número de votos respecto a las municipales de 2011. Todo un triunfo para el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, en medio de la convulsión que su partido está viviendo en los últimos días.

Esta semana, preparando una información para la Cadena Ser, comencé a curiosear en los datos de las elecciones. ¿Es el de Vitoria un caso único? ¿En cuántas capitales de provincia, además de en Vitoria, ha conseguido el PP aumentar el número de votos? Dentro gráfico.

Voto del PP en las capitales de provincia (2015-2011) | Create infographics

Primera sorpresa. Vitoria es la única capital de provincia (incluidas Ceuta y Melilla) en la que el PP sumó más votos que en 2011: un 10,59 por ciento más. En el resto de capitales las pérdidas van desde el tímido retroceso de Oviedo (6,66% votos menos) al batacazo de Valencia (49,23% menos). Pero en todas las capitales el PP baja, salvo en Vitoria.

Siguiendo con mis indagaciones, exploré los municipios más poblados de España, ya que muchas ciudades importantes no están entre las capitales de provincia. En España hay 29 ciudades que tienen más de 200.000 habitantes. ¿En cuántas ha ocurrido lo mismo que en Vitoria? Dentro gráfico.

El voto del PP en las ciudades con mayor población (2015-2011) | Create infographics

Segunda sorpresa. Esta vez, sí, aparece un segundo punto verde en el gráfico, una ciudad, además de Vitoria, en la que el PP también ha conseguido aumentar el número de votos en las últimas elecciones: Badalona, con un crecimiento de los apoyos del 13,52 por ciento.

Maroto y Albiol, dos alcaldes obsesionados con la inmigración

¿Y qué tienen Vitoria y Badalona en común para haber conseguido lo que nadie ha conseguido en el PP (al menos en las capitales de provincia y en las de más de 200.000 habitantes)? Pues Vitoria y Badalona tienen dos alcaldes que no han tenido miramientos en hacer uso del discurso contra los inmigrantes para llenar su saca de votos.

Los dos alcaldes –Javier Maroto en Vitoria y Xavier García Albiol en Badalona– comparten ciertos paralelismos en su trayectoria política reciente. Ambos alcanzaron el poder en 2011 tras una precampaña y campaña electoral en la que utilizaron el chivo expiatorio de los inmigrantes. Maroto protagonizó una operación política contra la apertura de una mezquita, incluidas manifestaciones organizadas por un colaborador del PP que, con el paso de los años, ha terminado en Vox. Albiol repartió panfletos xenófobos en los que culpabilizaba de los males de su municipio a los extranjeros, unos folletos con las palabras “inseguridad”, “delincuencia” o “suciedad” junto a fotos de vecinos gitanos rumanos y una pancarta en la que se leía “no queremos rumanos”.

Los dos alcaldes han liderado cruzadas para restringir el acceso de los inmigrantes a las ayudas sociales públicas. Albiol promovió un cambio en la normativa municipal para dejar fuera de las ayudas sociales complementarias a quienes no hayan nacido en la ciudad o lleven empadronados menos de cinco años. Una propuesta muy parecida está impulsando Maroto en Euskadi con una Iniciativa Legislativa Popular que alerta del fraude y el efecto llamada y reclama sacar del sistema de protección social de la Renta de Garantía de Ingresos a los inmigrantes que no tienen regularizada su residencia y a los que no cumplan cinco años de padrón (inicialmente eran 10), entre otras restricciones.

Maroto y Albiol, además, han tenido que acudir a los tribunales por sus palabras xenófobas. El alcalde de Badalona fue juzgado y absuelto por los panfletos racistas ya mencionados y la fiscalía vasca investigó y archivó una denuncia contra el alcalde de Vitoria por unas declaraciones en las que acusó a los magrebíes de no querer trabajar y vivir de las ayudas sociales. Albiol ha declarado que los alumnos autóctonos “están condenados” a ir a clase con niños inmigrantes. Maroto ha llegado a decir que los insultos racistas son “faltas de apreciaciones sustanciales”.

