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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

No hay que temer al cambio (climático)

El Atlántico Sur ha sido el océano de mayor caza de ballenas / Greenpeace.

Jesús Ortiz

Qué fácil es propagar mentiras y que la gente se las crea. En el fondo de todo está el negocio inmobiliario, ¡si lo sabré yo!, pero son capaces de contar cualquier cosa para ocultarlo.

Por ejemplo, las ballenas. Todos hemos visto ballenas, ¿verdad? esos animalitos, bueno, animalazos, que tienen forma de pez, aletas de pez, cola de pez, viven en el agua como los peces… oiga, igual es que son peces. ¡Pues no, señor! Vienen los científicos y dicen que son mamíferos, como los monos. A ver, ¿a qué se parece más una ballena, a una merluza o a un mono? Está claro, ¿no? Pues nada que hacer: mamíferos, dicen los tíos.

De puro ignorantes. Porque además de mirar podrían leer. El escritor más grande de América es Mark Twain, que escribió la novela más grande de América. Mark Twain era piloto, subía y bajaba por el río Misisipi con su barco. Un día llegó a la desembocadura, Nantucket, cargó vinagre hasta los topes y salió a la mar a pescar ballenas. Estuvo cuatro o cinco años seguidos pescando ballenas y poniéndolas en vinagre para que se conservaran, como los boquerones, y cuando volvió escribió un libro contándolo todo, que es la mejor novela de América, Moby Diz. Pues bien, en ese libro dedica un montón de páginas a explicar la vida y milagros de los peces que pescaba, es decir, de las ballenas. Y siempre, siempre, se refiere a ellas como a peces. ¿Los científicos no han leído la mejor novela de América?

Pues no deben haberla leído, o es que les da igual. Ellos decidieron que las ballenas eran mamíferos el día que llegó la primera a Londres, destinada al Museo del Pescado de Inglaterra. Pero cuando el director del museo la vio, se echó las manos a la cabeza: ¡Eso no entra en mi museo! Y estaba allí, que se había acercado para fisgar, el director del Museo de los Mamíferos de Inglaterra, que era un ave, y sobre la marcha dijo que en su museo sí cabía, así que el camión fue a su museo y allí la metieron, y desde entonces las ballenas son mamíferos, para justificarlo. ¿Lo ven? Un asunto inmobiliario, el tamaño de un edificio. Lo sé por Ivanka, que fue a cenar con el hijo del embajador británico y se lo contó todo.

Y está bien saberlo, porque así se explican mejor otras mentiras que los científicos cuentan con la misma tranquilidad. Por ejemplo, toda esa mandanga del cambio climático. Que se están derritiendo los casquetes polares, dicen, y por eso el nivel del mar subirá varios metros. Ya. Los que se derriten son ellos recordando los que les echaban a las chirlíders durante los cuatro o cinco años que pasaron en la universidad para poder llamarse científicos. ¡Vas a compararlos con los que se tiró Mark Twain pescando ballenas, en medio del mar, sin apearse! Esa es la manera de adquirir un conocimiento respetable, y no andar con las chirlíders arriba y abajo. Que esto yo también lo hice, ojo, no voy a decir una cosa por otra. Pero eso no justifica que me ponga a mentir como hacen ellos.

¿Y por qué querrían los científicos mentir sobre el cambio climático? Pues, ya les digo, por razones inmobiliarias. Porque los chalets en la costa son carísimos. Son carísimos porque todo el mundo quiere vivir allí y hay que darles una pasta a alcaldes, presidentes de comisión, etc., para que te dejen edificarlos. Pero si convences a todo el mundo de que el nivel del mar va a subir ocho o diez metros en cinco años… ¡los chalets en primera línea de costa se venderían por cuatro cuartos! Claro que solo los comprarían los presuntos ignorantes que no saben que el mar se los va a tragar… ¿adivinan quiénes? Justo, los que han inventado la trola: los científicos. Que no es una trola inocente para pasar el rato, no: tiene consecuencias sobre la vida de la gente. A esto técnicamente se lo llama «manipulación para alterar el precio de las cosas», y es delito.

Hay que salir al paso de sus mentiras. En primer lugar, porque la primera línea de costa puede llenarse de indeseables, ignorantes con un título de doctor en algo en el bolsillo, pero que no han leído a Mark Twain ni tienen el menor respeto por la verdad.

Pero sobre todo porque, si no se les para, se crecen y las van diciendo más gordas cada vez. Fíjense, primero las ballenas y luego el cambio climático. Tú miras para otro lado porque eres una persona pacífica, para no entrar en discusión, y te preparan la siguiente. Estos no tienen límite: cualquier día nos salen con que la Tierra es redonda. Y la gente se lo creerá, por sorprendente que parezca. Porque es muy fácil propagar mentiras invocando la ciencia. Como si los científicos fueran almas puras sin ningún interés material.

Pero no se preocupen demasiado: esta vez los vamos a detener. Aquí estoy yo para eso, que de inmobiliaria sé un rato. Al próximo periodista o científico que diga que se derrite el hielo de los polos le acusamos de manipulación para alterar el precio de las cosas y lo metemos donde tiene que estar: en la cárcel.

Vamos a decir la verdad bien alto y quedará todo muy claro. Como que me llamo Donald Trump.

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