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“Faltan grupos que hagan de embajadores de Cantabria”

Marcos Bárcena, uno de los rostros más conocidos de la música cántabra.

Alesander García

El músico Marcos Bárcena acaba de cumplir 30 años “dedicado en exclusiva a mi pasión, la música”. El reloj parece no avanzar para el cántabro, que solo en el último año ha ofrecido más de 160 conciertos. A lo largo de su carrera, ha grabado más de veinte discos en solitario, con diversos grupos –algunos tan conocidos en Cantabria como Luétiga y Atlántica- y en colaboración con otros artistas, como Manuel Luna, Javier Bergia o Luis Pastor.

Bárcena interpreta música folk, tradicional cántabra y música de autor. Además, compagina el directo con la labor docente, las charlas-concierto sobre música tradicional y los conciertos de versiones con The Beatles Revival. Su carrera profesional le ha llevado a actuar por toda la geografía española, así como en Francia, Portugal, Italia, Alemania, Reino Unido, Barbados y Estados Unidos. El poli-instrumentista y cantante explica a eldiario.es que “la palabra hablada es lo que más llega a la gente”, por lo que la guitarra es su “instrumento principal, en tanto en cuanto me sirve para lo que más me gusta hacer, cantar”.

Hace una semana ofreció un concierto por sus 30 años de carrera musical, ¿qué tal fue?

Un gran éxito. Superó todas las expectativas que teníamos. No esperaba que fuera a haber un “llenazo” como el que hubo. Se quedó gente fuera, que es una pena, pero a todo artista le gusta que los teatros se llenen con un evento tan especial como era este. Se vio desde el minuto uno que el público quería pasárselo bien, implicarse… Ha sido inolvidable, dos horas y veinte minutos de espectáculo.

¿Qué ha significado este trigésimo aniversario?

Sobre todo, demostrar que la música es algo muy bonito para compartir con la familia, los amigos y el público que te ha venido siguiendo. Han asistido muchas personas de mi generación, gente a la que yo he visto cantando y bailando estas canciones en festivales de folk. Además, vienen con sus hijos y ellos ya disfrutan las canciones, que son un poco clásicos dentro del folk cántabro.

Dividí el concierto en dos partes, la primera más de música de raíz y de la faceta más folk -que quizás es la que más conoce la gente-. La segunda parte, con música más moderna, con composiciones mías y versiones. Creo que fue un concierto con mucho sentido y muchos recuerdos, porque fue una visión muy retrospectiva. Toqué algunas de las canciones más importantes que me han acompañado a lo largo de los diferentes grupos en los que he tocado. Ha sido muy bonito la verdad.

Reunió a una gran cantidad de músicos que le han acompañado a lo largo de estos años de carrera, ¿puede decirme algunas de las virtudes de sus compañeros?

Hemos tocado prácticamente 25 músicos en el concierto, tantos como canciones hemos interpretado. Hemos hecho un resumen, porque si no es imposible abarcar todos los años que llevo tocando de manera exclusiva. Hay mucha gente que lleva 30 años tocando, pero la mayoría de los que conozco en Cantabria compaginan su labor musical con sus trabajos. En mi caso, desde muy joven, me he dedicado en exclusiva a la música porque era mi pasión, lo que sabía hacer. Me he dedicado en cuerpo y alma a la labor discográfica, la labor de investigación de música folk y también a la composición pero, sobre todo, a dar conciertos aquí y allá. El cien por cien de mi tiempo.

He contado con Chema Murillo al violín, excelente músico con el que empecé y a quien yo ya admiraba cuando estaba empezando en la música-; con Aurelio Bolívar, quizás el más veterano de todos los músicos, que empezó en el año 73 con su grupo Alabama. Ha habido gente muy veterana y otros más jóvenes, como los gaiteros Tresboliyu. Tuvimos colaboraciones muy profesionales, muy buenas. Julio Samoano, gran guitarrista eléctrico, impresionante, y Mikel Ferreras, otro veterano de la guitarra acústica, pero menos conocido aquí en Cantabria -él es de Barakaldo-, pero que ha tocado conmigo en muchas ocasiones.

Músicos que no conocía mucho el público y que han dado la gran sorpresa.

¿Cuándo comenzaron a contar esos 30 años de carrera?

La idea de hacer un concierto especial con el aniversario surgió a partir de una fotografía del carnaval de Cóbreces de 1986, en el que me subí por primera vez a un escenario con el primer dúo que tuve con Alberto Hoyos -que tocaba la guitarra y que tristemente falleció hace unos años-. Con él, dijimos de ampliar el grupo y montamos el primer grupo de folk que tuve, que se llamaba Magosta. Funcionó desde el año 86 hasta más o menos el año 88, cuando me invitaron a tocar con Luétiga. Después ya vino toda la etapa de Atlántica.

