Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
Las trampas del PP en las elecciones europeas
El PP en Vitoria ha eliminado los dos colegios electorales del barrio en el que ha obtenido históricamente algunos de sus peores resultados en las urnas: el Casco Viejo de la ciudad. La excusa es que el Gobierno central, a través de la Oficina del Censo Electoral, exige la reducción de mesas electorales en toda España. El Ayuntamiento de Vitoria, gobernado por el PP, tenía que decidir qué mesas suprimía y puestos a decidir se ha llevado por delante el barrio en el que sus perspectivas electorales son menos halagüeñas. Qué casualidad, oye.
El Casco Viejo es uno de los barrios más abertzales de Vitoria. En las últimas citas electorales, EH Bildu ha ganado con holgura. El PP, sin embargo, ha obtenido resultados que se pueden calificar entre modestos y de claro fracaso. En las autonómicas de 2012 el PP fue la cuarta fuerza detrás de EH Bildu, PNV y PSE; en las generales de 2011 fue el segundo barrio de toda Vitoria en el que peor resultado sacó (21% de los votos frente al 30% en toda la ciudad); en las municipales de ese mismo año peor todavía: el Casco Viejo fue el barrio en el que menos se votó al PP en porcentaje; y en las europeas de 2009 quedó en tercer lugar detrás de la izquierda abertzale -ilegalizada y que promovió el voto nulo– y el PSE.
En definitiva, en Vitoria todo el mundo sabe que si el PP tiene un hueso electoral en la ciudad, ese es el Casco Viejo. Todo el mundo lo sabe y el PP también. Justo el barrio en el que han prescindido de los dos colegios electorales en los que votan sus vecinos. Qué casualidad, oye.
El PP afirma que es una decisión “técnica” por razones de “eficiencia y racionalización” –supongo que como esas decisiones de racionalización que obligan a recortar en Sanidad y Educación– pero la maniobra del Ayuntamiento de Vitoria huele a esa irrefenable voracidad de los partidos por conseguir el mayor número de votos posibles y que tus oponentes no se acerquen a las urnas. Cada voto cuenta. Y si hace falta se complica un poco más el ejercicio del voto en los barrios donde las gaviotas no son mayoría.
Los vecinos del Casco Viejo tendrán que salir de su barrio para votar el próximo 25 de mayo. Hay quien tiene su voto decidido y no le importará ir algo más lejos para depositarlo, pero también es posible que haya quien acuda a su colegio electoral de toda la vida, se lo encuentre cerrado y se vuelva a casa (el Ayuntamiento tan sólo ha colgado una nota en un rinconcito de su página web). Es razonable pensar que la eliminación de los colegios electorales podría incentivar la abstención. En el barrio en el que peor le va al PP. Qué casualidad, oye.
El Ayuntamiento podía, además, haber elegido el colegio alternativo del Centro Cívico Aldabe (pegado al Casco Viejo), pero ha preferido mandar a los vecinos un poco más lejos: a la Escuela de Artes y Oficios y el colegio Samaniego.
Como escribía en Twitter el escritor y vecino del barrio, Iban Zaldua, suprimir los dos colegios electorales es un “despropósito, sobre todo para la gente que tiene dificultades para desplazarse”. De hecho, el Ayuntamiento ha inaugurado este año unas escaleras mecánicas para mejorar el acceso de las personas mayores en un barrio repleto de cuestas empinadas y, curiosamente, esas rampas facilitan el camino a uno de los dos colegios electorales. Pero en las europeas los vecinos con dificultades físicas tendrán que caminar más que nunca en unas elecciones. Ahora que les habíamos puesto unas rampas para hacerles la vida más fácil. Qué casualidad, oye.
El PP se ha cargado otros dos colegios electorales en Vitoria, además de los del Casco Viejo: el de Luis Dorao en el barrio de Txagorritxu, aunque para llegar al nuevo colegio electoral no hay más que cruzar la calle; y otro en Errekaleor, un barrio en vías de demolición, en el que apenas viven más de una docena de familias. Pero, ¿era imprescindible eliminar los dos colegios electorales de un barrio con 6.350 electores? ¿Por qué no, en el peor de los casos, eliminar uno de los dos y haber dejado el otro?
La decisión es todavía más sospechosa cuando el resto de los grupos políticos del Ayuntamiento de Vitoria se enteraron la semana pasada –sin previo aviso y a las puertas de las vacaciones de Semana Santa– cuando, por plazos, ya no se puede dar marcha atrás. Qué casualidad, oye.
En fin. Como dice el alcalde de Vitoria, Javier Maroto: orgullo de ciudad.
Sobre este blog
Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.