Uno de los lemas de campaña de Albiol ha sido “Limpiando Badalona”. Maroto durante la celebración de su victoria dijo: “Lo primero será Vitoria y los vitorianos”.

¿El discurso antiinmigración podría condicionar futuros procesos electorales?

Es muy aventurado establecer una relación de causalidad directa entre el discurso antiinmigrante de Maroto y el Albiol y sus éxitos electorales, de hecho, otros candidatos locales del PP catalán han seguido la misma senda y no han obtenido el mismo resultado. A buen seguro hay más factores en juego, pero esa relación más o menos intensa entre el discurso antiinmigración y cierto grado de apoyo ciudadano existe –al menos, en el caso de Vitoria que es el que mejor conozco– e incluso ha sido reconocido por dirigentes del PP en Vitoria. Evidentemente en el PP inciden en el fraude en las ayudas sociales y dicen que no tienen nada en contra de los extranjeros, pero aclaraba esta semana Alberto Ayala en El Correo:

"El terreno estaba sembrado. En las calles de Vitoria, un creciente número de ciudadanos aplaudía la cruzada de Maroto "contra los moros". Eso sí, en privado. Sólo quedaba moderar algunas expresiones, aparcar exabruptos políticamente incorrectos como el de los magrebíes, pero que ya habían cumplido con su cometido de prender la mecha de la polémica y tratar de estirarla hasta las elecciones".

El argumento falso propagado por los gobernantes de que los inmigrantes vienen a quitarnos lo que tanto esfuerzo nos ha costado ha calado en una importante parte de la ciudadanía de Vitoria y Badalona, y si a eso le sumamos las dosis adecuadas de carisma y nacionalismo local, las urnas han terminado por responder.

El éxito electoral, sin embargo, conlleva un riesgo de polarización de las posiciones políticas que, en caso de no alcanzarse la mayoría absoluta, se puede convertir en un arma de doble filo. Es lo que le ha ocurrido a Albiol: mejoró sus resultados y ganó, pero probablemente tendrá que abandonar la alcaldía. En Vitoria también se están produciendo movimientos para intentar desalojar a Maroto.

Pocos en los partidos tradicionales se habían atrevido hasta ahora a rebuscar votos en este extremismo hacia el diferente. O no, al menos, en el modo en el que se ha hecho en estas dos ciudades. Es verdad que el Gobierno de España ha adoptado medidas muy graves para las condiciones de vida de los extranjeros, en especial, la retirada de la tarjeta sanitaria, pero esos ataques no han respondido a una estrategia deliberada, planificada y eficaz que pretendiera utilizar los prejuicios hacia los extranjeros para obtener réditos electorales, como ha sido el caso de Vitoria y Badalona.

Tampoco es que Maroto y Albiol hayan inventando la pólvora. Y probablemente sus asesores hayan copiado esa pólvora de lo que otras formaciones hacen más allá de los Pirineos. Los prejuicios raciales no son patrimonio de una ideología política concreta, aunque sea el conservadurismo el que más cómodo se sienta en este terreno. Este es un asunto con cierta transversalidad, lo que ha permitido a Maroto y Albiol morder votantes de otros partidos.

¿Puede lo ocurrido en Vitoria y Badalona extenderse a otros lugares de España? ¿Puede convertirse el rechazo a la inmigración en un debate que condicione procesos electorales más amplios que el de dos ciudades? No habría que descartar que, después de que terminen los navajazos en Génova, los consultores electorales del PP se sientan tentados a asumir, en parte, las estrategias que tanto han beneficiado electoralmente a Maroto y Albiol. Cuando el poder corre peligro, los escrúpulos son lo primero que algunos políticos dejan en casa. Hay políticos para los que la convivencia está sobrevalorada, sobre todo, si quieres ganar unas elecciones.

Seguramente diréis que estas cosas no pasan en España. Yo también pensaba que estas cosas nunca pasarían en Vitoria.

Mis agradecimientos a Arturo Puente por su ayuda sobre la actualidad política en Badalona. Arturo Puente

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Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

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