Trataba de celebrar todo eso, la primera vez que me subo a un escenario delante de un micrófono y con todos esos nervios que hay en ese momento.

Por aquel entonces tenía usted 16 años, ¿fue un músico precoz?

Empecé de adolescente, como mucha gente, con la flauta y la guitarra. Poco después me compré mi primera gaita y empecé a explorar la música celta, folk... Me empecé a aficionar y pensé que por qué no hacía con la música de Cantabria lo mismo que hacen con la música de otras partes de la Cornisa Cantábrica. Entonces, es cuando Luétiga empieza a crear un poco su estilo, el folk cántabro.

¿Tiene el folk patrio una buena acogida dentro del público cántabro?

Creo que aquí todo lo que está bien hecho, gusta muchísimo. Carlos Núñez, cuando da conciertos, los llena. Hevia, por ejemplo, es otro gaitero fantástico que con su banda ha hecho conciertos memorables. Luar na Lubre hace “llenazo” en todos los teatros donde va, es otro grupo que admiro muchísimo.

En Asturias, obviamente, hay mucha categoría. Llan de Cubel es un grupo que empezó casi como universitario y han demostrado que hacen una música de muchísima calidad y que cogen la música asturiana y, a su manera, la transforman con esa vinculación a la corriente más celta.

Yo creo que sí que hay afición. En el País Vasco tenemos a Kepa Junkera, que es un auténtico embajador y existen otros muchísimos grupos.

En Cantabria, ahora mismo, probablemente sí que hace falta un empuje. Hace falta que haya grupos que se dediquen de forma profesional, y cuando digo de manera profesional no me refiero a que suenen mejor ni peor, y que tengan la disponibilidad de poder hacer de embajadores de Cantabria en cualquier otro lugar de España o del mundo cuando surge la oportunidad. Demostrar que la música de Cantabria es muy rica, bonita y que se puede tocar fuera de Cantabria y de España.

Eso es lo que, sinceramente, creo que ahora mismo no hay. En ese sentido me gustaría cubrir un poco ese hueco, porque yo creo que sí que hay músicos que están por la labor de hacer este tipo de conciertos, de cara a proyectarse un poco al futuro.

Luétiga sigue siendo un referente como formación de folk en Cantabria…

Es verdad que Luétiga es un referente a nivel de Cantabria, pero es una pena que ahora no está actuando. Eso no quiere decir que en algún momento pudiera volver a resurgir de alguna u otra manera, pero hoy por hoy no es así.

Flauta, gaita, guitarra, voz… ¿Cuál es su instrumento favorito?

Lo habitual es aprender a tocar un poco la flauta y con esos conocimientos, meterte en un instrumento que mecánicamente es más complicado de utilizar. La guitarra es mi instrumento principal, en tanto en cuanto me sirve para lo que más me gusta hacer, cantar. La palabra hablada es lo que, al final, más llega a la gente, porque es lo que pueden reproducir las personas.

En el concierto tuve la oportunidad de tocar guitarra acústica y guitarra eléctrica. Toqué el fistro, que es un un instrumento de diez cuerdas que se parece a la mandolina, pero mucho más grande. Es otro instrumento que me gusta utilizar para acompañar la música de raíz y el folk. También toqué la flauta y los dos tipos de gaita del norte de la península: la gaita gallega y la gaita asturiana o cántabra.

También participó Miguel Cadaviego

Él toca el rabel pero en este concierto no lo tocó. Era una sorpresa que también queríamos dar en el espectáculo, le apetecía mucho participar en dos momentos: en uno de ellos mas íntimo y otro con guitarra eléctrica donde desgarró la voz y lo dio todo.

Miguel dio una participación muy emotiva, porque me dedicó una canción de la cual él hizo la letra y yo puse la música, se llama 'Mirada del lobo bueno'. Me dedicó unas palabras muy cariñosas; es una canción sobre la amistad y los momentos difíciles de cada uno. La música es algo que va un poco más allá de lo que es meramente el arte y sirve también para unir a la gente.

Ha mencionado su labor de investigación en la música tradicional cántabra, ¿cómo se lleva a cabo?

Hay muchas fuentes a la hora de trabajar material tradicional y una de ellas es, desde luego, las entrevistas a gente y, en particular, a la gente mayor de los pueblos que a veces sabe canciones más desconocidas y que incluso pueden llegar a perderse.

Durante el 96-97 hice un proyecto, apoyado por la Consejería de Cultura, recopilando canciones en la zona del Besaya, visitando los pueblos y preguntando “¿quién canta por aquí?”. Piensan que te quieres reír un poco de ellos, pero cuando dices que es una cosa seria y que quieres recopilar canciones para grabarlas, la gente se mete. Tengo el archivo sonoro y tiene cosas muy interesante. De ahí salió el disco 'Recopilación de cantares del Besaya', que salió publicado en el 97.

Es una labor de campo que he tenido la oportunidad y el privilegio de poder hacer.

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