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Nueve de los trece diputados del PP de Cantabria se enfrentan a la dirección del partido
Expulsión y grupo mixto o ceder ante los críticos y sobrellevar lo que queda de legislatura como buenamente se pueda. A la dirección regional del PP en Cantabria no le quedan muchas opciones después de que este viernes nueve de los trece diputados del grupo parlamentario popular hayan rechazado por segunda vez nombrar portavoz a la presidenta del partido, María José Sáenz de Buruaga.
La formación conservadora lleva cuatro meses viviendo una auténtica guerra civil que parece abocada a terminar en una escisión. El proceso de primarias ha desencadenado una lucha fratricida por el poder entre partidarios del expresidente Ignacio Diego y afines a Buruaga, quien se proclamó el pasado mes de marzo vencedora del duodécimo congreso regional por tanto cuatro votos de diferencia. Sus adversarios y compañeros de partido han llevado el resultado ante los tribunales debido a un supuesto caso de pucherazo. El equipo de Buruaga utilizó sin su conocimiento a una persona con discapacidad para inscribir a casi 500 militantes y que estos pudieran participar en el proceso.
Así, medio partido, entre los que se encuentran la mayoría de diputados y secretarios municipales, no reconoce la legitimidad de Buruaga, que por el contrario sí cuenta con el apoyo explícito del ministro de Fomento y exalcalde de Santander, Íñigo de la Serna, así como con el respaldo oculto de la dirección nacional, que en todo este tiempo se ha limitado a lavarse las manos.
El Comité Ejecutivo autonómico se volverá a reunir este próximo martes para analizar la convulsa situación y, casi con todo probabilidad, acordará abrir expedientes disciplinarios contra los diputados díscolos, que ni siquiera han aceptado recoger la resolución por la cual este órgano político ordenó el pasado jueves el cambio en la portavocía.
Mientras tanto, Ignacio Diego sigue guardando silencio. El 25 de marzo, tras conocerse los resultados, deseó suerte a Buruaga y aseguró que se pondría a su “total disposición”. Desde entonces, se ha mantenido en un discreto segundo plano, si bien desde la dirección actual lo consideran el cabecilla en la sombra de la revuelta y este pasado miércoles le reclamaban públicamente que pusiera fin al conflicto, algo que no ha sucedido.
En su defensa, estos diputados señalan, que tal y como se recoge en los Estatus del partido, el nombramiento del portavoz corresponde al grupo parlamentario y no al Comité Ejecutivo y, por lo tanto, consideran que no han cometido ningún acto de indisciplina. Además, creen que la nueva dirección está aplicando técnicas que “rozan tintes estalinistas, versión norcoreana”.
Escisión y grupo mixto
Llegados a este punto, a la dirección regional no le quedan muchas alternativas: seguir con la mano dura, lo que puede acabar desmembrando por completo el grupo parlamentario -es decir, la principal línea de acción política de un partido- y que los nueve diputados pasen a ser no adscritos o bien hacer de tripas corazón, asumir que no tienen mayoría y esperar a que esta tortuosa legislatura llegue a su fin.
Los nueve diputados que han votado en contra de nombrar portavoz a Buruaga son el actual portavoz, Eduardo Van den Eynde, el expresidente Ignacio Diego, José Manuel Igual, Ruth Beitia, Mercedes Toribio, Cristina Mazas, Luis Carlos Albalá y Francisco Rodríguez Argüeso y Santiago Recio. Y quienes sí han apoyado la iniciativa son la propia Buruaga, Isabel Urrutia, Ildefonso Calderón e Íñigo Fernández.